Creciendo
al servir

Rodolfo Díaz Fonseca
09 septiembre 2024

Acabamos de recordar, con ocasión del fallecimiento de doña María Calderón de Vizcarra, que junto a la figura de un gran hombre existe el apoyo sustancial e incondicional de una gran mujer. Hoy, debemos citar la frase a la inversa, porque junto a una gran mujer existe también un gran hombre, como es el caso que abordamos hoy con ocasión de la muerte de José Enrique Rodarte Salazar.

Efectivamente, José Enrique tuvo como compañera una mujer excepcional, de la talla de Arcelia Espinosa de los Monteros, dama admirable por su fortaleza, corazón, entereza, alegría, generosidad y filantropía, que supo conjugar de manera armónica el dolor de su cáncer terminal con un inagotable venero de paz interior, la cual prodigó al exterior con envidiable diligencia en su familia y obras culturales, sociales y religiosas que encabezó. Su deceso, después de su prolongada enfermedad, ocurrió en junio de 2014, musitando la frase: “Quiero vivir, mientras viva”. Pero, Arcelia no podría, tal vez, culminar esa tornasolada obra maestra si no contara con el amor, comprensión, ternura, nobleza y liderazgo de su compañero de vida.

Desde pequeño compartió con su padre, Enrique Rodarte, la labor y responsabilidad en las tareas del campo, mostrando un gran amor por la tierra y sus cultivos. La fortaleza y carácter de su madre, Elena Salazar, “la cuata”, colaboró en su rápida madurez. Fue presidente de la AARC y de la CAADES, concretizando con creces su aforístico lema “Creciendo al servir”. Asimismo, colaboró en diferentes organismos sociales, educativos y eclesiales, y perteneció al grupo de Los Caminantes.

Tuvo tres hijos que perpetúan su memoria: José Enrique, quien siguió sus pasos como gran líder agropecuario; Miguel, destacándose en el ámbito actoral y Arcelia, al terreno familiar.

¿Crezco al servir? ¿Lidero en favor de la comunidad?