Cuba: más duro que el periodo especial
El pasado marzo pasé con mi compañera y unos amigos doce días recorriendo Cuba. Pudimos platicar con personas muy diversas siempre abiertas y dispuestas a hablar de la situación que viven. Comparto algunas notas.
Una de ellas, en Cienfuegos, Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco, nos dijo: “En 1993, en el periodo especial, que fue muy duro, todos los días se veía alguna mejora, pero ahora cada día que pasa la situación es peor. En ese entonces tenía 25 años y ahora 55 años. Y se pregunta: ¿hasta cuándo? Eso es lo que nos toca vivir y hay que aguantar. Siempre, por una u otra razón, hemos estado en una situación difícil”. Dice que ella y su marido estaban bien antes de la pandemia. Tiene dos hermanos en Estados Unidos y toda la familia de su esposo vive en ese país. Ellos no piensan dejar Cuba.
Asegura que con la actual crisis los que menos tienen son los más afectados. Ir en taxi a La Habana cuesta 120 dólares y el que quiera el servicio eso debe pagar no importa si es turista, empleado público o campesino. Para esos servicios no hay subsidio. Se tiene o no el recurso.
Nos dice que una persona, que viene todos los años, llegó hace dos meses y pagó de Santa Clara a Cienfuegos 5 mil pesos al taxi y al regresar, hace tres días, le costó de Cienfuegos a Santa Clara 8 mil pesos. La inflación es galopante.
En Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco, un hombre nos dijo: “Las personas que no están asociadas al turismo, la están pasando muy mal. Las cosas se pueden conseguir si se tienen euros o dólares. En 1997 los salarios eran bajos, pero había subsidios públicos que funcionaban; la luz y el teléfono eran prácticamente gratis. Funcionaba la tarjeta de racionamiento. Ahora eso no pasa”.
Nos dice que es posible contratar mano de obra con la presentación de un proyecto, que diga para qué se necesita o qué función van a desempeñar los empleados. Se pagan salarios muy superiores a los que ofrece el gobierno. De otra manera no se consiguen trabajadores.
Y agrega que ahora hay familias que tienen mucho dinero. No saben qué hacer con él. Cuba se está convirtiendo en un país de viejos, todos los jóvenes se están yendo. No hay nada que detenga la migración. A donde llegan consiguen pronto trabajo y reciben un ingreso, que es bajo para el país donde emigran, pero mucho mayor del que antes tuvieron.
Otra persona, también en Trinidad, nos plantea que los campesinos -la tierra es del gobierno- están obligados a vender la mitad de su producción al gobierno y la otra la pueden vender por la libre. Antes la familia era el centro de la ida y tenía otros valores. Eso ha cambiado para mal. Ahora lo único que importa es el dinero.
Añade que ahora en cualquier tienda del gobierno el empleado recibe un producto, que como ejemplo pueden ser 200 piezas de lo que sea, pero a la venta solo salen 10 y las otras 190 las vende por fuera con una ganancia para él. Todo mundo acepta que así es. Alguien la compró para sí, pero también puede ser para revender.
Lo que pude constatar en medio de la actual crisis es que el socialismo cubano está en búsqueda y tránsito. Los cambios son reales, pero modestos en relación a las necesidades de la población. La impresión es que el gobierno teme perder el control. Pesa más eso que resolver los problemas a fondo. No arriesga. Son experimentos de cambio controlados.