El mar y el derecho a una vida digna
Desde siempre, las sociedades humanas han formado parte de los ecosistemas que habitan, viviendo en estrecha relación con sus plantas y animales. Para muchas culturas, es imposible establecer una línea divisora entre “naturaleza” y “humanidad”. En la mayoría de las cosmovisiones indígenas, la unidad entre todos los elementos de los distintos ecosistemas es fundamental, entendiendo a la humanidad como un elemento más que compone la vida.
Las personas han moldeado sus prácticas y formas de vida dependiendo del entorno en el que habitan, generando vastos conocimientos que forman parte de sus distintas expresiones culturales. El mar es parte fundamental de la cosmovisión y cultura de muchos pueblos. Las personas que lo habitan han desarrollado formas de vida y tradiciones que no pueden entenderse ni transcender sin el mar y sus organismos. Este ecosistema está siempre presente en nuestras vidas. Incluso aunque no lo conozcamos personalmente, el mar alimenta nuestra imaginación y nuestros cuerpos. Nos invita a soñar e imaginar mundos desconocidos y criaturas únicas y, al mismo tiempo, es una fuente indispensable de alimentos para la humanidad.
Tristemente, el deterioro ambiental ha provocado un distanciamiento entre las personas y los ecosistemas. Ha expulsado a las y los jóvenes de sus comunidades, al dificultar la posibilidad de vivir dignamente de las labores campesinas y de pesca. Esto ha llevado a una gran pérdida de conocimiento respecto al aprovechamiento de los recursos naturales y a un deterioro significativo en la vida e identidad de las personas.
En Oceana, dialogamos constantemente con comunidades pesqueras, y la situación crítica en la que se encuentran es preocupante: el cambio climático, la contaminación de las cuencas de agua en los continentes, la falta de un marco normativo adecuado y de mecanismos de control y vigilancia han acelerado el deterioro de los ecosistemas, las especies marinas y los recursos pesqueros. Esto ha debilitado el tejido comunitario: jóvenes que enfrentan condiciones adversas para vivir de la pesca han abandonado sus comunidades, lo que vulnera la vida de quienes dependen del mar y pone en riesgo la capacidad de alimentar de manera sustentable al mundo.
Es fundamental generar mecanismos de colaboración entre autoridades, comunidades pesqueras y sociedad civil para escuchar las propuestas y preocupaciones de estas comunidades y, en conjunto, proteger y cuidar los ecosistemas marinos y los recursos pesqueros. Es necesario garantizar la continuidad de los pueblos que viven en íntima relación con el mar y asegurar que este siga siendo fuente de alimento para la humanidad.
El Estado mexicano tiene la obligación de garantizar los derechos humanos de las comunidades y pueblos pesqueros, entre ellos el derecho a un ambiente sano, a la identidad cultural, y a una alimentación y vida dignas.
El cuidado de los mares es fundamental para garantizar derechos humanos básicos. Se estima que en México más de 200 mil personas viven directamente de esta actividad, recreando su cultura y formas propias de vida, manteniendo viva una práctica cultural que ha alimentado a la humanidad durante miles de años. Además, millones de personas consumen diariamente productos derivados del océano, convirtiéndolo en una fuente indispensable de alimento.
Existe una creciente preocupación por el deterioro de los recursos marinos y la necesidad de implementar mecanismos de regulación y control. En México, el 40% de los peces capturados provienen de la pesca ilegal o irregular, lo que afecta la calidad de vida de quienes históricamente han vivido del y con el mar. Por ello, diversas voces de personas pescadoras han buscado ser escuchadas, resaltando la importancia de cuidar los océanos y los recursos pesqueros como una medida clave para garantizar sus derechos humanos básicos y una alimentación de calidad para el mundo.
Ante estas preocupaciones, Oceana implementó desde hace dos años una estrategia jurídica para que el Congreso de la Unión legisle a favor de la restauración de las diferentes pesquerías, garantizando así los derechos humanos de las poblaciones pesqueras. Actualmente, el tema está siendo analizado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), instancia que por primera vez revisará un asunto relacionado con la pesca. Ellos tienen la oportunidad histórica de impulsar medidas que garanticen el futuro de las poblaciones y comunidades pesqueras y, con ello, asegurar alimento de buena calidad para el mundo.