El CIP de Teacapán, a la lotería de la 4T. Toledo y Las Cabras, motivos de AMLO

Alejandro Sicairos
23 septiembre 2020

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alexsicairos@hotmail.com

 

Podría ser que el único que hizo negocios en Teacapán haya sido el ex Gobernador Antonio Toledo Corro, quien en 2009 le vendió al Fondo Nacional de Fomento al Turismo 2 mil 284 hectáreas de su rancho Las Cabras, y otros terrenos que no eran de su propiedad, con un costo de mil 200 millones de pesos. Y ayer el Presidente Andrés Manuel López Obrador sentenció al desarrollo turístico Playa Espíritu con rifarlo si ningún inversionista se interesa en comprarlo.

El pomposamente llamado Centro Integralmente Planeado se convirtió en arena cara y conflicto comunal por la tenencia de la tierra. El predio, referenciado como sitio que le gustaba visitar a los viejos capos del Cártel de Sinaloa, huella del fracasado Plan Cocotero y finalmente vendido a precio de oro al entonces Presidente Felipe Calderón, está en la mira de la Cuarta Transformación dentro de los objetivos del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado.

Ese trato turbio se le metió a AMLO entre ceja y ceja desde que andaba en campaña en 2018 y una vez electo para llevar las riendas de México aumentó la sospecha y desconfianza hacia el fallido complejo que completaría la oferta de sol y playa que ofrece el sur de Sinaloa. Pero antes que López Obrador, el capital turístico ya le había expresado el “fuchi, guácala” al CIP de Teacapán, por el desinterés en establecerse allí.

Tiene razón López Obrador. El gobierno de Felipe Calderón salió de la noche a la mañana con la idea de comprar los terrenos de Las Cabras, caros y muy estigmatizados por la forma en que Toledo Corro se hizo de esa superficie siendo Secretario de la Reforma Agraria, cuando convirtió el rancho en la meca sinaloense: helipuerto, canal privado de navegación para yates, centro de grandes reuniones con políticos nefastos de aquellos años aciagos y, alrededor, comunidades empobrecidas y explotadas.

La historia de Las Cabras y fundos circunvecinos está manchada del negro de la narcopolítica y ni el ininterrumpido oleaje que peina la playa ha sido suficiente para limpiarla. Siendo Gobernador Mario López Valdez intentó remozar con fines de olvido aquellas estampas que los escuinapenses recuerdan cuando la finca de Toledo era el corazón y letrina del estado, pero la terca realidad se empeña en sacar a relucir las garras y cola del llamado “Tigre de Escuinapa”.

López Obrador siempre ha conocido ese episodio de la política del que muy poco se hace referencia en el ámbito local. En enero de 2019 conoció el CIP de cara amable pero de entrañas podridas y planteó las opciones de continuarlo como desarrollo turístico con la participación del sector privado, subastarlo para recuperar una parte de lo invertido o venderlo. Hoy parece decidido a rifarlo.

Sin embargo, ha de haber alguna manera de colocar el CIP en el mercado turístico nacional e internacional para venderlo y aprovechar el recurso económico obtenido en beneficio de la región que ha sufrido todas las privaciones imaginables junto a un complejo particular que irradia riqueza. Escuinapa se convertiría en otro puntal sureño del desarrollo si se le inyecta el dinero que se obtenga por la venta del CIP.

Es que otra rifa similar a la del avión presidencial resultaría dañina y ofensiva si el mismo manejo se aplica al proyecto de Playa Espíritu. En caso de surgir un comprador es mejor regresar el recurso en inversión pública, en lugar de fraccionar las más de 2 mil hectáreas y sortearlas para que los beneficios queden tan dispersos como intangibles. ¿O quiere López rifar un desarrollo turístico sin desarrollo turístico?

La idea del Presidente parece ser sacar a la venta cachitos de lotería donde cada premio consistiría en uno de los 5 mil 500 lotes que integran el CIP. Quien obtenga esa fracción del terreno dispondrá de arena caliente, una vista al mar tal vez desde la palapa o la casa que pudiera construir a orillas del Océano Pacífico, pero con el tiempo aquello será una comunidad sin futuro, inviable como destino de playa y oportunidad desperdiciada en la tómbola de la ocurrencia.

Hasta ahora el único que ha hecho negocio con los arenales de Playa Espíritu es Toledo Corro. Los desarrolladores turísticos son ahuyentados por los altos precios en que les quieren vender los terrenos, los gobiernos federal, estatal y municipal ya no le meten ni un peso y los comuneros de San Pedro Chametla poseen títulos desde la época virreinal que prueban que les pertenece a ellos la mitad de la superficie vendida a Fonatur.

Con esos datos a la mano, qué otra cosa puede hacer López Obrador aparte de buscar la manera de deshacerse de un área caliente donde alguna vez aterrizaron las avionetas de grandes capos de época sobre una pista construida a base de conchas. Aquellos años del cierre del Siglo 20 pesan demasiado en quienes reciben propuestas para que compren viento y sol y de regalo reciban la leyenda negra que se aferra a ese territorio.

 

Reverso

Si de plano los números no dan,
Podrían atraer más visitas,
Si les relatan a los turistas,
La sombra negra de Teacapán.

 

Atisbos de intolerancia

Según los expertos, todo indica que los hackeos a los sitios digitales de medios de Sinaloa solamente son un ensayo de ataques cibernéticos que preparan una gran arremetida cuando sea necesario cerrarle el paso a información incómoda. La constante de los afectados Noroeste, Revista Espejo, Línea Directa y Ríodoce es que manejan noticias de temas políticos con posturas críticas. Va de nuevo: ¿quién está detrás de las nuevas agresiones a la libertad de expresión? Tarde o temprano se sabrá.