De la imitación de Cristo, un clásico del Siglo 15
De la imitación de Cristo (Editorial Apostolado de la Prensa Madrid, 1945) ahora hay consenso de que su autor es el monje agustino Thomas Hemerken de Kempis (1379-1471).
Nació en Kempen, un pueblo del electorado de Colonia en Alemania, y a los 18 años ingresó en el convento de los Canónigos Regulares de San Agustín, en la Ciudad de Agnetenberg, que fue destruido durante la Reforma.
En este convento transcurrió su vida dedicado a la oración, la meditación y la dirección espiritual, pero también a copiar libros. Los monjes se mantenían de su trabajo.
Fue superior del monasterio en dos ocasiones y en un ecónomo, cargo del que se le relevó. Tenía fama de ser un hombre profundamente espiritual y no contar con las habilidades requeridas para la administración de los bienes materiales.
En 1418, el libro se publicó por primera vez de forma anónima según algunos y en 1427 según otros. A lo largo de la historia su autoría se ha discutido y otorgado a distintos autores como san Buenaventura, Enrique de Kalkar, Juan de Kempis, Walter Hilton y Juan Gerson.
En los primeros años, el libro circulaba en copias manuscritas anónimas. Se hicieron miles de ellas. La primera edición impresa es de 1473, dos años después de la muerte del autor, y 19 años antes de la llegada de Colón a América. En los 25 años siguientes, se hicieron 99 ediciones.
Ante los estudiosos en la actualidad hay consenso en señalar que es una obra escrita por Tomás de Kempis. Personalidades de la época atestiguan que el libro es suyo, especialmente frailes de su mismo Convento de Monte Santa Inés.
Existe un códice de 1441 firmado por De Kempis y que se conserva en la Biblioteca Real de Bruselas. Se han hecho estudios de las otras obras escritas por este y hay muchas coincidencias con ésta.
Algunos estudiosos plantean que De Kempis se inspiró en las obras del místico flamenco Jan van Ruysbroeck y el beato Rusbroquio que muere en 1381. La obra corresponde auténticamente al ambiente místico que se vivía en el convento.
El texto se divide en cuatro partes: Libro I. Consejos útiles para la vida espiritual; Libro II. Exhortaciones a vivir vida interior; Libro III. De la consolación interior; Libro IV. Del Sacramento del Altar. Las fuentes a las que recurre el autor son la Biblia y escritos de los padres de la Iglesia.
Es muy posible que el propósito fundamental del libro era ser utilizado como material de estudio. De Kempis lo utilizaba para dar sus clases u orientación espiritual a los frailes en formación. Se podía entender como una colección de “apuntes” para dar clases.
Por siglos el libro ha servido para formar a religiosas y religiosos. Los dos años que hice el noviciado en la Compañía de Jésus, en 1966 y 1967, todos los días leíamos y meditábamos el texto. En ese entonces leí el libro completo.
El contenido son consejos breves cuyo objetivo, según el propio texto, es “instruir al alma en la perfección cristiana, proponiéndole como modelo al mismo Jesucristo”.
En todos los capítulos se hace énfasis en la necesidad de vida interior y retirarse del mundo exterior, así como en la importancia de la eucaristía y su devoción como centro de la vida cristiana.
El libro llegó a tal importancia dentro de la mística espiritual católica, que para muchos fue una especie de manual de consulta que guiaba las distintas circunstancias que vivían. Había enseñanzas para todas las situaciones que se pudieran presentarse.
Hay quien sostiene que esta obra es la respuesta de su autor al espíritu intelectualista de su época y una manera de presentar la vida mística como una opción, para alcanzar la perfección evangélica.
La traducción al español la hizo fray Luis de Granada en 1536. A lo largo de los siglos el libro tuvo una gran influencia en muchos grandes personajes del cristianismo y ellos mismos lo han dicho como el caso de santa Teresa de Lisieux y san Juan Bosco. Y a pensadores como Bossuet y el mismo Voltaire, que no creía, pero reconocía que se trataba de una obra maestra de la literatura ascética.
Se considera que después de la Biblia es el libro católico que más se ha impreso a lo largo de la historia. La Historia del Mundo de Salvat contabilizaba más de 3000 ediciones.
En la década de 1960 cuando los novicios jesuitas leíamos ese texto, de inicios del siglo 15, nos sentíamos muy lejos de esa realidad y nos decía poco, pero al mismo tiempo era una lectura atractiva llena de giros del español y un camino para adentrarse a la vida y a la espiritualidad de cinco siglos atrás. Era un diálogo vivo con la historia.