¿Crear o producir?
Normalmente, todos los pueblos y culturas expresan con orgullo sus raíces, cantan jubilosos sus orígenes y proclaman ufanos su idiosincrasia. Nuestras canciones lo transparentan de la manera más diáfana posible: “México Lindo y Querido si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”.
Joan Manuel Serrat, a sus 27 años, hizo lo propio con la canción Mediterráneo, en la cual canta no solamente al territorio de España, sino a todos los países que baña ese mar emparedado entre las costas de Europa, África y Asia: “¿Qué le voy a hacer?, si yo nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo”.
El Mediterráneo fue llamado por los romanos “Mare nostrum”, no como signo de propiedad, sino de familiaridad. Era el mar en que jugaron de niños, se nutrieron de sus peces, crecieron envueltos en sus olores y sazonados por su sol y sal. De ahí, el canto de Serrat: “Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea, jugando con la marea... A mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo”.
La brisa del Mediterráneo tiene algo de magia, poesía, calor, creatividad y fantasía. Por eso, la escritora italiana, Andrea Marcolongo, expresó: “El mundo anglosajón se ha puesto de moda hace poco y su pragmatismo, su espíritu marcadamente económico, han colonizado nuestra manera de ser”.
Con firmeza, precisó: “Los mediterráneos no somos hijos del sistema capitalista. No nos levantamos diciendo qué tenemos que producir hoy. Somos hijos y herederos de la belleza y la alegría de vivir. Con una pandemia es más difícil, pero esa alegría está en nuestra forma de pensar. Me refiero al goce, al buen humor. Nuestra mentalidad está más volcada a crear que a producir”.
¿Equilibro la balanza entre crear y producir?