Domingo clave
El domingo 4 de junio será clave para definir la guerra de posiciones electorales del próximo año.
Si gana la coalición PRI-PAN-PRD en Coahuila, como prácticamente es un hecho, los promotores y simpatizantes de la triada dirán que es un ejemplo de lo que puede suceder en 2024 y que, por lo tanto, habrá que mantenerla y aceitarla.
Si los tres amigos electorales pierden en el Estado de México, como es casi un hecho, la continuidad de la amistad será seriamente puesta en duda y las posibilidades de impedir que Morena continúe en el poder en 2024 serán ínfimas, sino es que nulas.
Por esta razón, las elecciones mexiquenses son, en efecto, un laboratorio estratégico, y no porque el que gane en esa entidad sería el triunfador nacional de los próximos comicios presidenciales debido a su peso electoral en el país, sin duda muy grande (13 por ciento), sino porque la coalición sería seriamente puesta en duda.
En las dos elecciones estatales las candidaturas son priistas, no obstante, la relevancia política de cada uno de los estados es muy diferente. Si la coalición gana en Coahuila le va a dar mucho a gusto a los militantes y simpatizantes de sus partidos en la entidad, el regocijo no pasará de ahí; pero si la alianza tripartita pierde en el que antes era un bastión infranqueable del Cártel de Atlacomulco sus repercusiones van a cimbrar a todo el tinglado político nacional.
En el Estado de México el PRI sufriría una derrota histórica no vista antes ahí en elecciones para Gobernador; la cosa nostra atlacomulquense vería cercenado su dominio histórico en la entidad; la hipótesis de que las clases medias mexiquenses derrotarían a Morena no se cumpliría; y la coalición empezaría a cuestionarse su viabilidad para 2024.
Quizá la mejor muestra de la debacle priista en el Estado de México, la cual se explica en mucho por la pésima gestión de Alfredo del Mazo, es que a pesar de que Delfina Gómez es una candidata muy limitada en todos los sentidos, Morena, sostenido por el enorme peso político de AMLO, es seguro ganador, aún con los mayores atributos políticos de Alejandra del Moral, la abanderada de la coalición oficialista.
Ahora bien, los resultados electorales en Coahuila favorables al PRI y sus aliados, solo tendrían relevancia nacional si sus estrategas convencen a los militantes que vale la pena mantener la coalición si a la vez se divide a Morena, como sucedió en el estado fronterizo. En efecto, la única posibilidad, así como van las cosas, de que pierda Morena en la elección madre del próximo año es si logran dividirlo, lo cual es un escenario remoto, pero no descartable.
Este contexto sólo sería posible si Marcelo Ebrard rompiera con la 4T y los tres amigos electorales aceptaran que él fuese su candidato presidencial, lo cual se ve extraordinariamente difícil. Sería el regreso del hijo pródigo a las filas neoliberales de donde él salió, pero no parece haber suficiente flexibilidad política ni en Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano para que eso suceda, y menos en su militancia.
A partir del lunes 5 de junio la atmósfera política nacional se calentará aún más. El proceso interno de Morena se acelerará y sus aliados confirmarán los acuerdos que tienen con la 4T porque se vería más claro el rumbo hacia 2024 al igual que las ganancias para ellos. En este mes se llevará a cabo la primera encuesta morenista dejando en la recta final a sólo dos aspirantes. Si Ebrard acepta las condiciones de la medición lo más seguro es que sea uno de los dos finalistas y con ello firmaría, muy probablemente, su continuidad en Morena.
Si el triunfo de Morena es rotundo en el Estado de México podría provocar una nueva desbandada de un buen número de tricolores hacia los marrones en todos los estados. Sólo los estoicos se quedarán en el PRI. Acordémonos que los políticos más pragmáticos de México son los priistas, incluyendo a los que se han ido a Morena. No sobra comentar que el primero en abandonar, de hecho, el barco priista, al dejar sin el apoyo de la maquinaria gubernamental a Alejandra del Moral, al contrario de lo que ha hecho López Obrador con Delfina Gómez, fue Alfredo del Mazo. Quizá le espere una embajada.
Si las acusaciones a miembros de la familia Cuén Díaz de abusos del patrimonio universitario y enriquecimiento sospechoso siguen un curso legal, lo más probable es que los sancionen; pero si se llevan al plano de la negociación política, incluyendo al también acusado Jesús Madueña, Rector de la UAS, pues, entonces, quién sabe cómo acabe el asunto. Por lo pronto, parece asomarse un distanciamiento entre el Rector y el verdadero jefe de la UAS, Héctor Melesio Cuén, a la vez que este empieza a cumplir su amenaza de dar información confidencial de Rubén Rocha Moya, cuando filtra el dato de que Eneyda Rocha, hija del Gobernador, recibe sueldo de la UAS a pesar de ser la presidenta del DIF estatal. Esta es una anomalía en la que la Dra. Rocha ha incurrido, pero en la que también tiene responsabilidad su jefe en la universidad, quien le dio la autorización de pedir una ausencia con goce de sueldo. Por otro lado, Cuén quiere hacer pasar como una irregularidad que Rubén Rocha y Feliciano Castro reciban el pago de sus jubilaciones por el hecho de ser funcionarios públicos, pero en este caso no hay ningún abuso legal. No está prohibido en ningún lugar que los jubilados trabajen en otro lugar y sigan recibiendo su pensión, así sean un Gobernador y un Diputado. Lo chistoso es que Melesio Cuén presume que él no recibe la jubilación a pesar de tener el derecho a hacerlo. Pues no, ¿para qué?, si él maneja a su contentillo la universidad.
Esta es otro capítulo de la novela, pero no negra, si no de un trágico surrealismo.