El mundo, en una grave crisis humanitaria
Por más que las grandes potencias hegemónicas propalen a diestra y siniestra que la pandemia de la Covid-19 es la fuente que ha generado una estela de muerte de cientos de miles de habitantes y una crisis socioeconómica de hondo calado, lo real es que ellas, no solo el virus, son responsables de la aguda crisis humanitaria y deterioro del cambio climático del planeta.
Expertos en la materia han dejado en claro que “las personas más adineradas contaminan mucho más que la pobreza” por lo que “deberían pagar impuestos específicos para compensarlo”, como lo señaló hace unos días la Cumbre Climática COP26, en París.
Lucas Chancel, Codirector de la Escuela de Economía de París, lo documenta en claro: “El uno por ciento mas rico del mundo emitió en promedio 110 toneladas de C02”, esto es, del dióxido de carbono y oxigeno que existe como gas incoloro en condiciones de temperatura y presión estándar, que está íntimamente relacionado con el efecto invernadero, por persona en 2019.
Ello representa “el 17 por ciento de las emisiones mundiales del dióxido de carbono que proviene de los hábitos de consumo e inversión a esta categoría de la población”.
“El 10 por ciento de la población más acaudalada del mundo genera la mitad de las emisiones planetarias”, en tanto que “la mitad más pobre de la población apenas es responsable del 12 por ciento global, lo que es una medida de 1.6 toneladas de carbono por persona”.
Como podrán apreciar, hay una profunda desigualdad social en los aportes del cambio climático, que recae y afecta a las clases más humildes del planeta, en tanto que las naciones hegemónicas defienden a los grupos más ricos, a los que les vale un comino la crisis humanitaria en ciernes.
La crisis de la ecología; las deformaciones del clima y la degradación de las dos terceras partes del medio ambiente proceden de la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) y de la desforestación, la restante tercera parte.
De ese total emitido solo el 45 por ciento permanece en la atmósfera, 30 por ciento es absorbido por los océanos y el restante 25 por ciento pasa a la biósfera terrestre.
Los gases de efecto invernadero permanecen activos en la atmósfera mucho tiempo. Del C02 emitido a la atmósfera, el 50 por ciento tardará 30 años en desaparecer; 30 por ciento durará varios siglos y el 20 por ciento permanecerá varios miles de años.
Para afrontar un fenómeno tan diverso y complejo, como lo es el cambio climático, resulta indispensable la colaboración de todos los actores sociales, no solo de los gobiernos, sino de toda la población mundial, para encontrar soluciones y prevenirlo.
Desafortunadamente no es así. La inmensa mayoría de los poderes de las naciones hegemónicas aprovechan, para su beneficio e intereses, la crisis alimentaria, la escasez de agua, la falta de energía eléctrica, el saqueo de los hidrocarburos, el gas, y el usufructo de minerales como el litio.
La impunidad ambiental está en un alto nivel de riesgo para la humanidad, al igual que la inesperada y agresiva pandemia que ha dejado toda una estela de muertes en todo el mundo.
Las emisiones del CO2 pueden generar -de hecho, ya está acaeciendo- grandes daños a los ecosistemas y la biodiversidad, lo que indudablemente generan agudas crisis sociales.
Los países más afectados por el cambio climático, son Japón, Filipinas, Alemania, Madagascar, India, Siri Lanka, Kenia y Ruanda.
Pero eso no es todo. La pandemia de la COVID continúa expandiéndose con el rebrote de casos diversos del virus, pese a la inyección de las diversas vacunas a lo largo y ancho en la mayoría de las naciones hegemónicas.
Es lamentable que la pandemia del coronavirus y las catástrofes generadas por el cambio climático, que han dejado una estela de muertes de la especie humana, lejos de ser abordadas por la ONU, deje ambas crisis humanitarias en manos de las grandes potencias.
No entiende aún que el sistema neoliberal, que tanto pondera y atiende, se ha agotado en la inmensa mayoría de los países; que el mundo está inmerso en una profunda crisis humanitaria como la que he descrito modestamente.
Veremos y diremos que más es lo que sigue, no para el mal, sino para el bien de la especie humana y la madre naturaleza.