Dinamizar el pensamiento

Rodolfo Díaz Fonseca
20 noviembre 2020

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rfonseca@noroeste.com
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El cometido principal de la filosofía consiste en dinamizar y estimular el pensamiento, no en atiborrar el cerebro con oscuras doctrinas o abigarrados e iniciáticos conceptos.

El desdén por la filosofía proviene de su desconocimiento. No se comprende que su propósito es potenciar la búsqueda, sentido, significado y profundización de la vida misma. La filosofía no nació en la academia, sino en la calle; no se reservaba a inteligencias preclaras, sino que servía de plataforma a toda persona que quisiera encontrar e iluminar su camino.

Sócrates no era un profesor universitario, pero a través de inquisidoras preguntas buscaba el camino a una nueva moral y sabiduría.

“Podemos decir que su actividad se resumía en preguntar y cuestionar a los ciudadanos de la polis sobre la moral, la belleza, la virtud, la justicia, el coraje, el alma, y tantos otros temas que se tenían por sentados. Al hacerlo, se convirtió en un dinamizador del pensamiento de los demás”, señaló el paraguayo José Cantero, quien es economista, pero también interesado por los estudios filosóficos, en su libro “Pensar como Sócrates”.

Darío Sztajnszrajber, a quien citamos ayer, se imagina a una persona que viaja en un transporte colectivo que comienza haciéndose preguntas: “¿Por qué somos así? ¿Qué es todo esto? ¿Qué pasará después? ¿Hay algo más? ¿Por qué hay cuando pudo no haber habido nada? ¿Pudo no haber habido nada? ¿Qué significa que algo pudo no haber sido? ¿Es lo mismo «habido» que «sido»? Pudo no haber habido nada, ¿pero qué es la nada? ¿Puede darse la nada? ¿Y cómo? ¿Qué haría yo si me enterase de que me quedan pocos días de vida? ¿Qué haría? ¿Haría? ¿Haría algo? ¿De cuántos días hablamos? ¡No, no quiero pensar en esto! ¿Pero se puede dejar de pensar?”

¿Dinamizo mi pensamiento?