El consuelo de la música
La palabra consolar, en hebreo (nhm), significa “volver a respirar”, “recuperar el aliento”. En el griego, parakaleo, remarca la acepción de “alentar y confortar a los que sufren”. En latín, consolari, remite a “calmar, aliviar”. Una importante tarea de los profetas era la de consolar al pueblo afligido, mientras llegaba la era mesiánica de paz y alegría (Is 40,1s).
Cuando el filósofo Boecio estuvo encarcelado, en espera de ser ejecutado (año 524 de nuestra era), escribió un famoso texto llamado Consolación de la filosofía. Es un diálogo que entabló con la dama Filosofía, a quien narró su desgraciada suerte y le abrió su agobiado corazón. Comentando este texto, el filósofo Bertrand Russell, anotó: «Escrito cuando estaba, en prisión y condenado a muerte, es tan admirable como los últimos momentos del Sócrates platónico”.
Emulando esta obra, el ensayista y poeta español, Ramón Andrés (nacido en 1955), escribió un libro titulado Filosofía y consuelo de la música, donde hizo referencia a una xilografía de la obra “ctaginta emblemata moralia nuova (Ochenta nuevos emblemas morales), publicada en 1630 por el luterano Daniel Cramer. La xilografía muestra a un prisionero con las piernas trabadas en un cepo, mientras que con las manos libres toca el laúd y la música le sirve de consuelo en su desventura.
El Instituto Sinaloense de Cultura reparte el consuelo de la música a raudales. Ayer, el Coro de la Ópera de Sinaloa ofreció un concierto de canciones mexicanas, en el Teatro Socorro Astol. Hoy, a las 19:30 horas, en el Teatro Lince de la UAdeO, la OSSLA interpreta la Segunda Sinfonía, de Sibelius, y Zapata, un estreno del violinista sinaloense Samuel Murillo. Mañana, a las 18:00 horas, en el MASIN, la Banda Juvenil Sinaloense ofrecerá un concierto especial.
¿Me consuela la música?
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