De mi parte...
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osunahi@hotmail.com
Como buen estratega del béisbol, Andrés Manuel jugó bajo el dictado del mítico librito en el tema del proceso electoral estadounidense, y de manera atinada, externó su felicitación y reconocimiento a Joe Biden, una vez que el Consejo Electoral dio por terminado el proceso y ratificó el triunfo del candidato demócrata, el cual, todavía tiene que esperar, vamos a decir, el beneplácito legislativo.
Esperemos que Biden y su equipo impulsen una campaña para reconciliar a la sociedad norteamericana; algo que desgraciadamente, no fue opción para nuestro Presidente, perdiendo la oportunidad histórica de consolidar su avasallador triunfo en las urnas y echando innecesarios fierros en la lumbre, actitud que le ha costado perder simpatizantes, y con ello, colocando estorbos para la realización de su proyecto renovador. Pero vayamos a otro punto.
Hemos caminado ya una buena parte de diciembre y prácticamente ya estamos en el quicio de la puerta de Navidad. La Navidad del 2020, que será diferente a todas las que hemos vivido, como coronación de un año dominado por impensadas circunstancias, las que a lo largo del calendario, han sembrado incertidumbre, sufrimiento y dolor, mucho dolor, inimaginable dolor en familias que perdieron a uno o más de sus seres queridos a consecuencia de la pandemia, cuyo final, no se ve al alcance de la vista, a pesar de la inminente vacuna, ya que nuestro comportamiento social, ha optado por el camino de la desobediencia, aunque en ello se comprometa la salud personal y la del núcleo familiar, inclusive, la vida.
Es increíble que un registro oficial cercano ya a los 120 mil muertos por coronavirus y un número de infectados que supera el millón de personas por la misma causa, no sean ejemplos contundentes para aquietar nuestra indisciplina. Para entender que de nuestra conducta depende, que al hasta ahora imparable paso de la pandemia, llegue a la ansiada desaceleración. Y dados los hechos, queda en duda la cacaraqueada superioridad de la especie humana.
Cierto, el gobierno no ha cumplido al cien por ciento con las medidas que la situación sanitaria exige y está actuando de manera reactiva y así lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que no se equipó a los hospitales para enfrentar las consecuencias de la oleada más fuerte de la pandemia y que hoy la están viviendo, intensa y dolorosamente en diversas entidades de la República, cuyos habitantes, volverán a vivir, casi un mes, los inconvenientes del cierre parcial de actividades económicas y sociales, sin el acompañamiento subsidiario del gobierno.
El Presidente de la República tampoco ha querido servir como ejemplo de obediencia a las medidas preventivas que dicta la Secretaría de Salud de su gobierno.
Y así podemos seguirle con la lista de incumplimientos gubernamentales, pero la parte importante en la solución del problema, insisto, se centra en la colaboración ciudadana, pues de nada sirve, por ejemplo, que se apliquen pruebas colectivas de detección, si continuamos conviviendo como si nada estuviera pasando, desdeñando la elemental recomendación de la sana distancia.
Todo ello, y muchas situaciones más, se han combinado para que esta temporada navideña tenga un sabor agridulce y por salud mental, es recomendable que hagamos hasta lo imposible por disfrutar la parte agradable de lo agridulce de esta temporada navideña y expresemos nuestro aprecio y buenos deseos a los nuestros, a los amigos y conocidos ¿y por qué no? A toda la sociedad.
De mi parte, abrazos y agradecimientos por su amistad, atención y paciencia para esta silvestre tira líneas, en cuyo árbol de navidad, cuelgan esferas de deseos de salud y armonía para todos, con la esperanza de que el sentido común de sobrevivencia reaccione en nuestro interior, y con ello, colaborar para frenar a la pandemia y sus consecuencias, recordando el atinado proverbio: ayúdate que te ayudaré. ¡Buenos días!