El retorno de los desplazados por la violencia
Esta semana un grupo de familias desplazadas por la violencia decidió regresar a sus comunidades en la sierra de Concordia, tras cinco años de no haber encontrado acomodo, ni una vida digna en la ciudad de Mazatlán. Vuelven a su tierra, de nuevo a su hogar. En 2017 habían sido expulsados de los poblados de Chirimoyos y La Petaca a causa de las disputas territoriales entre grupos criminales.
En Mazatlán se toparon con un lugar hostil, nada parecido al puerto cálido que se publicita en los boletines turísticos. El estigma los persiguió hasta acá, por ser gente de campo, de la sierra, desplazados. Doble victimización, una provocada por las armas y otra por el trato injusto y la marginación.
Vivían hacinados en las periferias, hasta tres familias en una casa pequeña. Discriminados por el hecho de venir huyendo y algunos etiquetados como delincuentes. Eso les dificultó encontrar trabajo. Las únicas alternativas estaban en el precario sector de la hotelería. Trayectos de más de una hora para estar puntual y en uniforme. Largas jornadas y salarios completados con propinas que no alcanzan ni para llevar a los niños a la escuela.
No aguantaron más. Esa gente tiene orgullo. Prefieren regresar y valerse por sí mismos en la incertidumbre de la pobreza honrosa, que soportar la humillación de un tipo de vida que no dignifica. Cuánto valor hay en una decisión así. En cambio, los de la ciudad parecemos acostumbrados a los malos tratos, porque las injusticias no pesan tanto entre la ilusión del progreso.
En los últimos años se han destinado recursos para dar vivienda a quienes tuvieron que dejarlo todo, pero en gran medida han sido insuficientes. Tampoco les han cumplido. Por lo mismo, algunos desplazados se han plantado frente al Gobernador para recordarle la promesa que les hizo en campaña. No les han entregado todos los terrenos, y las pocas viviendas que se han proporcionado son pies de casa inconclusos, ubicados en lugares apartados que adolecen de servicios básicos como electricidad y agua potable.
Esto hace imposible asentarse. Y al margen de las carencias, la realidad es que gran parte de los desplazados no logra integrarse a las dificultades de una vida urbana en la miseria, esa es la peor de las pobrezas. Por eso marchan a sus comunidades de origen. Tras su retorno, las poblaciones errantes no desestiman la oportunidad de exigir atención. Lo que en verdad quieren es prosperar ahí. Vuelven a sus pueblos pero nadie les garantiza seguridad. La sierra de Sinaloa es un territorio en llamas.
Y mientras eso sucedía, el Alcalde de Mazatlán se encontraba fuera, en uno de esos viajes en los que promete traer soluciones milagrosas para acabar con las angustias de la ciudadanía. Esta vez dijo viajar a Miami, Florida, a supervisar la planta de una empresa que tiene una máquina que, según esto, convierte la basura en electricidad. Antes había justificado un viaje a Texas para recoger medio millón de vacunas contra el Covid, que no llegaron, y que al final nos enteramos que ni siquiera se gestionaron de manera formal.
Por si fuera poco, en estos días se hizo público otro escándalo que de nuevo sacude a la administración de “El Químico” Benítez. Resulta que Azteca Lighting, la empresa a la que el Ayuntamiento favoreció por adjudicación directa en la compra de luminarias por un valor de 400 millones de pesos, tiene un adeudo pendiente con el Estado, ya que el gobierno de Quirino le pagó 10 millones de pesos por unas lámparas que jamás fueron instaladas. ¿Qué no es obligación revisar el historial de las empresas antes de contratar sus servicios? Por menos que eso, el depuesto Presidente Municipal de Culiacán acaba de ser vinculado a proceso.