¿El anime dominará el mundo del entretenimiento?
A finales del septiembre pasado, asistí a la Animole 2024, una convención dedicada al mundo del manga y el anime que reúne a vendedores de coleccionables, artistas, cosplayers, actores, además de fans de esta temática. El evento también contó con la presencia de marcas reconocidas como Sanborns, Elektra, Farmacias Similares, etc. No obstante, lo que más captó mi atención fue la presencia de familias con niños pequeños donde la mayoría iba disfrazada de sus personajes favoritos de anime. Lo que lleva a plantarse por qué y cómo la subcultura Otaku se ha vuelto parte fundamental de la cultura mainstream.
La pandemia de Covid 19 llevó a los usuarios a explorar nuevos tipos de contenidos audiovisuales, encontrando en el anime narrativas que rompían con lo ya establecido por las series y películas de la cultura occidental. Esto provocó que, en 2020 y 2021, la demanda global de anime creciera un 118 por ciento. Este crecimiento se refleja en plataformas de streaming como Hulu y Netflix, cuyos catálogos incluyen un 11.8 y un 9 por ciento de contenido de anime, respectivamente. Además, destaca el caso de plataformas especializadas como Crunchyroll, adquirida por Sony en 2021 en un acuerdo valorado en mil 175 millones de dólares.
México y Latinoamérica han tenido un vínculo estrecho con la animación japonesa desde su llegada en los años 70, pasando por el boom de los 90, hasta consolidarse en la actualidad como la región con mayor demanda de anime en plataformas de streaming, sólo superada por Japón.
La aceptación del anime en la cultura mainstream latinoamericana puede explicarse a través del proceso de desterritorialización y relocalización de la industria japonesa, lo que dio lugar a la latinización de este tipo de producciones audiovisuales. Este fenómeno se ha desarrollado gracias a tres factores principales: la censura en escenas violentas o sexualmente explícitas, el enfoque en el público infantil, y el doblaje, siendo este último quizás el más influyente debido al uso de modismos y expresiones propias de la región que generaron una mayor conexión con el público.
La latinización se refiere a la apropiación y reinterpretación de un anime, adaptándolo a las creencias, vivencias y estereotipos de una región. Hoy en día, muchos jóvenes en redes sociales han incorporado elementos narrativos del anime para manifestar sus emociones. Expresiones como desarrollo de personaje para referirse a situaciones o experiencias difíciles, o capítulo de relleno para describir días tranquilos y carentes de emociones, o la sensación de sentirse el prota del anime para expresar confianza, reflejan cómo el anime ha trascendido de la pantalla a la cotidianidad de millones de internautas.
No obstante, la desterritorialización y relocalización del anime no son fenómenos exclusivos de Latinoamérica. Gracias a la adaptación de este género a nuevos formatos audiovisuales, el anime ha logrado visualización y aceptación nunca imaginadas. En 2023, Netflix se arriesgó con la adaptación live-action de One Piece, uno de los animes más longevos de la historia, lo que representaba un desafío importante. Sin embargo, el creador de la obra, Eiichiro Oda, estuvo involucrado en todo el proceso de producción, asegurando un equilibrio entre el material original y los cambios necesarios para adaptar la historia al nuevo formato y a una audiencia no acostumbrada al anime. El resultado fue un éxito: la serie ha sido clasificada como la mejor adaptación live-action de un anime hasta la fecha, con un 94 por ciento de aprobación por parte de los fans y un 81 por ciento de la crítica en el sitio Rotten Tomatoes, y ya se encuentra en producción una segunda temporada.
Además, instituciones como El Vaticano han tomado la decisión de ir más allá de la colaboración, integrando elementos del manga japonés en la creación de su mascota para el año jubilar 2025, denominada Luce. Este simpático pastorcito presenta características inconfundibles de los personajes del dibujo del manga y anime, como el tamaño prominente de sus ojos y un estilo de ilustración que recuerda a la estética Kawaii. Este diseño no es una casualidad, ya que la institución declaró su intención de conectar con el público más joven de su comunidad a través de la cultura popular.
Pero la pregunta persiste: ¿por qué el anime ha logrado está mimetización tan profunda? ¿Por qué en París 2024 hubo tantas referencias al anime en poses, vestimentas y frases por parte de los competidores? Porque detrás de esas historias de libretas mágicas, alienígenas que se transforman en monos y gigantes que devoran personas se esconden historias con las que uno puede empatizar, hay muchos animes que hablan sobre los horrores de la guerra y el ciclo de odio, otros de cómo un delincuente juvenil puede volverse un gran deportista con la guía adecuada y, tantos otros que, simplemente, tratan de la vida en preparatoria.
Los personajes del género de aventuras del anime, Shonen, usualmente representan temas como el trabajo duro, la dedicación y la fuerza de voluntad. Por eso vemos a tantos atletas que tienen como inspiración y ejemplo a personajes como Goku o Naruto que son conocidos por ser muy perseverantes. Pero estos mensajes van más allá del mundo competitivo y trascienden e inspiran a millones de personas a ser la mejor versión de ellos mismos día con día.
De una u otra manera, el anime ya se ha vuelto parte fundamental de la vida de millones de personas. Evolucionó de un contenido de nicho a estar presente como una referencia en innumerables producciones no japonesas, hasta inspirar el chiste de un chico que simplemente busca desahogarse en redes. El anime ha dominado el mundo, porque ya forma parte de nuestra identidad como sociedad, les guste a algunos o no.
—
El autor es Guillermo Ángel González Aguilar (@angel_glez996), investigador de Lexia Global, colectivo interdisciplinario de humanistas.
-
@LEXIAGlobal
Animal Político / @Pajaropolitico