Dos estrategias

01 febrero 2020

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Arturo Santamaría Gómez

santamar24@hotmail.com

 

El PAN y el PRI han adoptado dos estrategias distintas en su relación con AMLO. El blanquiazul tanto por boca de su presidente nacional, Marko Cortés, como mediante las acciones de sus gobernadores, once en total, se han inclinado por la crítica y la oposición frontal.

El tricolor externa algunas críticas y deslindes a través de sus diputados federales y senadores pero ha votado por apoyar las iniciativas principales de Morena. Por su parte, los gobernadores prácticamente de manera invariable terminan por aceptar las decisiones de Andrés Manuel López Obrador. En el caso del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, no da muestras de tener poder alguno ante el que poseen los gobernadores de su partido.

La estrategia panista es de confrontación. La priista parece de alianza o subordinación. En apariencia la primera en un sistema de competencia electoral sería más efectiva, y la segunda estaría condenada al fracaso. Ambos partidos se ven débiles ante AMLO, pero la gran prueba de sus diferentes posturas políticas será en las elecciones de 2021.

El PAN trabaja en la idea de que su postura claramente opositora recogerá los frutos del descontento hacia el nuevo gobierno federal y los gobiernos morenistas locales. El PRI al parecer prefiere sostener buenas relaciones con AMLO buscando estabilidad social en sus estados con el apoyo del presupuesto federal y de esa manera cosechar favorables dividendos electorales en 2021.

Ambas posturas, como en cualquier decisión política, corren riesgos. El PAN podría desgastarse aun más enfrentándose a un Presidente todavía muy popular con las mayorías y con menos apoyos federales. El albiazul apuesta a que AMLO y Morena se desgastarán más y recibirá el apoyo de las clases medias altas y las élites empresariales.

El PRI podría desdibujarse aun más ante estos dos sectores sociales si sigue respaldando a López Obrador y ver disminuida la votación en su favor.

Habría que ver caso por caso, estado por estado, pero si vemos el de Sinaloa parecería que la del PRI, y más específicamente la de Quirino Ordaz, se ve más eficaz que la de un PAN prácticamente inexistente. Es decir, el tricolor en Sinaloa no luce disminuido y el albiazul es casi un fantasma que, por cierto, quiere revivir con ropajes de tres colores.

Quirino no ha hecho pública una sola crítica al Presidente de la República, al contrario le ha externado elogios y ha buscado los del inquilino de Palacio Nacional hacia él. Se han tomado juntos muchas fotografías, siempre sonrientes y amigables. ¿Qué tanto ha influido esa buena relación en las calificaciones que ha recibido Quirino como el Gobernador mejor evaluado de 2019? Algo más importante aun es preguntarse cuánto influirá esa relación en la estrategia electoral del PRI y de Morena.

Se ha especulado mucho en que Quirino y López Obrador podrían llegar a un acuerdo electoral para 2021, en el que Morena prácticamente le dejaría terreno libre al PRI a cambio de un sostenido apoyo en las cámaras y de las políticas de AMLO en el estado. Este escenario parece inviable pero no deja de correr como una fuerte especulación.

Al margen de ese rumor, lo cierto es que a pesar de que para 2021 Morena, con Rubén Mocha Moya, aparece como líder en las encuestas del momento, la carrera seguramente será cerrada, máxime que el PRI, o por lo menos líderes y/o corrientes de este partido, proponen una amplia alianza partidaria para enfrentar a los morenos, en la que se incluye en primer lugar al PAN.

En Sinaloa, un blanquiazul sumamente débil se verá obligado, para sobrevivir, a aliarse con los tricolores. Y lo mismo sucederá con el PRD, MC y el PAS. Todos unidos contra Morena.

El PAS busca irse con el mejor postor, con el que le ofrezca más y con el que vea seguro el triunfo. Por eso coquetea con el PRI y con Morena. Va a esperar hasta el último para decidir y vender cara su alianza.

No obstante, no deja de ser interesante que Juan. S. Millán y otros priistas influyentes propongan que la fórmula la encabece un empresario o un político que no pertenezca al PRI ni al PAN ni a ningún otro partido coaligado, aunque Melesio Cuén sueñe con la candidatura. Los tricolores y panistas están tan desprestigiados ante las mayorías ciudadanas, piensan ellos mismos, que para ser electoralmente atractivos tendrían que proponer a un candidato externo.

En fin, mientras más avance este proceso, veremos si la estrategia quirinista de no confrontar a AMLO le permite decidir sin contratiempos quien será el abanderado de su partido o las huestes se le salen del redil y lo presionan para optar por un candidato con el sello tricolor.