Deuda pública, austeridad y crecimiento económico

Juan de Dios Trujillo
08 febrero 2020

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El escenario global más optimista, anticipado para el 2020, se está descomponiendo muy rápidamente. Debido al efecto que puede tener sobre la economía mundial la reducción del comercio, el turismo y la inversión la pandemia de coronavirus, originada en China. La demanda y la oferta chinas se han vuelto importantes para el resto del mundo. Y también debido al escenario de mayor polarización política y social, presente en el proceso electoral de Estados Unidos. Para México, esto último puede llegar a ser crítico, dada la imprevisibilidad respecto al Presidente Donald Trump (para esto no importa que se haya firmado el T-MEC).

Por otra parte, la economía estadounidense ya está en desaceleración. En 2019 la economía estadounidense creció en 2.3 por ciento, pero la meta de la administración Trump era de 3 por ciento. En 2018 el crecimiento económico fue de 2.9 por ciento. El menor crecimiento de la industria en Estados Unidos también afectó a la industria manufacturera en México.

No obstante, un menor crecimiento no implica que la economía de ese país esté necesariamente mal, más bien implica que no es sostenible indefinidamente un crecimiento elevado a través del incremento en el déficit público. Más temprano que tarde, el gobierno de Estados Unidos tendrá que hacer frente al exceso de gasto frente a sus ingresos.

La eventualidad de crecimiento negativo de la economía mexicana se materializó (-0.1 por ciento). Lo cual da una idea de la magnitud del esfuerzo fiscal que implicó mantener la estabilidad macroeconómica, ante la presión ejercida por la caída de los ingresos por petróleo y el alto nivel de endeudamiento de Pemex, así como por la carga que representa para la economía nacional el servicio de la deuda.

De acuerdo con el último “Informe sobre la situación Económica de las finanzas públicas y la deuda pública”, presentado ante el Congreso de la Unión, en 2019 se habría registrado un superávit primario (antes de pago de intereses) de 1.1 por ciento del PIB. Ese porcentaje sería mayor al 0.6 por ciento registrado en 2018 y estaría por encima del 1 por ciento del PIB planeado en el paquete económico correspondiente a 2019. En términos de cantidades absolutas el superávit primario generado en 2019 fue de 275 mil 728 millones de pesos, que se compara favorablemente frente a los 141 mil 370 millones de pesos de 2018.

Para hacer frente al servicio de la deuda y evitar su incremento la economía mexicana debe generar un superávit primario significativo.

Así, el Saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público (SHRFSP), que es la medida más amplia de la deuda, representó al final del año el 44.7 por ciento del PIB, frente a 44.9 por ciento en 2018. El proyectado en el paquete económico para 2019 era de 45.3 por ciento del PIB, sin embargo.

Gran parte del esfuerzo de la Secretaría de Hacienda estuvo centrado en contener la tendencia expansiva, no solo a través de la contención del gasto sino también a través de su refinanciamiento, con mejoría de plazos y tasas más bajas. Se impusieron austeridad y disciplina en el ejercicio del gasto.

El balance del sector público presentó un déficit de 398 mil 356 millones de pesos, equivalentes a 1.6 por ciento del PIB, pero este monto fue inferior al déficit público registrado en 2018, de 494 mil 982 millones de pesos (2.1 por ciento del PIB). El déficit proyectado para 2019, que reflejaba las presiones ya existentes sobre la administración de Enrique Peña Nieto, era de 2.1 por ciento del PIB (503 mil 841 millones de pesos).

Se estima que las necesidades de financiamiento del gobierno federal para 2020 ascienden a 7.5 por ciento del PIB, que resulta de la suma de un déficit público estimado de 2.1 por ciento del PIB, 5.2 por ciento para la amortización de deuda interna y 0.2 por ciento para la amortización de la deuda externa. Lo cual estaría implicando cierto relajamiento fiscal respecto a 2019, a fin de estimular la economía nacional.

De acuerdo con Graciela Márquez, Secretaria de Economía, el comportamiento del PIB en 2019 se explica por el rezago en el ejercicio del gasto de inversión pública durante el primer semestre del año, la incertidumbre asociada a la firma del T-MEC, la alta tasa de interés (8.25 por cientoen Banxico) con la cual se inició el año, el pago de intereses asociado a un nivel elevado de deuda pública heredado, y la desaceleración de la economía global. Sin embargo, los analistas financieros ponen el acento en la existencia de un choque de confianza, en la curva de aprendizaje de la nueva administración y en la contracción del gasto.

Se puede asignar distinto peso a todos esos factores, pero en un ambiente en donde las presiones sobre el gasto obligan a poner orden en las finanzas públicas, la política fiscal no puede ser expansiva. Lamentablemente, por el lado de la política monetaria el enfoque persistentemente restrictivo no ayudó mucho. No sirvió como vía de amortiguamiento, en sentido opuesto a la política fiscal.