El día después

María Amparo Casar
11 marzo 2020

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amparocasar@gmail.com

 

Uno. Como tantos otros problemas a resolver, el de la desigualdad de género en todas sus manifestaciones es un problema sistémico que atraviesa a los sectores público, privado y social. El problema es transversal, la solución también tiene que serlo. Aunque no lo ha hecho, el Gobierno debe y puede poner el ejemplo, pero sin el acompañamiento del sector privado el alcance será limitado.

Dos. La magnitud de las manifestaciones del D8 y L9 refleja la magnitud de la desigualdad que padecen las mujeres y se niega a ser categorizada: no hay conservadurismo, ni complot, ni manipulación, ni raja política.

Tres. En la marcha y en el #elnueveningunasemueve no hubo clases sociales, chairos y fifís, empleadas y empleadoras, amloistas y oposición, explotadores y explotados, sólo hubo víctimas. En primerísimo lugar, de la violencia y, después, de la desigualdad. La polarización característica del discurso presidencial simplemente no tiene lugar en este movimiento y sus demandas. Las mujeres cerramos filas. Y sí, se extrañó un contingente de las mujeres funcionarias del gabinete “más igualitario”.

Cuatro. La narrativa y el monopolio de la agenda pública ejercida por el Presidente se pueden romper para dar cabida a otros datos, otros temas y otras perspectivas de cómo abordarlos.
Cinco. La popularidad se pierde si no se escucha, si no hay apertura y sensibilidad, si no se atienden los problemas, si no se dan resultados.

Seis. Tan fiero y voluntarista contra la corrupción, tan decretista y humanista, tan dado a las consultas populares, tan hábil políticamente, tan atento a escuchar al pueblo ¿por qué no en el tema de las mujeres? Qué fibra le tocamos que se mantuvo incólume. No quiso decretar un L-9 sin servidoras públicas ni cancelar la mañanera, no pudo declararse feminista y se dio el lujo de recalcar con orgullo -advirtiendo que a muchas no les gustaría- la caracterización de Margarita Maza como abnegada. Ayer reiteró en la mañanera que la posición de las mujeres no lo harían cambiar de enfoque.

Siete. Prometió que el domingo informaría de todas las acciones que hace en favor de la mujer. No lo hizo. Muchas de nosotras sí lo hicimos. Va una pequeña contribución: sobran datos que ofrecer, pero quizá el más dramático sea el castigo presupuestal a la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas de la FGR. En 2020 se le recortó 14.5 por ciento respecto a 2018. En 2019 sólo ejercieron 57 de los 76 millones de pesos aprobados, 25 por ciento menos de lo dispuesto por los diputados.
Conclusión: tener un Gabinete con muchas mujeres no significa tener un gobierno que valora la perspectiva de género. Pregunta: una de cada dos mujeres (10.7 millones) que votaron lo hicieron por López Obrador, ¿cuántas le hubieron dado su voto el domingo?
El día de la marcha asesinaron a seis mujeres; el lunes muchas tuvieron que ir a trabajar por necesidad o porque sus patron@s las obligaron. Esto quiere decir que el rotundo éxito de estos dos emblemáticos días es apenas el comienzo.

¿Qué nos toca el día después? Yo tomo el ejemplo de la Comisión Federal de Competencia, encabezado por una inteligente y valiente mujer -Jana Palacios- que no ahora sino desde el 2014, se ocupó de la política de género: estableció un Código de Ética y Conducta para impedir situaciones de abuso y discriminación acompañado de un Comité independiente con capacidad para proponer sanciones; emitió políticas de igualdad laboral y no discriminación; garantizó “procesos administrativos equitativos en el reclutamiento de personal, evaluación de desempeño, otorgamiento de incentivos, capacitación y ascenso profesional”; introdujo la selección de personal de nuevo ingreso “donde el sexo de los aspirantes se conoce hasta la ronda de entrevistas de los finalistas”; se definió un listado de criterios específicos, transparentes y universales que norman el esquema de promociones; se fortalecieron las habilidades de liderazgo del personal “con un enfoque para mujeres” (programa “Mujeres en ascenso”); se facilitó “la sensibilización de la desigualdad de género” entre el personal masculino; se promovieron mecanismos para promover “que mujeres y hombres se involucren en las responsabilidades familiares”; “se ampliaron de manera importante las licencias de maternidad y paternidad; se instrumentaron acciones para lograr un mejor balance vida-trabajo, se ofrecen conferencias sobre micromachismos y nuevas masculinidades …”