El PAN busca rumbo y guía en Sinaloa. ¿Perder la elección y ganar el partido?

Alejandro Sicairos
15 enero 2020

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alexsicairos@hotmail.com

 

En unos días más, el Partido Acción Nacional le presentará a Sinaloa el Plan de Desarrollo Institucional que será la ruta y la brújula con la que transitará durante el período en que Juan Carlos Estrada Vega lleve el timón del barco azul que encontró a la deriva e intenta llevar a puerto seguro. En el itinerario está, por supuesto, la elección de Gobernador, presidentes municipales y diputados locales y federales, en 2021.

Se trata de un programa de acción que ha sido armado en los casi cinco meses que lleva en funciones el actual Comité Directivo Estatal del PAN, algo así como la recolección de los añicos partidistas para el rearmado de la militancia, convicciones y principios. Es, más que nada, el debut del nuevo rostro que conocerán los electores en la votación constitucional que viene, con la tarea de seducir a los militantes y simpatizantes que se fueron o que vendrán.

Estrada Vega explica que partió de lo fundamental que es la cohesión interna, y de ahí regresarle la voz a las corrientes panistas, sin excepciones, para estructurar el planteamiento en el que vayan juntos la militancia y la sociedad en pro de las grandes causas que independientemente de la lid política en puerta deben librarse con sentido incluyente, autocrítico y todo el vigor ciudadano.

En su momento se conocerá la propuesta del PDI del PAN en Sinaloa, pero mientras tanto es de ley reconocer que llega en el momento crucial no sólo por los comicios en puerta sino también por la dispersión de la marca panista en lo doctrinario y lo social, haciendo la tarea de reparación tan difícil como complicado es armar el rompecabezas del poder en la nueva correlación de fuerzas política y fácticas.

Al PAN estatal le urgía desde hace al menos una década la labor auténtica de introspección más allá del análisis sesgado para que la élite dirigente salga bien librada. El deterioro de la confianza que le devino paradójicamente cuando ganó la Gubernatura en 2010 abanderando a Mario López Valdez se convirtió en el parteaguas donde los intereses de tribus pudieron más que los postulados ideológicos del partido.

Ahí empezó el declive que se prolongó hasta casi borrar al PAN en la intención del voto de los sinaloenses. De 576 mil votos (en números cerrados) que obtuvo en la elección de Gobernador de 2010, en aquella alianza con los partidos de la Revolución Democrática y Convergencia, en el proceso de 2016 que también fue para designar al jefe del Ejecutivo estatal apenas logró 180 mil sufragios que lo desplazaron de la segunda a la tercera fuerza política.

En la más reciente elección, la intermedia local y concurrente de 2018, el PAN continuó en decadencia. De acuerdo con los resultados, de la votación para Alcaldes logró 132 mil votos, contra 439 mil de Morena y 400 mil del PRI, sosteniéndose en el tercer lugar aunque siguiera en picada en el ánimo ciudadano. Ahí sí perdió prácticamente todo de lo que había ganado ocho años antes, siendo la credibilidad el mayor quebranto.

En cualquier espejo que se mire, Acción Nacional luce débil, magullado y desorientado debido al comportamiento del voto en contra y decisiones que desde entonces tomaron los dirigentes para asestarle todas las puñaladas posibles. Al no querer fortalecer un partido sino un botín, las dos directivas anteriores escribieron capítulos ominosos como aquel de la “Chapodiputada” cuyo estigma es del dominio público y sigue manchando al panismo.

Ahora el que se medirá es el liderazgo de Juan Carlos Estrada Vega frente a la elección del 6 de junio de 2021. Lo curioso es que el propósito de ganar la Gubernatura se ve lejano, a no ser que el PAN pueda articular alguna coalición exitosa, o ser parte de esta, circunstancia que pone en primer orden la necesidad de ganar el partido. Es decir, remontar el 10 por ciento de la votación total obtenida en Sinaloa en 2018 para presentar los primeros síntomas de recuperación.

¿Y el candidato? A reserva de que construya un perfil y propuesta competitivos (Juan Alfonso Mejía o Juan Pablo Castañón) deberá ponderar primero el rescate de la marca panista que algo debe tener de atractiva todavía que algunos aspirantes a Gobernador (Aarón Irízar López y Gerardo Vargas Landeros) son seducidos por el superviviente destello albiazul. En cada debacle sobrevive algo para darle pauta a la reconstrucción.

De seguro tal objetivo, el de perder elecciones ganando al partido, está contenido en el Plan de Desarrollo Institucional que dará a conocer Juan Carlos Estrada Vega. Meter al PAN en la oferta política estatal para que emerja desde las cenizas y se convierta en opción fiable, en este tiempo cuando el unipartidismo morenista sienta sus reales en Sinaloa y el triunfalismo exacerbado de algunos de sus actores se convierte en apoteosis y ruina de la Cuarta Transformación en la tierra de los 11 ríos.

 

Reverso

A quienes lo creían extinto,
Les causará ruido que el PAN,
Ya abandonó su laberinto,
Y que además tenga un Plan.

 

¿Sinaloa es un PriMor?

Cuando el 19 de noviembre la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, asistió al tercer informe de labores del Gobernador Quirino Ordaz muchos lo vieron el espaldarazo como la señal de un pacto de largo alcance entre la Cuarta Transformación y el Puro Sinaloa. Ahora, con la atípica visita a Sinaloa del Secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, el 10 y 11 de enero, cobró más fuerza la conjetura del PriMor para la elección del Mandatario estatal en 2021. ¿Será? Por lo pronto la idea del PRI y Morena juntos anida en el imaginario político de los sinaloenses.