El éxito es efímero

Rodolfo Díaz Fonseca
16 diciembre 2020

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Paolo Rossi se convirtió en leyenda de la squadra azzurra en 1982, cuando Italia se coronó campeona del mundo al vencer a Alemania por 3 a 1. En ese encuentro Rossi anotó solamente una vez, pero había clavado 3 y 2 goles en los anteriores encuentros, con lo que sumó 6 tantos y se proclamó campeón goleador del Mundial.

El mítico jugador había caído en un enorme bache de popularidad por inmiscuirse en un asunto de apuestas.

En los primeros partidos mundialistas no logró hacer nada meritorio y los fanáticos reprochaban que su entrenador, Enzo Bearzot, lo hubiera alineado. Sin embargo, con lo narrado en el primer párrafo, Rossi cambió su destino y conquistó la gloria.

Traemos estos jirones del deporte a la memoria, porque el 9 de diciembre falleció este gran personaje del futbol, y la prensa italiana recuperó una entrevista publicada el 20 de febrero, en la revista “Credere”, en la que declaró totalmente convencido que el éxito y la fama son efímeros:

“La educación que recibí fue decisiva, al igual que mi fe y mi familia, que fueron siempre un refugio seguro.

Además, siempre estuve convencido de que el éxito es algo efímero. Eso sí, logré resultados importantes, estuve muy satisfecho con mi trabajo y gané todo lo que pude ganar, pero al final siempre encontraba mucha más satisfacción en salir con mis amigos, en tener una buena relación con mi familia y con mi esposa. Estas son las cosas firmes y sólidas que se mantienen en el tiempo: esta es la verdadera felicidad. El éxito y la fama son cosas bellas que explotan ruidosamente y mueren con la misma rapidez. El camino que te lleva a la felicidad es otro y es cotidiano”.

¿Persigo obstinadamente el éxito y la fama?