El Carnaval como termómetro político

Arturo Santamaría Gómez
25 febrero 2023

santamar24@hotmail.com

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El Carnaval de Mazatlán, como seguramente lo es también el de Veracruz o el de Río de Janeiro, tiene una importancia que va más allá de ser una expresión de la psicología de sus pueblos y de ser un símbolo cultural relevante- lo cual ya de por sí no puede ser ignorado ni por sus estudiosos ni por los políticos- es al mismo tiempo un fino termómetro para observar la satisfacción de los ciudadanos ante sus gobernantes.

En el carnaval se expresan las muchedumbres, las cuales, nos dice Gustavo Le Bon -al margen de sus inaceptables teorías racistas- que los individuos integrados a una masa se expresan espontáneamente donde la conducta colectiva subordina a la individual. En el carnaval, hombres y mujeres se atreven a comportarse de una manera más audaz y libre porque los cobija no el anonimato sino la muchedumbre que por tradición sabe que la fiesta permite muchas licencias no concedidas por la vida cotidiana.

En el comportamiento de las masas siempre hay iniciativas individuales; es decir, necesariamente hay voces que inician antes una acción, pero los demás se suman y hacen coro porque concuerdan con la propuesta del que generó la chispa. No es gratuito, entonces, que la muchedumbre suela actuar al unísono en determinadas condiciones.

Bueno, pues, en el Carnaval mazatleco de este año, ampliamente celebrado por las mayorías, aunque en las redes se hayan manifestado, como es normal, opiniones discordantes, pudimos contemplar, sin votaciones ni encuestas, claras manifestaciones políticas de las masas.

La más visible y celebrada fue la quema del monigote bautizado como “El Alquimista” y que, sin duda, representaba a “El Químico” Benítez Torres. No hay aún colofón en el juicio al defenestrado ex Alcalde de Mazatlán, pero, tal y como lo señaló el periodista Alejandro Sicairos en una de sus columnas en este diario, las masas o si usted quiere “el pueblo bueno”, ya dictó su sentencia: culpable. La celebración de la Quema del Mal Humor carnavalesco, con abundantes gritos de alborozo, nunca había sido recibida con tanto júbilo como lo fue en esta ocasión. El pueblo, las masas, la muchedumbre, “la raza”, diría un amigo mío, estaba deseosa de que “los bolcheviques”, es decir, el tribunal que propuso al monigote que fue llevado a la hoguera, cumpliera su sentencia. “El Químico” ya fue condenado moralmente por el pueblo y políticamente tatemado.

Por otra parte, hay otros actores en este hito que salieron reivindicados: Raúl Rico, el timón en la organización del Carnaval; el Gobernador Rubén Rocha, quien se arriesgó a que lo sopesara la muchedumbre mezclándose con ella durante el primer desfile; el Alcalde Édgar González, que si bien no fue aclamado como el Gobernador nadie lo repudió y fue saludado por mucha gente; pero, inesperadamente, según vemos en algunos videos, Fernando Pucheta, ex Alcalde, fue saludado cálidamente por numerosos porteños. Y, bueno, sin duda alguna, la invencible Gloria Gaynor, de quienes decían algunos no era más que una reliquia setentera, y demostró mantener una gran voz y carisma, la cual fue aclamada, incluso, por las y los jóvenes, sobre todo “las”, cuando interpretó el himno de varias generaciones I will survive.

El Gobernador Rubén Rocha ha estado metido en agrias e innecesarias polémicas con el sector periodístico, lo cual en el medio no le ha ganado buenas opiniones, pero, si lo medimos por lo que vimos en el desfile del Carnaval, no le ha afectado en nada. Es evidente que al doctor Rocha le importa más la opinión del ciudadano que solo vota y no opina, como lo hacemos los articulistas y columnistas, pero tanto para él como para los lectores, es mucho más sano que el gobernante aguante la vara de la crítica. Y lo digo sabiendo que él ha externado una opinión favorable a mi trabajo como articulista. En fin, al margen de lo anterior, sin ninguna obra espectacular Rocha Moya sigue en el ánimo, según las encuestas y los asistentes al desfile del Carnaval, de la mayoría de los sinaloenses.

Édgar González puede decir que la ciudadanía no le ve mal, si vemos lo que aconteció en el Carnaval, pero no deja de sorprender que el ex Alcalde Pucheta, sin ningún cargo público, sin visibilidad política aparente, mantenga popularidad. Quizá sea su constante permanencia en las redes o un trabajo organizativo que desconocemos lo que hace que se mantenga como un actor político que seguramente quiere ser considerado para el 2024. Es evidente que el Gobernador Rocha lo quiere tener cerca, de no ser así no lo hubiese invitado a su Gabinete al que renunció a la llegada de Benítez Torres, pero el PRI quizá no quiera dejarlo de lado, y el partido naranja y el morado flirteen con él. Sesenta mil votos en la elección de 2018 no son cualquier cosa.

Finalmente, habrá que decir que Raúl Rico, acusado reiteradamente de corrupción por “El Químico” Benítez, organizando un carnaval contrarreloj y con pocos recursos, aunque auxiliado de último momento por el Tercer Piso sabiendo de la importancia política de la fiesta porteña, devolvió a los sinaloenses una fiesta digna y gozosa como pocas veces en los últimos años.

El jurado neoyorquino que sentenció a Genaro García Luna ha puesto feliz al inquilino de Palacio Nacional. Le dio la razón a sus reiteradas acusaciones sobre la complicidad delictiva del jefe policiaco calderonista con el Cártel de Sinaloa, pero sobre todo alimentó poderosamente la narrativa política de la 4T en su constante crítica a Felipe Calderón y a los gobiernos panistas. Por lo pronto, lo más seguro es que ese golpazo fortalezca a Morena en las próximas elecciones en el Estado de México y Coahuila. Después, ya veremos.