El síndrome de 'Brooks'. Mejor preso que viejo, solo y pobre

Omar Lizárraga Morales
17 octubre 2022

Seguramente Usted, estimado lector, vio la película “Sueño de fuga” (Shawshank redemption) protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman, en la que un preso octogenario de nombre Brooks, sale libre después de cumplir una larga condena. Al recuperar su libertad, se encuentra él solo en el mundo, sin familiares o amigos, pobre y viejo. Es tal su depresión que tiene el deseo de volver a prisión, le pasa por su mente cometer algún delito que lo regrese a “casa” donde todo tiene sentido. Finalmente termina quitándose la vida.

Esto pareciera que solo ocurre en las películas de Hollywood, pero hoy en día es la realidad para miles de adultos mayores en varios países desarrollados. Se trata de ancianos que viven en sociedades altamente individualistas en las que no tienen con quien socializar. Muchos de ellas y ellos enviudaron o nunca se casaron, no tienen descendencia y están en condición de pobreza. Sucede que personas con ese perfil están cometiendo pequeños delitos para ser enviados a prisión donde tienen comida gratis, asistencia médica y sobre todo tienen con quien platicar.

Está sucediendo actualmente en países en los que ya se sienten los efectos demográficos del “Babyboom”, esa generación que nació entre los años 1946 y 1964, y que ahora sus integrantes tienen entre 58 y 76 años de edad. En el caso de los países del norte global, aunado a ese envejecimiento de su población, las nuevas generaciones tienen una baja tasa de fertilidad.

El comportamiento que he denominado aquí: “Síndrome de Brooks”, está pasando en países como Inglaterra, Holanda, Alemania, Suecia y Dinamarca, pero el caso más emblemático es Japón.

En este país asiático, más del veinticinco por ciento de los reclusos son mayores de 60 años de edad. En su gran mayoría cometieron pequeños robos de comida que los envía a prisión por unos tres años. Pero lo dramático es que al recuperar su libertad cometen otro pequeño robo para volver al presidio. Y el fenómeno es mayor en las mujeres, que se sienten cuidadas y escuchadas por las guardias.

Ante este fenómeno el gobierno japonés ha acondicionado las prisiones para personas ancianas; instalaron pasamanos y construyeron baños especiales. También han reclutado a más mujeres como guardias. Ahora muchas de esas prisiones parecen centros geriátricos.

Además de la soledad, la pobreza es una condición que vulnera a los adultos mayores, pues muchos de ellos tienen enfermedades crónicas y sus pensiones no les alcanza para tener una vida digna. Entonces al hacer un análisis de costo-beneficio, resulta que en prisión se sienten más protegidos.

El problema de fondo es la soledad, condición por la que Japón tiene una de las tasas más altas de suicidio del mundo. Unas veinticinco mil personas se suicidan al año, poniéndose como la principal causa de muerte. La mitad son mayores de sesenta años.

En Japón son rutinarias las muertes solitarias. Sin familiares ni amistades, muchos de los habitantes de mayor edad pasan semanas o incluso meses en sus departamentos sin socializar con absolutamente nadie. Es común en esa sociedad que mueran sin que nadie lo sepa, hasta que los vecinos perciben el olor.

El envejecimiento de la población es un fenómeno global, incluido México. Aquí la población mayor de 60 años representa el 12 por ciento de la población total. ¿Cuántas personas de esta edad habrá que combinan la vejez con la soledad y la pobreza?

Es cuanto...