Cotos que Cuén pelea sin valer la pena
Hora crucial para la UAS: libre o rehén

Alejandro Sicairos
04 julio 2024

Con Juan Eulogio Guerra Liera, el único Rector que se benefició con la reforma de la Ley Orgánica de 2013 que incluyó la reelección en el máximo cargo de dirección de la Universidad Autónoma de Sinaloa, estuvo en riesgo el control férreo que ha ejercido Héctor Melesio Cuén Ojeda durante casi dos décadas en la institución educativa, a partir de que él encabezó el gobierno universitario de 2005 a 2009. Sin embargo, pese a connatos de insubordinación, el también creador y dirigente del Partido Sinaloense persiste en el largo dominio en el campus, con rasgos visibles que configuran un cacicazgo.

El ”Lochito” representó la luz amarilla que le mostró al cuenismo el peligro de poner a alguien durante tantos años, ocho en este caso, a cargo del cuidado del despacho en el “proyecto” de rectores a modo, de parapeto, que facilitaran el esquema del poder detrás del trono. El primer período, de 2013 a 2017, lo transitó sumiso al sempiterno rectorado de facto de Cuén Ojeda, pero en el siguiente cuatrienio, de 2017 a 2021, intentó marcar distancia y fue el primero y único en atreverse a proponer el “divorcio” del PAS y la UAS.

Lo mismo pasa con Jesús Madueña Molina, en calidad hoy de Rector destituido por el mandato judicial que le acaba de dictar la cuarta vinculación a procesos penales. Su plan de reelección ya está frustrado al no tener segura ni la expectativa de concluir el período que culmina en junio de 2025. A él tocó el rebosamiento de la cloaca de la corrupción en la UAS y puede ser que posiblemente ni se enteró de muchos de los malos manejos del presupuesto universitario, pero deberá pagar las consecuencias por el pacto de lealtad jurado al actual establishment rosalino.

Existe un miedo terrible a desprenderse de Cuén y del PAS. También hablar de la separación del modelo siamés de Universidad-partido ha sido un tabú a lo largo del cuenismo y quienes lo han sugerido o siquiera insinuado pagaron costos políticos y consecuencias laborales, por lo cual un gran porcentaje de miembros de la plantilla docente es rehén del temor a perder derechos y percepciones que por Ley les corresponden pero están sujetos a que le ofrezcan al “maestro” el diezmo de la obediencia a ciegas. Otros, los “peces gordos”, gozan de privilegios que los amarran a los designios del tótem.

Estos temas, el de eliminar la reelección, y la designación de Rector titular a través de la consulta a trabajadores y estudiantes, sí están bien posicionados en la comunidad universitaria como cruciales para la democratización de centros educativos donde una sola persona nombrada por un Consejo Universitario sometido a aquella puede decidir sobre el destino de alrededor de 160 mil alumnos y aproximadamente 19 mil trabajadores.

He ahí el quid de la cuestión: el choque colosal que viene entre el segmento que se aferra como benefactor del sistema Universidad-botín, y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con la participación de la institución del Ministerio Público, que proponen ceñir a la UAS al orden y la Ley, es a estas alturas de pronósticos reservados en cuanto a qué resultará. A todos los actores y factores se les ha cantado la cuenta regresiva sobre una controversia a la cual prolongarla por más tiempo es política y jurídicamente inviable.

Pero sí, más en los estudiantes que en los empleados sindicalizados, halla cabida la pertinencia de retomar el control de la Universidad mediante funcionarios que al ser legitimados por la mayoría universitaria sean sujetos también a sistemas de rendición de cuentas, inclusión de género y consensos en torno a las acciones que por trascendentes deber surgir de acuerdos. Tal vez Robespierre Lizárraga y Jesús Madueña están en la misma tesitura porque cada citatorio a ir a los juzgados los pone en estado de angustia máxima al fallar la cara estrategia jurídica que les vendieron y al perder aliados porque los llamados a la cordura, la acción inteligente, los consideraron traición a luna causa que ni es de ellos. Lo saben pero les aterroriza la posibilidad de decírselo al “maestro”.

Cuén Ojeda, por su parte, se dice político hábil e invulnerable, aunque el pragmatismo le aconseja fortalecer sus negocios y partido y desprenderse de la Universidad para preservar su “proyecto” de ser Gobernador de Sinaloa y al mismo tiempo proteger a la familia, principalmente a su hijo al que fiscales y jueces ya hasta le ponen la etiqueta de prófugo de la justicia. ¿En qué punto insondable de las ambiciones de poder se puede sacrificar la honra de un ser entrañable con tal de persistir en el sostenimiento de cotos de dominio que rozan la insignificancia? La verdad, no vale la pena.

En fin, importa conocer el entramado del duro control al que está sometida el alma máter sinaloense para darse una idea de lo que está en juego en las tres canchas del conflicto. En una, al PAS le es vital contar con la UAS como fuerzas financiadora y de estructura; en la segunda, al Congreso del Estado se le volvió cuestión de honor o descrédito el hecho de demoler o no el ordenamiento legal que sostiene al cuenismo-pasismo, y en el tercer escenario el Gobernador Rubén Rocha debe rescatar la palabra que empeñó desde que fue candidato a Senador en 2018, de regresarle la UAS a los universitarios.

Vacila el águila rosalina,

Y como que sí o no se anima,

A romper la soga que la domina,

Para volar libre hacia la cima.

El Subsecretario de Educación Superior, Luciano Concheiro Bórquez, se ha convertido en el único funcionario de la SEP que motiva a Jesús Madueña y Robespierre Lizárraga para que sigan adelante con el speech donde se dicen perseguidos políticos del Gobernador Rubén Rocha Moya y acusan a éste de violentar la autonomía de la UAS. ¿Conoce las carpetas de investigación y es partidario del método de “al diablo las instituciones” como para incitar al desacato de diligencias del Poder Judicial Estatal? Se ha convertido en uno de esos defensores de oficio, abogado del diablo, a los que termina uno pidiéndoles “no me ayudes, compadre”.