El descalabro de la alianza opositora
Los datos son contundentes: a partir de las tomas de protesta de Delfina Gómez en el Estado de México y Manolo Jiménez en Coahuila, Morena y sus partidos aliados gobernarán 23 entidades, donde habitan 90.8 millones de mexicanas y mexicanos.
El PRI, en cambio, pasará de tres entidades (donde gobernaba a 21.9 millones de personas), a dos: Coahuila y Durango, donde habitan 4.9 millones.
El PAN mantiene sus cinco estados (Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Yucatán), donde viven 16 millones de personas.
A partir de estas elecciones, Movimiento Ciudadano se vuelve más relevante que el PRI en términos de población gobernada, con Jalisco y Nuevo León, donde habitan 14.1 millones de personas.
En términos de electores concentrados en los estados que gobierna cada fuerza política, esto se traduce en: Morena y aliados, 69 millones; PAN, 12.2 millones; MC, 10.7 millones, y PRI, 3.7 millones.
Esto le da al partido del Presidente Andrés Manuel López Obrador una plataforma electoral de arranque de la sucesión, de la que no gozaron los ex presidentes Enrique Peña Nieto (el PRI gobernaba sólo 12 estados en las elecciones de 2018), Felipe Calderón (el PAN gobernaba sólo 5 estados en 2012), Vicente Fox (el PAN gobernaba 8 estados en 2006) e incluso Ernesto Zedillo (el PRI gobernaba 19 entidades en las elecciones presidenciales del 2000).
Los datos de Estado de México y Coahuila dejan ver, además, que el electorado mexicano no ha asimilado la fusión del PRI con los dos partidos que fueron su némesis durante la transición a la democracia: el PAN y el PRD.
Los dirigentes partidistas de la coalición (el priista Alejandro Moreno, el panista Marko Cortés y el perredista Jesús Zambrano) no han logrado superar el desprestigio que hundió a sus fuerzas políticas en 2018, y que los ha llevado a perder 17 entidades -y entregárselas a Morena- durante el sexenio lopezobradorista.
Según el Programa de Resultados Electorales Preliminares, ya con el cien por ciento de las actas computadas, en Coahuila el PRI pudo haber ganado solo la gubernatura con los 616 mil votos que aportó al candidato Manolo Jiménez, equivalentes al 47.3 por ciento de la votación estatal.
En Coahuila el PAN aportó apenas 89 mil votos a Manolo Jiménez (apenas un 6.8 por ciento) y el PRD, 35 mil 792 votos (se llevó un 2.7 por ciento, lo que dejaría al partido amarillo sin registro estatal).
Morena se colocó en Coahuila como una lejana segunda fuerza política, con 279 mil votos (21.4 por ciento). Y el voto de sus aliados, que declinaron ya de manera irrelevante hasta el final de las campañas, se dispersó: el PT se llevó 173 mil votos para su candidato Ricardo Mejía Berdeja, y el PVEM se cayó al último lugar, con apenas 35 mil 500 votos (2.7 por ciento).
En el Estado de México, según el PREP casi concluido, Morena se convirtió en primera fuerza política, con 2 millones 181 mil votos (35.2 por ciento), y el PRI pasó a segunda fuerza, con un millón 744 mil votos (28.1 por ciento).
El PAN aportó 699 mil votos (11.2 por ciento), que se quedan muy por debajo del millón de votos que el líder panista Marko Cortés le prometió a la candidata Alejandra del Moral.
Y el PRD, que en 2017 había sido la tercera fuerza estatal, se convirtió en el sexto lugar, con apenas 182 mil votos, equivalentes a 2.9 por ciento, que también lo dejaría sin registro en esta entidad.
Nueva Alianza, que también se coaligó con el PRI, alcanzó apenas el 1.9 por ciento de la votación, 119 mil votos.
Hay que recordar que en el caso de la coalición de Alejandra del Moral, los votos asignados son los que se cruzaron por cada emblema partidista, por lo que ahí queda claramente reflejada la voluntad del elector al decidir el recuadro por el que emitió su sufragio.
No ocurrió así en el caso de Delfina Gómez, que fue candidata común de Morena, PVEM y PT. En este caso, el acuerdo registrado ante la autoridad electoral mexiquense establecía una fórmula de reparto de los votos que garantizaba que los tres partidos alcanzaran al menos el 3 por ciento de los votos.
Dicha fórmula establecía que los primeros 9 puntos porcentuales de Delfina Gómez se repartirían de forma equitativa (3 por ciento a cada partido) y el resto se dividirían proporcionalmente: el 73.5 por ciento a Morena, el 16.25 al PVEM y el 10.25 al PT.
De esta manera, al Partido Verde se le asignó una votación de 622 mil votos (10 por ciento), que lo convirtió en cuarta fuerza política estatal, muy cercana al 11 por ciento del PAN.
Y al PT se le asignaron 459 mil votos, equivalentes a 7.4 por ciento.
En conclusión: la alianza Va por México vivirá nuevas tensiones tras la caída del PRI en el Estado de México y su triunfo contundente en Coahuila.
Al PAN se le abre la disyuntiva de mantenerse aliado con el PRI de Alejandro Moreno, o resucitar su alianza de 2018 con el MC de Dante Delgado.
Para el PRD se vuelve urgente encontrar un aliado que lo mantenga vivo. Su votación de menos del 3 por ciento en ambos estados es un pésimo augurio para lo que viene en 2024, cuando se renovarán, además de la Presidencia de la República, las dos Cámaras del Congreso, ocho gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
La alianza opositora sufrió un fuerte descalabro, justo a un año de la gran cita electoral del 2 de junio de 2024, y cuando sus aspirantes a la Presidencia demandan ya acuerdos, método y tiempos de su contienda interna.
Mientras Morena sigue cosechando triunfos, a ellos se les agota el tiempo.