El cambio de la Navidad

Rodolfo Díaz Fonseca
27 diciembre 2019

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Una cosa es celebrar la fiesta de Navidad y otra muy distinta vivir en serio el sentido de este trascendental acontecimiento.
Al reunirse con miembros de la Curia Vaticana, el Papa Francisco los exhortó a vivir la Navidad poniendo en práctica el mandamiento de Cristo: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,34-35). Aquí, de hecho, Jesús no nos pide que lo amemos a Él como respuesta a su amor por nosotros; más bien nos pide que nos amemos unos a otros con su mismo amor”.
Recordando las palabras del cardenal Newman: “Aquí sobre la tierra vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones”, Bergoglio invitó a insertarse en un proceso de incesante cambio, no al estilo gatopardista sino en un camino de conversión y transformación interior.
“A menudo sucede que se vive el cambio limitándose a usar un nuevo vestuario, y después en realidad se queda como era antes”, dijo el Pontífice.
El verdadero cambio implica una ruptura pero también una memoria de continuidad.
“Apelar a la memoria no quiere decir anclarse en la autoconservación, sino señalar la vida y la vitalidad de un recorrido en continuo desarrollo. La memoria no es estática, es dinámica... como dijo ese gran hombre [G. Mahler tomando una metáfora de Jean Jaurès]: la tradición es la garantía del futuro y no la custodia de las cenizas”, precisó.
Empero, no hay que descoyuntar con impaciencia a quien debe madurar: “en la tensión entre un pasado glorioso y un futuro creativo y en movimiento, se encuentra el presente en el que hay personas que irremediablemente necesitan tiempo para madurar”, resaltó.
¿Vivo el cambio de la Navidad?