El Presidente...
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osunahi@hotmail.com
Aquí estamos, sobrellevando la cuarentena de la mejor manera posible, tratando de que no nos toque la bala de la ruleta rusa, que es como percibo al contagio del bichito de fama mundial. Toco madera, dijera el preciso, buscando también protección para las consecuencias que se nos vienen encima a causa de la crisis económica, las cuales, de no establecer medidas de contención, claras, precisas y oportunas, nos pueden mandar al carajo por varios años.
Y al respecto, viendo las acciones que está tomando López Obrador, me da la impresión de que no tiene bien dimensionado el problema; que lo percibe como una oportunidad para continuar montado en su inacabable campaña.
Ciertamente, se le aplaude su preocupación por proteger a las clases más vulnerables del país, sin embargo, la cobija tendida se queda corta, ya que los mecanismos de distribución de apoyos es guiada por la entrega a mano y solo alcanzan los que están registrados por los activistas de la imagen presidencial, enfundados en el rimbombante adjetivo de “servidores de la nación”.
La situación de precariedad que están viviendo miles de familias no se alivia con una ocasional despensa, la que tal vez traiga lo necesario para medio llenar los estómagos reclamantes, pero ni por asomo, traen para cubrir el gasto de energía eléctrica, agua, gas y arrendamiento.
La distribución de apoyos a las familias sigue a pie juntillas los mecanismos electoreros y se desprecian otras posibilidades de identificación, por ejemplo, el padrón del INE que reúne todo lo necesario para ubicar a cada uno de nosotros en el segmento social en el que nos encontramos y dirigir de forma más precisa los apoyos presidenciales.
La sequía para el bolsillo familiar va para largo y todavía se está en tiempo de poner en marcha mecanismos de apoyo más incluyentes y oportunos, de otra manera, se está conformando una bomba de inconformidad que en el momento menos pensado puede estallar, para gusto de los malquerientes del Presidente de la República.
Por otro lado, se ha implementado un programa de apoyo para las micro y pequeñas empresas consistente en un préstamo individual de 25 mil pesos. Algo es algo dijera alguien por ahí, pero la realidad es que la cantidad no ayuda gran cosa para continuar sosteniendo una nómina, como es la intención presidencial. Es decir, tal acción crediticia solo servirá para la foto.
Mire usted. Vamos pensando en un negocio con tres trabajadores debidamente formalizados con todas sus prestaciones y considerado como giro no indispensable, es decir, cerrado. Supongamos que los sueldos mensuales a pagar suman 13 mil pesos, los cuales, con prestaciones de seguridad social se convierten en 17 mil. A dicha cantidad hay que agregar el precio del arrendamiento, pongámoslo en 4 mil, adicionándole hipotéticos dos mil pesos por energía eléctrica, agua y recolección de basura ¿y la manutención del empresario?
Y bueno, para las grandes empresas, pese a su importancia como aportantes a la economía, ni hablar. Para ellos no hay nada, por ser, de acuerdo a la percepción presidencial, los chicos malos de la película y no merecen ningún aliento ¿qué se van a ir a la quiebra? muy su problema, aunque formen parte del universo de gobernados. Y en esa situación, por ejemplo, están las líneas aéreas, los centros de hospedaje, restaurantes y demás prestadores de servicios turísticos.
Sin lugar a dudas, ni el Presidente de la República ni sus colaboradores, ni los grandes genios planificadores de la iniciativa privada se imaginaron una situación como la que estamos viviendo, y que por lo inédita e inimaginable, requiere del replanteamiento de opciones que tienen que surgir de cónclaves de especialistas en distintas ramas, pero creo que Andrés Manuel no está en esa sintonía.
El Presidente cree tener en su bagaje de experiencia y conocimientos todas las cartas que este juego requiere, y ante su terquedad, más nos vale retacar los bolsillos con “detentes”, tréboles y billetes de dos dólares. ¡Buenos días! Sí, buenos días a pesar de todo.