Deshonra
""
frheroles@prodigy.net.mx
Sorpresivo sí, sorpresa no. Años de advertencias y amenazas, como aquí. Diferencias hay muchas. Pero una coincidencia es innegable: la degradación de la política. Lección: los depredadores terminan mal, pero en su locura pueden arrastrar a una nación. En esas estamos.
1. Ostentoso desprecio por la ciencia. Del calentamiento global a las energías limpias o el cubrebocas. Ambos la desafían olvidando que toda democracia liberal se sustenta en la ciencia. Con qué pretendía Trump y se pretende aquí suplantarla. Con prejuicios y escapularios. A la corta las mentiras engatusan y cimbran a las democracias. A la larga sólo la ciencia es una guía confiable. Cuántos muertos en EE.UU. y en México se deben al menosprecio científico. Dos de los países con las peores evaluaciones coinciden el tipo de liderazgo. Hoy esperamos la vacuna producto de la ciencia.
2. Vanidad. Ambos transformaron una execrable debilidad en una estrategia de venta. Se venden como superhombres, redentores, los mejores, siempre los primeros y la gente lo compra. La vanidad vende bien. Cómo defenderse de esta estirpe, desnudando sus debilidades que son muchas.
3. Simplismo. En la sociedad del vacío, como la denominó Lipovetsky, lo simple infecta a las mentes. La comodidad corrompe: los auténticos estadounidenses en contra de los traidores o los liberales vs conservadores. Por favor no piensen demasiado, nuestros problemas son muy evidentes y las soluciones también: corrupción, a barrer de arriba para abajo. Make America great again.
4. Lambisconería vs profesionalismo: ambos no toleran discrepancias, mejor rodearse de incondicionales. Resultado una autocomplacencia suicida.
5.- Desprecio por el mundo. Para qué mirar a otras latitudes, nada tenemos que aprender, somos grandiosos por definición. El complejo andamiaje internacional no nos ayuda, mejor darle la espalda. Son gemelos. Pero el mundo está allí y, a la larga, prevalece, aunque les moleste.
6. Manipuladores. Qué mejor que montarse en las redes sociales y azuzar las diferencias, el odio. Gobernar instigando la intriga, los complots, las amenazas, una paranoia colectiva que a muchos enardece. El único problema es controlar el incendio provocado. Allá la supremacía blanca aquí el odio de clases. Al final el fuego los abraza a ellos también.
7. Instituciones. Los dos se han creído con una superioridad tal que las instituciones podían ser doblegadas. Allá dando instrucciones en Georgia para inventar votos o lanzándose contra el Colegio Electoral. Aquí intimidando a los órganos autónomos a pesar de que el capricho no tiene viabilidad constitucional. INE, INAI, Cofece, IFT, CNDH y los que sean necesarios estarán allí contra la furia destructiva.
8. Deshonra. El prepotente inquilino de la Casa Blanca cambió de giro en el momento que se mentó la posibilidad del impeachment o la enmienda 25, casi imposibles. Pero lo que ya no puede revertir es pasar a la historia como un payaso muy peligroso. Aquí no tenemos enmienda 25, pero sí la revocación del mandato en el 22. Son solo 18 meses con pandemia, colapso económico y desprestigio galopante. Corren apuestas.
Ocurrió a una de las democracias más antiguas, pero la sacudida no será olvidada. El votante llevó a un clown a la Casa Blanca. El clown no cambió a pesar de las múltiples presiones internas y externas. Sólo frente a la deshonra corrigió. Demasiado tarde. Les llegó la disyuntiva: de qué lado de la historia situarse. Pence, el cómplice y una docena de senadores llegaron hasta el final. El poder de la deshonra los detuvo: quien atente contra la democracia recibirá una severa condena moral.
Allí está la lección para los mexicanos: en el 2021 está en juego la honra personal y colectiva. Todos a defender nuestro aparato electoral, las normas de equidad que trabajosamente nos hemos dado y al INE, el rostro más visible. No nos llamemos a engaño, las amenazas han sido múltiples. D.C. no fue sorpresa.
Apostemos al poder de la deshonra.