El infinito musical
El ser humano ha buscado siempre desentrañar el infinito; aborda su estudio desde todas las disciplinas imaginables, tanto las más cercanas, amigables y homogéneas, cuanto las que parecen antagónicas, irreconciliables y dispares: teología, filosofía, matemáticas, física, literatura, música, etc.
Sin introducir nuestra nariz en la historia, y centrándonos solamente en la literatura y la música, nos detendremos en el 2019 para referirnos a dos importantes obras publicadas en ese año: “El infinito en un junco”, de la filóloga española Irene Vallejo, al cual nos hemos referido en otras ocasiones, y “El infinito entre las notas. Mi viaje a través de la música”, del director italiano de orquesta, Riccardo Muti, considerado el sucesor de otro excelso director, Arturo Toscanini.
Muti, afirmó: “Mozart decía que la música más profunda es la que se esconde entre las notas. Es una idea increíble: entre una nota y otra, aunque estén muy unidas, hay infinito. El misterio está ahí, en ese espacio que encierra el universo. Y la tarea del músico, por tanto del director, es precisamente poder dar voz e interpretar la música que se encuentra entre una nota y otra: en definitiva, sacar a relucir lo que no está escrito interpretando con rigor lo que está escrito. Es una gran responsabilidad”.
Indicó que el podio que ocupa el director semeja una “isla de soledad”, porque le compete lograr que los músicos ejecuten las notas extrayendo de aquello que está escrito, el espíritu de lo que no está escrito. Recordó que Gustav Mahler solía expresar: “En la partitura está escrito todo, menos lo esencial”.
Enfático, puntualizó: “La del músico es una profesión que se elige por pasión, casi se podría decir que es una misión: en constante búsqueda de una verdad interpretativa, de una perfección inalcanzable”.
¿Persigo el infinito?