El Frente Amplio imitando a la 4T
El triunvirato PRI-PAN-PRD imitó a la 4T en el método para seleccionar a la candidata a la Presidencia. Su consulta fue tan criticada como la de Morena porque no completó el procedimiento, así como la de los morenos fue denostada por desigual. No obstante, la historia plagiaria no ha terminado ahí. Ahora va definiendo sus candidaturas según lo dicta el dedo de Xóchitl Gálvez, tal y como sucede en Morena bajo el índice de López Obrador.
Claro está que ni Morena, ni ahora el PRIAN son nada originales. Ese método lo inventó Plutarco Elías Calles en el PNR y fue continuado por sus vástagos PRM y PRI.
Así pues, aquí no hay nada nuevo. Lo que sí es interesante es que, por primera vez en la historia de México, la inmensa mayoría de los medios de comunicación tradicionales e incluso la mayoría de las plataformas, y destacadamente sus columnistas y articulistas, son sistemáticos y feroces críticos del Presidente de la República.
En efecto, la Presidencia Imperial, como ha llamado Enrique Krauze al presidencialismo clásico en México, que podríamos situar entre 1929 y 2000, el Poder Ejecutivo no tan sólo ejercía un dominio absoluto sobre los otros dos poderes, su partido, PNR-PRM-PRI, sino también sobre los medios de comunicación. Su poder era imperial.
En la actualidad, el Poder Ejecutivo no domina al Poder Judicial, ni controla a los medios de comunicación, al grado de que, para varios de ellos, como Reforma, El Universal, Radio Fórmula o TV Azteca y muchos más, y ya no se diga los comentaristas más leídos de esos medios y otros, tiene como su piñata preferida a López Obrador, sin importar que éste los confronte todos los días. Es decir, en este campo el presidencialismo se ha roto, ya no tiene el poder absoluto como lo tenía la Presidencia Imperial.
Bueno, a pesar de estas diferencias, vemos como la vieja tradición del presidencialismo clásico, donde desde ese sitial se decidían también las principales candidaturas del partido en el poder, ahora, casi de manera tragicómica y costumbrista, la Oposición, en este caso el PRIAN, también decide desde su cúspide; es decir, su candidata a la presidencia, Xóchitl Gálvez, da la orden de quiénes van a ser candidatos a puestos de elección federal, e incluso, municipal. ¡Para Ripley!
Por lo menos en Mazatlán vemos, ¿con ingenuidad o descaro?, como Guillermo Romero -a quien con mucho cariño algunos columnistas llaman “Memo” Romero- y Juan Alfonso Mejía López, con alegre desparpajo nos informan que, después de haber hablado con la señora Gálvez y los jefes del PRI y el PAN, uno va a ser candidato del Frente Amplio para la Alcaldía y el otro para la diputación del distrito uno. Xóchitl no es integrante de ninguno de los partidos, obviamente no es titular del Ejecutivo y, sin embargo, ¡está decidiendo las candidaturas de la Oposición!
Critican a Morena- particularmente al Gobernador Rocha Moya- por antidemocrático y, ¡oh sorpresa!, su candidata a la Presidencia, sin ser, repito, militante de ningún partido, define las candidaturas locales sin asamblea o convención alguna del PRIAN!
¡Este es el más risible de los presidencialismos porque aún sin siquiera ser candidata oficial ya decide quienes sí y quienes no, a dónde sí y a dónde no! ¡Y los acólitos, felices y sumisos!
¡Y, por supuesto, los propagandistas de varios medios lo comentan con alegría!
La tradición priista, la cual Morena sigue con mucha cercanía, establecía que las candidaturas locales las definían casi siempre los gobernadores; hecho que es muy evidente que sucede en la actualidad Rubén Rocha Moya; pero el PRIAN se fue más lejos: las candidaturas locales, y el caso mazatleco lo evidencia, las decide Xóchitl, su candidata a la Presidencia.
Algunos folkloristas llegaron a decir que el presidencialismo mexicano en gran medida era una derivación del machismo alfa. Esta absolutista cultura política, decían, no era más que resultado de un feroz patriarcado tlatoánico. Y, bueno, pues, la ingeniera Gálvez, parece querer inaugurar un matriarcado xochitquetzaliano.
Pero aún hay más, como diría Raúl Velazco:
Cuando se anunció el acercamiento de ex priistas a Morena le llovieron críticas externas e internas. Alguien dijo que el PRI se limpiaba al llevarse Morena la suciedad, y medio mundo le aplaudió. En contraste, Guillermo Romero, el virtual candidato del PRIAN a la Alcaldía de Mazatlán, quiso serlo de Morena a través de Marcelo Ebrard y no lo logró, pero ahora le festejan la bendición de Xóchitl, Alito y Marko Cortés. ¡Uf!
Bien que AMLO merece la crítica por sus decisiones recalcitrantemente presidencialistas y su inigualable capacidad para pelearse con tirios y troyanos, pero el silencio de los comentaristas ante los evidentes excesos personalistas y centralistas de Xóchitl y sus amigos prianistas no demuestra otra cosa que su deseo nada imparcial de sacar a Morena de Palacio Nacional a toda costa, olvidando el más mínimo equilibrio en el análisis periodístico.
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