El cuenismo hecho pedazos
El cuenismo erigió una estructura vertical sumamente dependiente de su líder. En lo inmediato, eso será la principal causa de su derrumbe.
Tanto en la UAS, como en el Partido Sinaloense, las decisiones trascendentales pasaban inexorablemente por Héctor Melesio Cuén Ojeda, cuya mayor ambición siempre fue la expansión política de su movimiento.
En los últimos meses, sin embargo, su gran anhelo de competir por la Gubernatura de Sinaloa se complicó por los más recientes fracasos electorales y los escándalos de corrupción que comenzaban a poner en riesgo su más preciado coto de poder.
Este escenario adverso lo mantuvo ocupado hasta el final de sus días, orquestando la estrategia de defensa para resistir las embestidas dentro y fuera de la Universidad.
La obsesión de Cuén por mantener el control de la UAS era tal, que parecía dispuesto a comprometer la libertad de sus subordinados, amigos y hasta la de su propio hijo.
Nadie se atrevió a contradecir o traicionar a Cuén mientras estuvo con vida. Todos parecían dispuestos a inmolarse y ofrecerse en sacrificio como la más notable muestra de lealtad y sumisión.
Pero la inesperada partida de Héctor Melesio dejó huérfano al movimiento, que ya de por sí se notaba diezmado y cansado por más de un año de confrontaciones y disputas legales.
Con la muerte del Maestro, el cuenismo quedó fragmentado, y el poder se diluyó entre unos cuantos liderazgos débiles y desarticulados, como los que ahora representan Jesús Madueña, Robespierre Lizárraga, Antonio Corrales, Angélica Díaz, Arnoldo Valle, Rafael Mendoza y Jorge Milán. Ninguno de ellos es capaz de unificar y movilizar por completo a las bases.
Sin un liderazgo capaz de aglutinar los pedazos que quedan del cuenismo, los endebles oficiales ya experimentan el dilema del prisionero, y angustiados comienzan a hacer cálculos sobre la inconveniencia de permanecer unidos, teniendo en cuenta que en cualquier momento uno de ellos puede traicionar al grupo.
El movimiento en “defensa de la autonomía” ya no tiene credibilidad, a los escándalos de corrupción se le suman los posibles nexos con el crimen organizado, los maestros dejan el temor de lado, el miedo se disipa, más voces se pronuncian en favor de los cambios, la reforma es inminente.
Por si fuera poco, se habla de que los familiares del fallecido se acercaron pidiendo clemencia, y que por una cuestión humanitarias el hijo de Cuén podría ser indultado de los delitos por los que se le persigue.
Si esto llega a ocurrir, es seguro que los demás no tardarán en abandonar el barco, se deslindarán del cuenismo, apoyarán la reforma, y los que tengan causas penales buscarán un acuerdo reparatorio con tal de evitar sufrir consecuencias más severas.
Una vez que el Congreso del Estado recibió, dio lectura y escuchó las propuestas para reformar la ley orgánica de la UAS, la comunidad universitaria deberá ponerse de acuerdo para establecer las prioridades que deberán incluirse en la nueva ley. Hay temas encontrados que todavía deben ser puestos a debate y resueltos por consenso.
Para ello, CIVITAS convocará en una asamblea democrática a todos los universitarios que presentaron iniciativa de ley, para que deliberen sobre los puntos más esenciales que la reforma debe incluir.
El resultado de este ejercicio será devuelto al Congreso del Estado y entregado formalmente al Consejo Universitario, exigiendo la apertura del máximo órgano de gobierno de la UAS para que los representantes de cada escuela escuchen y opinen sobre las propuestas que se han elaborado.
Si a los universitarios se les impide presentar sus propuestas de reforma ante el consejo, habrá constancia de que son las mismas autoridades universitarias las que entorpecen y hacen oídos sordos a las inquietudes de su comunidad, y por lo tanto no tendrán elementos para interponer amparo sobre los cambios que se hagan a la Ley Orgánica.
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jorge.ibarram@uas.edu.mx