El obradorismo
Se han realizado análisis cuantiosos sobre las formas en que el obradorismo pretende concentrar poder y mantener su proyecto por largo tiempo. Es decir, los cómo opera, pero no se ha reflexionado lo suficiente en los para qué quieren el poder o cuál es el proyecto obradorista de fondo. Me parece que se debe reflexionar en ambas cosas. Cómo buscan concentrar poder y mantener apoyo popular y, por otro lado, para qué quieren el poder. Son cosas distintas.
La autodenominada cuarta transformación, en mi opinión, se sustenta en un proyecto económico de recambio de oligarquías con visión nacionalista y de “pueblo”. En su percepción de la historia, hasta ahora las élites económicas no han contribuido a la grandeza histórica de la nación, son la “mafia del poder”.
Para ello han mejorado salarios y entregado recursos de manera directa a costa de reducir la capacidad del Estado de otorgar servicios. Convertir en derechos los apoyos económicos mientras no se garantiza el derecho a la vida, la seguridad, la verdad, la justicia, la salud y la educación, entre otros. Eso es la “4T”. Transformar al Estado en un distribuidor de recursos y no en garante de derechos y servicios. Esta fórmula probó ser exitosa en las pasadas elecciones, pero solo esto no sería suficiente.
Entre los cómo mantener el poder habría que agregar una descomunal campaña propagandística sustentada en ideas simples y repetitivas en las que todos los días se denuesta a quienes no se pliegan al poder, el control político de la justicia, la militarización, la opacidad, el debilitamiento de los órganos autónomos, la erosión de la división de Poderes, la eliminación de la representación plural en el Congreso, la amenaza y la cooptación. El proyecto exige un Estado predemocrático.
El proyecto se sustenta, entre otras cosas, en todo esto. Pero, ¿para qué quieren el poder? Lanzo una hipótesis: para consolidar una nueva oligarquía con visión etnonacionalista, entendido esto en la visión trasnochada del obradorismo sobre Patria y Pueblo. Me explico.
Coincido con Claudio Lomnitz (El tejido social rasgado, Ediciones Era, 2022) en que el Estado abdicó a garantizar seguridad y justicia. Como parte del proyecto de “seguridad” se ha cedido el territorio al crimen organizado buscando con esto que sean ellos junto con el ejército, como lo fue después de la Revolución, quienes pacifiquen por la mala (asesinando y desapareciendo personas). Esto se puede ver en la reducción de detenciones, decomisos y enfrentamientos, así como en la expansión territorial, de mercados y actividades ilícitas del crimen organizado de todos los tamaños. De allí la afirmación presidencial de que allí donde solo hay un grupo criminal dominante hay menos homicidios. No se trata de un modelo de seguridad, sino de control territorial y de mercados lícitos e ilícitos por parte de grupos criminales y el ejército. ¿Para qué?
Lomnitz (Para una teología política del crimen organizado, Ediciones Era, 2023) afirma que AMLO se refiere a la “mafia del poder” como “el pináculo del crimen organizado. Pero una vez en la Presidencia, esa imagen de una pequeñísima mafia que todo lo controla fue cediendo su lugar a una categoría más difusa de ‘adversarios’, a quienes califica de ‘conservadores’”.
Estos “adversarios conservadores” ya no solo son la élite política y capitales aliados, sino todo quien critique al gobierno. Todos estos no son parte del “pueblo bueno”. Por su parte el crimen organizado sí es “pueblo bueno” que “se ha extraviado, debido a la necesidad impuesta por las inequidades del sistema neoliberal”.
Para consolidar ese mesianismo nacionalista, el obradorismo busca la creación de una nueva oligarquía de sectores que, según esta visión, estén comprometidos con el futuro de la Patria y no con aquellos vinculados con el conservadurismo del siglo XIX o con intereses extranjeros. En esta lista de oligarcas deseables se incluye al crimen organizado y a la élite militar. De allí la opacidad y la entrega de grandes proyectos económicos al ejército. Ninguna institución representa los ideales nacionalistas de AMLO como el ejército. Al centro del proyecto de la militarización de la seguridad se encuentra que tanto militares como criminales gestionen los mercados lícitos e ilícitos. Dentro de esta nueva élite económica también está la cúpula política y familiar del obradorismo que, según diversas investigaciones periodísticas, se ha enriquecido de manera ilícita con la garantía del respaldo político y el manto de impunidad.
En resumen, una cosa son los cómo mantenerse en el poder y otra los para qué. Allí se encuentra una reconfiguración de oligarquías con visión etnonacionalista o “pueblo-bueno-nacionalista”.
Mientras tanto, la democracia se seguirá difuminando y el horror profundizando.