El dios falible del futbol
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Muy duro este año, pero especialmente para varios símbolos culturales que nos dio Argentina, tales como Maradona, Quino y Marcos Mundstock de Les Luthiers.
Cada uno fue único en su campo.
Presiento que la muerte de Maradona va a ser también la muerte simbólica del futbol como lo conocemos. El mundial de Qatar de por sí es un exceso y todo lo que están haciendo los empresarios con la industria del futbol lo van a hacer colapsar más pronto.
Dicen que la definición moderna de árbitro es un hombre mal pagado que corre en un campo, regañando a 22 multimillonarios.
La comercialización ya tiene rato. En el mundial de Italia 90, el día de la final, el único objeto que no era marca Nike en la cancha era el silbato mexicano que, para la buena suerte, usaba el árbitro Edgardo Codesal.
Codesal, quien quedó marcado como uno de los “villanos” dentro de la exitosa carrera del argentino, hoy en el Olimpo deportivo.
El juez mexicano, nacido en Uruguay, fue el encargado de impartir justicia en la final del Mundial de Italia 90. Ahí, el colegiado cobró un polémico penal a favor de Alemania, a escasos minutos para el final del encuentro... y sacó dos tarjetas rojas contra los ches.
Aún lo culpan de que por su actitud, Argentina no ganó ese mundial en la segunda patria de Diego Armando y madre patria de muchos de sus paisanos. Recordemos también que fue un mundial de muchas faltas violentas y se volvió eso estratégico.
Para Eduardo Galeano, también uruguayo, Maradona “tiene que cargar con una cruz muy pesada en la espalda: llamarse Maradona. Es muy difícil ser Dios en este mundo y más difícil comprobar que a los dioses no se les permite jubilarse, que deben seguir siendo dioses a toda costa. Y el de Maradona es un caso único, el deportista más famoso del mundo, a pesar de que hace años que ya no juega, esa necesidad de protagonismo, derivada de la popularidad mundial que tiene. Quiero decir que es el más humano de los dioses, porque es como cualquiera de nosotros. Arrogante, mujeriego, débil… ¡Todos somos así!
Sí, estamos hechos del mismo barro humano, así que la gente se reconoce en él por eso mismo.
Maradona no luce ante Galeano y nosotros, como si fuera un dios que desde lo alto del cielo nos muestra su pureza y nos castiga.
Maradona es un dios como los dioses griegos: tan llenos de defectos como nosotros.
Leer mitología helénica es toparse con un catálogo de envidias y defectos por no tener la virtud en alto.
Y es que la gran ventaja de tener dioses falibles es que los puede uno culpar de sus errores.
A la fecha, muchos dicen que la guerra de Troya empezó porque una diosa no supo perder, y nadie piensa que quizá fue por asuntos comerciales, en el norte del Mar Jónico y la relación con Oriente que tenían los troyanos, envidiada por los rústicos aqueos.
De Aquiles, hijo de la Diosa Tetis y un simple mortal, se dice que le dieron a elegir en la otra vida en ser un inmortal como ellos en el Olimpo o bajar a la tierra y tener una vida breve, pero grandiosa.
Aquiles eligió lo segundo y es recordado por los siglos de los siglos, tanto por su combate, su corajuda y rencorosa actitud en el sitio de Troya y su extraña muerte, por una herida leve de flecha, en el talón.
Los elegidos de los dioses mueren jóvenes. No pueden ser como ellos en la tierra.
A Maradona parece que un oráculo le dijo: “Serás grandioso, conocido entre todas las tribus de la vasta tierra, pero solo te recordarán por dos goles”.
Entonces, lo menos que se parece a un dios virtuoso es la divinidad pagana que fue Maradona. Eso explica su prestigio. Se reconocen en él por sus virtudes, pero también por sus defectos.
Dejo de parafrasear a Eduardo Galeano y concluyo con su cita completa.
“Se convirtió en una especie de Dios sucio, el más humano de los dioses, eso explica la veneración universal que él conquistó, más que ningún otro jugador. Un Dios sucio, que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón, irresponsable, mentiroso, fanfarrón, pero los dioses, por muy humanos que sean, no se jubilan”.
Codesal, villano en la vida real de Maradona, hizo un breve epitafio.
“Tuvo una virtud que nadie pudo tener en el mundo. Hizo que parte de un país se vuelva en contra de sus propios futbolistas. Dividió Italia entre norte y sur e hizo que Nápoles fuera argentino. Fue mágico”, concluyó.
A Maradona, los argentinos le perdonaban todo. Eso nos vuelve humanos en un mundo donde todo se marca con dedo de fuego. Como decía Borges, enamorarse es adorar a un dios falible.