Decidir el futuro
Una de las grandes aspiraciones del ser humano ha sido vislumbrar y decidir su futuro. La prospectiva es una disciplina que cobra cada vez mayor relevancia para construir y deconstruir imaginarios posibles que se ajusten a los proyectos.
Esta permanente aspiración ha llevado al hombre a imaginar paraísos perdidos, inventar elaboradas utopías, distopías, heterotopías y cacotopías, así como crear sorprendentes relatos, historias y novelas futuristas.
Los nombres de Platón, Tomás Moro, Francis Bacon, Tommaso Campanella, Julio Verne, Ray Bradbury, Aldous Huxley, George Orwell, y muchos otros autores más, se entrecruzan en estas futuristas quimeras.
Lo que sí queda claro es que el futuro no llega solo, sino que se prepara con nuestra acción decidida en el presente y mediante una vigorosa capacidad de invención e imaginación para emprender nuevos caminos, como señaló el filósofo español José Antonio Marina:
“Esta capacidad para pensar en cosas que podrían existir, pero que aún no existen, nos permite descubrir o inventar posibilidades. ¡Qué palabra tan hermosa y liberadora! No nos contentamos con conocer lo que hay... El proyecto actúa como un proyectil para horadar la realidad y ampliarla con lo posible”.
Añadió que, aunque la meta se considere difícil o remota, nunca hay que claudicar ni abandonar la esperanza:
“Ciertamente, la posibilidad puede ser feroz, pero en su origen es esperanzadora. Todos nos hemos sentido alguna vez abrumados por la realidad, agobiados por nuestra situación, nuestro carácter, nuestra biografía... Afortunadamente, la inteligencia nos dice que dentro de ciertos límites – la muerte es uno de ellos – la realidad no está decidida del todo... La realidad no es bella ni fea, ni justa ni injusta, ni exaltante ni deprimente, los hombres no son buenos ni malos. Todo está, todos estamos, a la espera de nuestra decisión”.
¿Actúo y decido mi futuro?