Dicen...
Está por concluir la fiesta mundialista futbolera y al igual que en otras ocasiones, la selección mexicana quedó fuera de ella. En esta ocasión, el Tri ni tan siquiera alcanzó a salir librado de la llamada fase de grupos, algo que no sucedía desde la copa mundial de 1978 realizada en Argentina, torneo en el cual, la selección mexicana recibió 12 goles, consiguiendo tan solo dos en su haber. Los verdugos fueron Alemania Federal con 6 tantos a favor y cero en contra; Túnez y Polonia lograron marcador idéntico de 3 goles contra uno.
Ante el rotundo fracaso, el director técnico de la selección nacional, Gerardo Daniel Martino Capligioni, mejor conocido como el Tata Martino, no le dio muchas vueltas al tema y presentó su renuncia inmediata. Tal vez, en algún momento de este trance, para sus adentros, Martino pensó que los del pasado le habían dejado un cochinero, lo cual explica los malos resultados obtenidos en este torneo para el olvido.
En ese sentido, la presunta auto justificación del entrenador argentino, es una atrevida especulación mía, sin embargo, esta cobra realidad en el convencimiento del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, a cuatro años de gestión presidencial, intenta, con éxito entre sus seguidores a ultranza, justificar los hechos violentos que se siguen suscitando en el país y la triste realidad de que las organizaciones delincuenciales, van acrecentando los territorios bajo su control; en algunos casos a sangre y fuego, en otros, con evidentes arreglos con las autoridades para dejarlos hacer a cambio de no alterar el orden público.
“Todo es culpa de los gobiernos anteriores, me dejaron una herencia maldita,” argumenta el Ejecutivo federal refiriéndose a la tormenta de violencia que azota a distintos municipios de Zacatecas, para desgracia de sus habitantes y de toda la República. Los mal pensados aseguran que la tormenta sobre la tierra del poeta Ramón López Velarde, es provocada para hacer quedar mal a los Monreal.
Cierto, fueron muchos años de corrupción, de impunidad, de complicidad, factores todos que se configuraron en las tetas que alimentaron a la delincuencia, ofrecidas por los gobiernos federales marcados por el PRI y por el PAN. De hecho, los cárteles dominantes en la actualidad vienen de aquellos años.
Sin embargo, a estas alturas de la gestión federal los argumentos del gobernante pierden validez, ya que su intervención a lo largo de cuatro años, ni tan siquiera ha logrado atenuar los hechos criminales en los que miles han perdido la vida y otro tanto, han pasado a formar parte de la dolorosa lista de desapariciones forzadas, todo lo cual, no ha sido suficiente para aceptar el fracaso de sus políticas y programas públicos de seguridad. Van dos muestras de tozudez ejecutiva.
De entrada, el Ejecutivo federal, con el apoyo del Senado de la República, decidió entregar la Fiscalía General de la República a un anquilosado funcionario que poco o nada ha hecho para cumplir con su encargo de procurar justicia de manera profesional e imparcial, y mucho menos, ha contribuido a fortalecer las acciones que redunden en la prevención del delito. Y ante los nulos resultados, e incluso, señalamientos de corrupción del Fiscal Gertz Manero, el Presidente de la República no ha vacilado en continuar sosteniéndolo.
Nadie duda de que lo ideal, es no responder a la violencia con más violencia, sin embargo, la táctica de abrazos no balazos, a cuatro años de su puesta en marcha, no ha dado resultados y equivocadamente se ha tomado como pretexto para que las fuerzas del orden permanezcan impávidas ante actos que ponen en riesgo la seguridad de la sociedad, así se trate solamente de disturbios provocados por gente que le apuesta al desorden.
Dicen que la esperanza muere al último, que solo la pierden los pesimistas, pero para muchos, las ilusiones de que la gestión de López Obrador culminara en un clima de paz y seguridad social, desde hace buen rato que se evaporaron. ¡Buenos días!