El periférico de Culiacán no es buena idea
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alberto.kousuke@uas.edu.mx
No soy planificador urbano, pero no hace falta ser un experto en el tema para darse cuenta de que este mega proyecto de obras públicas es un error, tan solo hay que fijarse en los datos y la evidencia.
El Gobierno del Estado ha manifestado que el periférico de Culiacán es una obra muy necesaria para la cual se contempla una inversión total de mil millones de pesos. El dogma de que grandes caminos ayudan a la movilización y descongestión vehicular es una de tantas ficciones más que nos han contado.
Así como con los productos milagro (células madre, ozono, Herbalife, etc.), nos quieren vender el periférico de Culiacán como una píldora mágica que resolverá nuestros problemas de vialidad. La realidad es que aumentar las vías resulta peor que no hacer nada.
Esto se debe a un fenómeno llamado “demanda inducida”. El aumentar el suministro de un recurso ocasiona que la gente lo consuma más. En el contexto de la expansión urbana, se le llama “tráfico inducido”, entre más caminos existan, más automóviles habrá circulando. Esto no es nada nuevo, es un fenómeno que se ha observado desde la década de los sesenta.
Uno de los ejemplos más representativos es la carretera interestatal 10 (I-10 Freeway) de Texas. En el año 2008, el estado de Texas invirtió 2,800 millones de dólares en expandir la carretera que atraviesa todo el estado de Texas a 23 carriles, convirtiéndola en la carretera más ancha del mundo.
¿Mejoró la movilidad? Todo lo contrario. De acuerdo con el Departamento de Transporte de EUA, entre los años 2011 y 2014, el tiempo de tránsito aumentó 30 por ciento por las mañanas y 55 por ciento por las tardes (lo mismo se observó con la ampliación de la carretera I-405 de Los Ángeles). A esto hay que añadirle el costo extra generado por el aumento de colisiones, contaminación, mantenimiento, etc.
Asimismo, los reportes publicados por el equipo de Duranton y Turner (Registro de Investigación de Transporte, EUA), la CPRE (Reino Unido), los departamentos de transporte de Alemania y Japón (entre otros), determinaron que nuevos caminos incrementan el tráfico entre 9-47 por ciento a corto plazo y 20-178 por ciento a largo plazo.
Este fenómeno también se observa a la inversa, disminuir las vialidades reduce la congestión vial. Un estudio de 60 ciudades realizado por el equipo de Phil Goodwin de la University College London reveló que disminuir o cerrar vialidades reduce el tráfico entre un 20-60 por ciento. Este tráfico no es desplazado hacia otras vías, sino que simplemente desaparece.
Toda esta evidencia debería de servir para disuadir a nuestros urbanistas de crear más caminos y carreteras. Nuestra infraestructura vial actual está cadavérica, llena de baches y sin señalamientos, además de que nuestra cultura vial es inexistente. Es un error “echarle más leña al fuego”.
Han pasado más de 100 años desde la creación del primer vehículo con motor de combustión interna. Más de una centuria de evidencia, y las ciudades siguen creciendo e ignorando los datos. En el proceso, aquellos factores que hacían atractiva a la ciudad (comunidad, seguridad, estabilidad económica, etc.) se han perdido. Necesitamos proyectos que ayuden a rescatar el sentimiento de comunidad, que sean sustentables, y que realmente sean benéficos para la sociedad y no solo para los contratistas.
Aunque el periférico de Culiacán está planeado para derivar el tráfico vehicular y de carga fuera de la ciudad, terminará siendo ocupado por automóviles provenientes de toda la ciudad (The Fundamental Law of Road Congestion, Duranton & Turner, American Economic Review 2011).
Existen muchas alternativas, una de ellas que ha demostrado funcionar es la “calle multimodal”, en otras palabras, vías de tránsito con carriles exclusivos para automóvil, autobús, bicicleta, y peatón. Esto se debe a que el autobús, la bicicleta, y el peatón consumen mucho menos espacio y fomentan un desarrollo más compacto, reduciendo las distancias de viaje y la contaminación, así como promover la cohesión social.
El transporte público, aunque muchos de nosotros no lo veamos tan atractivo comparado con el automóvil, es la mejor opción para transportarse y disfrutar del viaje. Un sistema de transporte público eficiente y atractivo sería la primera opción de transporte para el 75 por ciento de la población, de acuerdo a la Encuesta de Crecimiento y Transporte (EUA, 2007).
Es de carácter urgente contar con un sistema de transporte público eficiente, confiable, y cómodo, así como un programa de educación vial para todos los habitantes de la ciudad.