El país donde tocó morir

Jesús Rojas Rivera
31 marzo 2023

Jesús Rojas Rivera

jesusrojasriver@gmail.com

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México decidió ser el patio de retención de los migrantes que no logran ingresar a los Estados Unidos. Lo fue así desde la administración de Donal Trump y se ratificó en el gobierno de Joe Biden. Según la Organización de las Naciones Unidas y la agencia para refugiados ACNUR, en el mundo más de 103 millones de personas se desplazan para buscar una oportunidad de vida más allá de su país de nacimiento, principalmente por temas de hambruna, conflictos armados, guerras y sequías. México no está considerado un país destino de migrantes, es más bien un país de paso.

Marielos es una inmigrante salvadoreña que ingresó a México por la frontera sur con Guatemala, según el monitoreo de tráfico migratorio y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados COMAR, se reportaron 89 mil 636 solicitudes de reconocimiento de condición de refugiados en México como ella. Dejó El Salvador después de perder a toda su familia en la guerra de las “maras”; nacida en Santa Tecla, es una sobreviviente que ha podido ingeniárselas para ingresar a territorio mexicano sin ser “violada” en el camino. Situaciones lastimosas de abuso sexual, en las que muchas de sus compañeras se cuentan como víctimas sin justicia en el tortuoso camino al “sueño americano”. Migrante mujer.

Jean Pierre es un niño haitiano que viaja con su padre, su madre y sus hermanos a cualquier ciudad de los Estados Unidos. Dice Marié, la hermana mayor, que son sus cabellos rizados los que lo delatan con las autoridades migratorias. Entraron por Cancún vía Panamá con pasaportes de turistas, todo bien hasta que decidieron viajar por carretera a la Ciudad de México, para de ahí tomar un autobús con destino a Tijuana, la mítica ciudad fronteriza. En su paso, dos robos y el intento de rapto de Jean Pierre, que tiene un extraordinario parecido a “Webster”, el icónico personaje que Emmanuel Lewis interpretó en la serie del mismo nombre en los años 80. Migrantes en familia.

No se sabe exactamente en donde, pero fue entre Piedras Negras y Ciudad Acuña, Coahuila, en donde Jacinto perdió una pierna. Se la amputó un tren al caer sobre la vía cuando intentó saltar de vagón a vagón perseguido por un guardia ferrocarrilero que lo quería detener no para entregarlo a las autoridades migratorias, sino para quitarle el efectivo que llevaba. Era lo último, en el último tramo, era lo que le quedaba para pagar al “coyote” del que tenía referencia por un primo de él, que logró la hazaña del “cruce” en la pandemia y se coló hasta Georgia, en donde trabaja como ayudante de la construcción en los suburbios de Atlanta. Migrante con lesión invalidante.

Y Zakir, el viajero más lejano que pasa por estas tierras. Afgano que escapó de los horrores de la guerra para buscar refugio en el país que intentó, infructuosamente, tomar el control político del hoy emirato teocrático que años después de mil batallas, está en manos de los talibanes, los eternos enemigos de la patria que tiene por destino. De África en barco hasta Brasil, de Brasil a Colombia, de Colombia hacia Panamá, de ahí a Guatemala para ingresar a México en una balsa de llanta jalada por un mecate sobre el Río Suchiate. Aun con visa humanitaria de vigencia al 6 de enero de 2024 expedida por la Secretaría de Gobernación, fue extorsionado por decimoséptima ocasión en la travesía mexicana. Migrante con visa humanitaria.

Estas son las historias reales de migrantes con rostro y nombre. Mujeres y hombres, viejos, jóvenes e infantes que pasan todo tipo de peligros en la búsqueda de un sueño que tiene alcances de pesadilla. Les han robado, maltratado, discriminado y asesinado. Este es un tributo a todos los que han dejado la vida en México, como los últimos 40 de ellos, muertos en las oficinas del Instituto Nacional de Migración en Juárez, en el país en donde no les tocó nacer, sino donde les tocó morir. Descansen en paz, que Dios los reciba con el amor, el respeto y el cariño que nosotros les negamos. Luego le seguimos...