Dogmas, chantajes y fin de las ideologías

Ernesto Hernández Norzagaray
13 diciembre 2020

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jehernandezn@hotmail.com

 

La idea de ir en coalición se ha convertido en un axioma político que nadie rebate porque detrás de ella está la idea de sumar y sumar, es una palabra mágica en política, un dogma, en tanto está vinculada a las mayores posibilidades de triunfo electoral.

El Senador Mario Zamora es ahora el mejor ejemplo de quien cree en el dogma sumatorio cuando recupera una máxima de su abuela que decía seguramente frente a un fogón pobre en alimentos: “Para que alcance tiene que sobrar” y así, con esa enseñanza familiar antigua, busca ser candidato, en caso de que prospere en la alianza local de candidaturas comunes del PRI con el PAN y el PRD.

Menos dogmática es la expresión de Héctor Melesio Cuén Ojeda, dirigente y líder moral del Partido Sinaloense (PAS), quien dice, con un toque de humor: Me alquilo para ser candidato a Gobernador y luego, agrega, en un acto de rendición ante la realidad de los amarres, que si el PAS lo postula buscará nuevamente ser el Gobernador del estado (¿Habría alguna posibilidad que le digan que no, que se haga a un lado y mire los toros desde la barrera?)

Y en esa tónica, está también Sergio Torres, que ha aceptado la postura del partido Movimiento Ciudadano (MC) de no ir en coalición en estas elecciones concurrentes y así, con esos arreos que seguramente están pensados en clave de fortalecimiento de la burocracia del partido y mejor, de los barones de la formación naranja, será su candidato a gobernador.

Los aspirantes morenos lo tienen claro irán en coalición con el PT en todas elecciones en juego, un novedoso tipo de dogma es esa alianza entre Morena y la formación de origen maoísta y mejor todavía, los evangélicos, que irán de nuevo por su registro como partido político nacional.

Es decir, esa coalición variopinta es una mezcla rara de obradorismo lo que signifique como ideología y un maoísmo muy electorero, más el toque religioso de los evangélicos. ¿Qué resulta? Estimado lector, saque usted las conclusiones.

Lo cierto, es que de facto el mito triunfador de la “suma” está haciendo agua en Sinaloa y, eso, le dará una singularidad a nuestro proceso sucesorio después de que durante mucho tiempo, el dogma no se discutía, se asumía como un acto de fe, y con él, se ganaban y se perdían elecciones.

Las primeras coaliciones que derivaron de la LFOPPE en los pasados años ochenta y podríamos decir que fueron algunas pragmáticas y otras ideológicas, entre las primeras estaban las que PRI hacía con membretes electorales; y las ideológicas, de la izquierda electoral después del desvarío de los años setenta, que hacía pininos construyendo en 1985, la alianza heterodoxa que reunía a los leninistas de la Corriente Socialista, los comunistas del PCM y los trotskistas del PRT, en el Movimiento Popular Sinaloense (MPS), que postuló como candidato a Gobernador a Rubén Rocha Moya, hoy el aspirante mejor posicionado en la cantera morenista.

En el PAN, por esos años, era impermeable a las alianzas con otras formaciones y apostaba todo a su credo ideológico de la “subsidiariedad y el bien común” democristiano y franjas de la sociedad sinaloense le respondieron en el acto para que obtuviera sus primeros diputados de representación proporcional y más tarde, alcaldías.

Luego, cuando las elecciones se volvieron competitivas, apareció el dogma de las alianzas sin el matiz ideológico, o, mejor dicho, el pragmatismo se volvió la ideología de la posmodernidad política. Aquella de que en aras de alcanzar el poder “todo se vale”, aunque en un principio, con cierta reserva, de no mezclar las ideologías, respetando los principios de pluralidad y diversidad política.

Sin embargo, eso se acabó en 2018, cuando el fenómeno del pragmatismo se puso de manifiesto en la alianza de Morena con el PES, con los poderosos grupos evangélicos, que brindaron apoyo a la candidatura presidencial de Andrés Manuel y si bien, sus votos no alcanzaron para el registro, si le alcanzaron una representación en el Congreso de la Unión, y en algunos de los Congresos locales, lo que le ha permitido a Andrés Manuel tener una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, eso, que tanto molesta, a los intelectuales del grupo editorial Nexos.

Esa mayoría absoluta es la que le ha permitido a López Obrador tener control del presupuesto público y empujar las reformas de la 4T, lo que ha provocado enojo en la oposición de derecha, centro e izquierda partidaria, y están en la tarea de sumar, para en 2021 enderezar el barco obradorista hacia un destino programático no del todo claro.

Es lo que explica la alianza que hasta hace poco era impensable entre el PRI y el PAN, del PAN con el PRD, que ya se ha formalizado en algunos estados de la federación y que en Sinaloa no termina de cuajar y no es seguro que suceda por lo que hemos dicho en otra colaboración: El capital político de Quirino Ordaz, se diluiría en unas siglas marcadas por el descrédito y peor, que localmente oscilan entre la sobrevivencia y la desaparición.

Ergo, Quirino cree, que el PRI puede solo ganar la elección de Gobernador, por eso, por ahora, está deshojando la margarita con los dirigentes nacionales de su partido.

Y en esa dinámica de agrupamientos por el lado de Morena, y la definición del gobernador, cobra relevancia la postura asumida por Héctor Melesio, quien lanza la amenaza de que el PAS vaya solo en esta contienda a gobernador, o sea no como aliado bisagra, sino como adversario de Morena y el PRI.

Quizá, es una suerte de chantaje político, para elevar el costo de la alianza con uno u otro, y le puede funcionar, porque sin duda las elecciones constitucionales serán competitivas, y al final tendremos un mapa político marcado por la pluralidad de todas estas fuerzas descafeinadas que prefiguran un futuro raro, marcado por el fin de las ideologías, y el ascenso del personalismo en la representación.

En definitiva, si tenemos cuatro candidatos a Gobernador competitivos en las elecciones de 2021 puede provocar dos fenómenos: que se imponga el voto útil si viene cerrada la competencia PRI-Morena o que se pulvericen los votos.

Pero antes, deberá aclararse si habrá dos o más candidatos a Gobernador.