El cacicazgo de Arcelia Prado en Salud. Doce años después se aferra en seguir

Alejandro Sicairos
16 mayo 2022

A contracorriente de la tendencia moderna que sofoca cacicazgos y le aviva los ánimos a la democracia gremial, Arcelia Prado Estrada intentará en las próximas semanas lograr un cuarto período como dirigente de la sección 44 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, tratando de cautivar ahora a la Cuarta Transformación como en su momento sedujo a gobiernos de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional. Ella le apuesta al secuestro de los órganos deliberativos internos con la amenaza de que perderán derechos aquellos que se expresen en su contra.

Si acaso consolida la tercera reelección a pesar de que gran parte de sus representados no lo desean así, Sinaloa tendrá otra camarilla del poder que envidiaría hasta a Fidel Velázquez, el sempiterno ex líder del movimiento obrero mexicano. Sin embargo, no la tendrá fácil porque la resistencia a que se prolongue su Maximato en el SNTSS 44 se organiza en un frente común para truncarle los sueños de perpetuidad.

Desde 2010 ella está al frente del SNTSS en Sinaloa y solamente puede entenderse el “arceliato” siguiendo el rastro del uso abusivo que ha hecho de la organización laboral dando lugar a la crisis que le tronó en las manos al Gobernador Rubén Rocha Moya al asumir el cargo, donde auténticos trabajadores de la salud fueron abandonados a su suerte, sin base ni salarios y prestaciones dignas, contra alrededor de 300 que resultaron privilegiados al ser parientes, amigos o incondicionales de Arcelia Prado, desbarajuste que el Mandatario estatal procede a corregir.

Este tema naufragaría en la irrelevancia a no ser porque el sindicalismo sinaloense también debe transitar a tiempos de renovación, así como Sinaloa se sacudió regímenes autoritarios y malévolos para los cuales la corrupción fue caldo de cultivo de las peores prácticas del poder público. Nunca se supo en que quedó la sacudida que Rocha intentó en los primeros meses de gobierno para librar a las secciones 27 y 53 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de prácticas parasitarias y controles abusivos, pero la operación debe continuar por el bien de los trabajadores convertidos en rehenes de sus representantes.

El Sindicato de Trabajadores de la Salud ha tenido más como enemigo a quien lo encabeza, que al Gobierno mismo. La habilidad de Arcelia Prado para sobrevivir aun en sexenios de signo distinto al del PRI en el que milita, la ha salvado y hundido a la vez. Aprovecha a la perfección la debilidad táctica y política de sus opositores que no han podido ir en bloque a derrotarla sino fragmentados a robustecerla.

La primera reelección la obtuvo Arcelia Prado en agosto de 2013 a pesar de que los contrarios sumaron juntos más votos. Ella logró el refrendo con 2 mil 174 apoyos, mientras que los contrincantes sumaron 2 mil 646 pero votos dispersos. En 2017 pudo ratificarse de nuevo con 3 mil 393 votos contra 2 mil 655 de Mary Paz Rodríguez, lo cual cerró la brecha entre los adeptos y los rivales. En dos reelecciones que lleva, y en la tercera que pretende, ha jugado con la enorme ventaja de tener al sindicato y sus recursos humanos y económicos para hacer campaña.

Esta vez sus opositores dan señales de que aprendieron las moralejas anteriores y de que podrían implementar un pacto entre sí, con Víctor Javier Garza presidiendo la planilla, tendiente a ganar en junio las elecciones internas del SNTSS 44. El perfil que presentan tiene una trayectoria honorable en dirección sindical y es quien recientemente operó para que Rocha Moya atendiera las demandas de los planteles Conalep de Sinaloa desactivando el paro laboral. “Encontramos a un Gobernador muy atento a las solicitudes, empático y solidario”, les dijo Garza a sus agremiados.

La dificultad para acabar con el terco continuismo de Arcelia Prado consiste en que ésta utilice la estructura del SNTSS para inclinar a su favor el fiel de la balanza sindical, que logre encantar a las autoridades que integran el Gobierno de Morena y que desde la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado el Secretario General Joel Ayala maniobre para alterar la libre participación y decisión de los trabajadores de Salud. Así lo ha hecho durante tres elecciones internas; de seguro el método será igual en 2022.

Para permitir la democracia sindical Arcelia debería retirarse de la contienda y, en el mejor de los casos, ser puesta a disposición de los órganos intramuros de rendición de cuentas. En diciembre de 2021 su caso fue llevado a la tribuna del Congreso del Estado cuando los diputados Pedro Villegas Lobo y Viridiana Camacho Millán la acusaron de asignar 300 plazas de base de manera anómala y más de 600 movimientos irregulares de cambios de código.

De todo esto volverá a hablarse en unos días al empezar el proceso de elección de dirigente del SNTSS. Si Arcelia Prado retiene el dominio del sindicato quedará claro que puede más el tráfico de influencias que el derecho de los trabajadores a mejorar sus liderazgos; si al fin logra derrocarla la disidencia, significará el punto de quiebre para encarrilar a los agremiados hacia la justicia laboral y la oportunidad legítima que buscan enfermeras y médicos para ser parte de esta organización laboral, pero por los méritos y vocación de servicio, no por la “palanca” y el soborno.

Alguien detenga ese alud,

Del cacicazgo insensato,

Que le causa al sindicato,

El deterioro de su salud.

Se agotó el gobierno de Enrique Peña Nieto y la justicia no llegó para Javier Valdez Cárdenas, el periodista y escritor asesinado en Culiacán el 15 de mayo de 2017. Va hacia la recta final el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y el autor o los autores intelectuales del homicidio continúan sin castigo. ¿Qué poder de facto más enorme que el de la llamada Cuarta Transformación que tiene el control político total en México, se coloca por encima para obstaculizar el castigo pleno a los criminales? No hay olvido ni silencio; si acaso hay espera. Y hay Javier Valdez para siempre.