¿Cuánto deberíamos invadir México?
Esta es una pregunta que se hace el equipo que conformará el próximo gobierno de Donald Trump, según nos informa un reportaje de Asawin Suebsaeng y Andrew Perez publicado por la revista estadounidense Rolling Stone el pasado 27 de noviembre.
Los secretarios de la Defensa y de Estado, el próximo asesor en Seguridad Nacional y quien será “el Zar” de la frontera del hombre naranja públicamente han expresado que el Ejército de Estados Unidos podría invadir a México para combatir a los cárteles de la droga. Así lo han solicitado también tanto congresistas influyentes como comentaristas de los medios.
Uno de los consejeros de Trump, apunta el reportaje, dice que “no está claro qué tan lejos él puede ir en ese objetivo (pero) si las cosas no cambian, el Presidente aún cree que es necesario lanzar cierto tipo de acción militar contra estos asesinos”.
Otra fuente cercana a Trump le reveló a la famosa revista (acuérdense que esta misma publicación publicó la entrevista que sostuvieron Kate del Castillo y Sean Penn con “El Chapo” Guzmán en Sinaloa) que podría haber una “invasión suave” a México con fuerzas especiales encubiertas para eliminar a los líderes de los cárteles.
Aparentemente el principal objetivo de Trump y sus asesores es impedir que siga fluyendo el fentanilo a las calles de las ciudades de Estados Unidos, el cual, según sus indagaciones, procede principalmente de México.
Trump ya habló dos veces por teléfono con Claudia Sheinbaum desde que fue electo, pero ninguno de los dos reveló que se hubiese abordado el tema del narcotráfico y particularmente del fentanilo, sin embargo, el próximo Presidente de los Estados Unidos le ha confesado a legisladores de su país, escriben Suebsaeng y Perez, que él planea decirle al Gobierno mexicano que necesita parar el flujo de fentanilo a la Unión Americana o enviará a sus fuerzas armadas a nuestro territorio. Trump ya les ha pedido a sus jefes militares elaboren planes y opciones militares para “atacar a México”. Incluso, se ha llegado al absurdo, como lo hace el Senador Marco Rubio por Florida y próximo Secretario de Estado, de plantear que la invasión se haga “en coordinación con las fuerzas armadas y policiales de México”.
El comentarista de Fox News Pete Hegseth, muy cercano a Trump, y quien va a dirigir el Pentágono, declaró en 2023 que, por el interés nacional de Estados Unidos, su Presidente debería enviar tropas a enfrentar a los cárteles mexicanos de las drogas, a quienes llama “terroristas que envenenan a nuestra población”. Tom Homan, quien será el responsable de vigilar la frontera de Estados Unidos con México, sostiene la misma tesis de Hegseth: los narcotraficantes deben ser considerados como terroristas. Calificarlos así, le concedería al Gobierno de Estados Unidos los recursos legales para actuar militarmente en México.
Por su parte, la Gobernadora de South Dakota, Kristi Noem, a quien Trump ha nombrado jefa de Homeland Security, declaró:
“Los Estados Unidos está a tiempo de invadir. La invasión va a llegar al sur de la frontera. Los Estados Unidos tiene un enemigo común, ese enemigo son los cárteles mexicanos de la droga, quienes han lanzado una guerra contra nuestra nación. Los carteles están actuando con violencia en cada uno de nuestros estados, incluso en South Dakota”.
La narrativa que estamos leyendo parece ciencia ficción o parte de una novela policiaca, pero no, son declaraciones formales y reales de quienes serán altos funcionarios en el gobierno de Donald Trump.
¿Son viables? Quizá.
Lo cierto es que, de tener visos de realidad, uno de los estados de México más afectados, quizá el primero de todos, sería Sinaloa. Lo cual es obvio: nuestra entidad es el espacio de la principal organización narcotraficante de México y del mundo.
Aún antes del fentanilo ya se hablaba en Estados Unidos de una eventual invasión a México; no obstante, al aparecer este narcótico y al ser adoptado por los cárteles mexicanos como una de sus principales mercancías, el cual produjo el año pasado 75 mil muertes al norte de la frontera, las amenazas de invasión tomaron más fuerza y aceptación entre los votantes que eligieron a Donald Trump.
Es indudable que el Gobierno de Estados Unidos intervino directamente en el traslado de “El Mayo” Zambada a Estados Unidos y muy seguramente en la planeación de su detención. Ahí ya dio un paso, sin duda ilegal y no consentido por el Gobierno mexicano, para actuar en el combate al Cártel de Sinaloa. De hecho, fue la chispa que inició la guerra que en la actualidad padecemos. Con este antecedente podemos imaginar que se podría atrever a mucho más.
¿Cómo respondería el gobierno de Claudia Sheinbaum? Quién sabe. Lo cierto es que no respondería militarmente, no tendría con qué. Las fuerzas de los dos países no son comparables.
Lo que sí es posible pensar es que la Presidenta mexicana podría obligar, por lo pronto, a las fuerzas en pugna dentro del Cártel de Sinaloa a renunciar al tráfico de fentanilo. Sacar a esa mortífera droga del mercado significaría eliminar el principal pretexto de Estados Unidos para intentar una incursión armada en México, y más particularmente en Sinaloa.
Los narcotraficantes mexicanos, todos, deberían convencerse que el fentanilo es una droga muy lucrativa pero es, a la vez, el factor que está generando un conflicto mayúsculo con Estados Unidos y una presión que ellos no podrán soportar por mucho tiempo.
Si el conflicto en la UAS fue aparentemente una de las razones del inicio del enfrentamiento armado que azota a Sinaloa, los acuerdos que se están acordando con los gobiernos de la doctora Sheimbaum y el doctor Rocha, ¿podrían ser el inicio de una deseada pacificación, o qué significa el regreso del doctor Madueña a la Rectoría de la Universidad?
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