El fantasma de la ansiedad

Rodolfo Díaz Fonseca
24 agosto 2020

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rfonseca@noroeste.com

@rodolfodiazf

En este tiempo de pandemia es normal que muchas personas experimenten ataques de ansiedad, miedo y angustia. Sin embargo, es el caldo de cultivo perfecto para desequilibrarlas, desestabilizarlas y enfermarlas.

El terror a contraer el virus congela el pensamiento e impide razonar con frialdad, calma y objetividad. No obstante, es preciso delimitar que la ansiedad no obedece a situaciones lógicas y objetivas. Es un virulento ataque de temor y estrés que obnubila la mente y le hace imaginar fantasmas que no están presentes, pero que amenazan con atacar y postrar seriamente a la persona.

El filósofo estoico Séneca, en sus cartas a Lucilio, compartió calibrados consejos para evitar dejarse llevar por la ansiedad: “Hay más cosas que pueden asustarnos que aplastarnos; sufrimos más a menudo en la imaginación que en la realidad”.

El pensador cordobés recomendó no anticiparse a los acontecimientos: “Un mal futuro puede ser verosímil: no quiere decir que sea certero. ¡Cuánto no esperado llegó! ¡Cuánto muy esperado no compareció nunca! Incluso, si un mal futuro debe necesariamente acontecer, ¿quién te obliga a sufrir su dolor ahora? Suficientemente vas a sufrir cuando llegue, mientras tanto preságiate mejores cosas”.

Insistió en que no necesariamente nos alcanzará el mal, de ahí que debamos pensar más positivamente: “Muchas veces sucede que un peligro cercano o incluso inminente detiene su curso, desaparece o pasa a otra cabeza: el incendio abre un camino para la fuga; a veces un derrumbe te deposita suavemente, o la espada se frena justo antes de tu garganta: muchos sobreviven a sus verdugos. Hasta la mala fortuna tiene sus caprichos: puede que llegue, puede que no llegue, mientras tanto no es; imagínate algo mejor… Por lo tanto, la esperanza al temor contrapone”.

¿Me acosa y devora el fantasma de la ansiedad?