Culiacán y Mazatlán: la riña por los votos. Estrada y 'El Químico', trofeos de guerra
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Por ser los dos municipios que generaron casi la mitad del millón 273 mil 923 votos emitidos en Sinaloa en la elección de 2018, en Culiacán y Mazatlán suenan por adelantado los tambores de guerra anunciando la madre de todas las disputas electorales que será el 6 de junio de 2021 para elegir Gobernador, presidentes municipales y diputados locales. En la mira de todas las ofensivas están los alcaldes Jesús Estrada Ferreiro y Luis Guillermo Benítez Torres, a quienes el Partido Revolucionario Institucional les quiere subrayar sus erráticas administraciones.
Con el conflicto generado entre el Alcalde Estrada y un aguerrido segmento de comerciantes del Centro de la Ciudad que se opone a la conversión peatonal de las calles, se da la primera gran ofensiva del plan para que el PRI retome el gobierno de la capital; con las adquisiciones chuecas que “El Químico” supuestamente hizo al comprarle equipo de protección contra la Covid-19 a un proveedor que se dedica a vender flores, se pretende ponerlo bajo la enorme lupa cívica en el mayor intento para inhabilitarlo políticamente.
En ambos choques de intereses hay “mano negra”. En Culiacán todo indica que está detrás el PRI y en Mazatlán el PAN y el partido tricolor, sin pasar por alto que también los presidentes municipales mueven desde sus cotos de poder los equipos, recursos públicos y artes de guerra para afianzar proyectos continuistas, con ellos o sin ellos, en los Ayuntamientos.
La estrategia no es porque los alcaldes de Mazatlán y Culiacán sean considerados como aspirantes de peso a la Gubernatura sino porque en la medida que los ciudadanos los perciban incapaces de desempeñar la función pública en igual proporción les retirará el voto al Movimiento Regeneración Nacional. Estrada llegó al cargo con 149 mil 426 votos contra 119 mil 447 del PRI; Benítez obtuvo 71 mil 738 sufragios y la fórmula priista alcanzó 62 mil 571.
Los dos municipios constituyen la más seductora veta electoral con la característica agregada de que en la más reciente elección constitucional ocurrió la dispersión de las preferencias políticas, pues en el caso de Culiacán el 1 de julio de 2018 fueron emitidos en total 388 mil 294 votos y el PRI y Morena juntos concentraron apenas 268 mil 873, quedando esparcidos 119 mil 421 entre los candidatos de los demás partidos. Ojo: aquí está una clave de las futuras coaliciones electorales.
En Mazatlán, la histórica votación de hace dos años concentró en el PRI y Morena 134 mil 309 votos de un global de 195 mil 686 emitidos, lo cual significa que casi una tercera parte del sufragio quedó volando entre el resto de partidos y aspirantes. Al PAN, con 25 mil 954 votos, se le quedó moviendo la colita y puede ser el próximo año factor de redireccionamiento de triunfos en las urnas según con quién se alíe.
En número más gordos, Mazatlán y Culiacán conjuntan un padrón de un millón 31 mil 882 ciudadanos en posibilidad de votar, según la actualización de la lista nominal de 2018, por poquito el 50 por ciento de los 2 millones 135 mil 250 electores habilitados hasta aquel año. Junto a Ahome, con el caso de Manuel Guillermo Champan que ganó la elección con 78 mil 537 votos contra los 54 mil 719 del PRI y 63 mil 555 diseminados entre otros participantes, así como un ribete de 321 mil 131 personas en posibilidad de sufragar, constituyen el envidiable fiel de la balanza al definir triunfos para cargos por elección popular.
Tal numeralia explica por qué en Culiacán y Mazatlán crecen los visos de beligerancia preelectoral en el ardid (hasta cierto punto normal por la lid sin tregua ni cuartel que se avecina) para derribar en el ánimo colectivo no tanto a los alcaldes Estrada Ferreiro y Benítez Torres sino al partido que providencialmente los puso al frente de los ayuntamientos. Morena es el rival a vencer a través de la denostación de sus gobernantes, que por cierto no es tan difícil precipitar sus caídas porque ellos son el marro principal de la autodemolición.
A Estrada le llegó primero el aviso de la operación priista para recuperar a Culiacán, con la rebelión de los tianguistas que encabeza Paola Gárate ondeando la bandera de la reapertura, y enseguida la embestida brava del grupo de comerciantes del centro al que tal vez le importa poco si se peatoniza o no el centro de la ciudad, pues el objetivo es desgastar la figura del Alcalde morenista. Con la denuncia de que pretendió curar con flores el coronavirus, a “El Químico” se le da una probadita de las tretas que por partida doble le arman PRI y PAN para desmoronarlo como Edil y como pretenso a la Gubernatura.
Y no es especulación rústica. Es, para efectos de guerra política, el redoble de timbales que cada vez se escuchará más. Mucho más que el ruidoso pleito entre Estrada y los que se resisten al centro caminable en Culiacán, o la estridente campaña que desde el primero de noviembre de 2018 realiza Benítez desde Mazatlán atropellando a aquellos que le señalan los desplantes y delitos en que incurre.
Reverso
El PRI en su breviario político,
Ya les tiene la guerra cantada,
A los peatones de Estrada
Y las flores covid de “El Químico”.
El punto ciego
Con la salida por la vía del acuerdo político que se dará a la designación de la nueva directora del Instituto Sinaloense de las Mujeres dejará de importar quién carajos metió al Gobernador Quirino Ordaz Coppel en el pantano que acabó siendo la postulación de Eva Joaquina Guerrero Ríos. Aunque debería saberse y clarificar también cómo organizaciones de la sociedad civil le entraron al juego de apoyar sin tomarse la molestia de investigar a quién le otorgaron las cartas de respaldo.