Coronavirus y el impacto económico

Alejandro Sicairos
15 marzo 2020

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Turismo, el gran afectado en Sinaloa

 

A lo apocalíptico que se nos dice sobre el coronavirus le hace falta el cálculo de las consecuencias económicas que tendrá en México en general y en Sinaloa en lo particular con base a dos constantes que ya están aquí: uno, el impacto que tendrá en los recursos públicos presupuestados para 2020 al calcularse a 49 dólares el precio del barril de crudo y que la semana pasada bajó a los 33.42 dólares (9 de marzo), así como el contagio en efecto dominó del resto de las actividades productivas, el turismo y la agricultura primero que otras.
La educación pública también se anota ya entre las primeras secuelas del Covid-19 porque la mayoría de las instituciones y centros educativos carecen de planes de continuidad académica para situaciones de contingencia, que sí tienen pocos centros de estudios como es el caso de la Universidad Autónoma de Baja California que proseguirá con la formación de sus estudiantes, en línea. En Sinaloa solo se establece la suspensión de clases, quien sabe por cuánto tiempo, sin programas para la instrucción fuera del aula.
De las actividades económicas, sin duda el turismo registrará una de las repercusiones mayores y Sinaloa deberá buscar formas para amortiguar el daño. La Semana Internacional de la Moto que se realiza en Mazatlán tal vez sea el último evento masivo de aquí a que pase la emergencia por el coronavirus. Por la confluencia de visitantes de varios estados y de otros países, hagamos votos porque el Gobierno del Estado haya implementado las acciones preventivas adecuadas.
Es muy probable también que en Semana Santa el flujo de turistas locales y nacionales se deba restringir en las playas y balnearios, en caso de cumplirse la previsión de la Secretaría de Salud federal que alerta que en dos semanas el país pasará de los casos aislados, totalmente manejables, al contagio comunitario (masivo) que meterá en aprietos a los sistemas epidemiológicos estatal y municipales.
Por otra parte, el 13 de marzo el gobierno de Estados Unidos agregó en la suspensión de viajes a las compañías de cruceros que zarpan de sus puertos, lo cual había hecho antes con la detención de vuelos hacia los países con mayores índices de propagación del Covid-19. La medida tendrá un daño económico de peso para Mazatlán, destino de sol y playa que le está apostando bastante el turismo naviero.
Otra probabilidad, que ojalá y quede sólo en eso, es la barrera en la frontera norte a los productos agropecuarios que México, y en grandes volúmenes Sinaloa, exportan hacia Estados Unidos. Las autoridades fitosanitarias del país vecino son muy sensibles ante circunstancias de riesgo, además de que pretextos quieren para proseguir con la guerra comercial particularmente contra las mercancías sinaloenses.
Pero el peor escenario es el interno. La caída en los precios internacionales del petróleo obligará a ajustes en las finanzas públicas, inclusive más que los aplicados en 2019 cuando en el presupuesto a ejercer ese año el equipo del Presidente Andrés Manuel López Obrador calculó a 55 dólares el precio del crudo mexicano. La política energética en México ha sido siempre más ilusión que realidad y muestra de ello es que para 2020 se contempló un incremento de 17 por ciento en la producción petrolera sin haber sustento para tal expectativa. Eso no se logra desde 1982, menos ahora que Pemex avanza a la quiebra.
De estas consecuencias, que solamente son ejemplos de muchas que asoman en los escenarios internacional, nacional y estatal, poco se está hablando. Las políticas públicas de anticipación se centran en reducir los márgenes de diseminación del coronavirus, limitando el margen de movilidad humana, al tiempo que el otro tipo de contagio, el que devastará las economías, adelanta los efectos y lo visto hasta ahora es nada más la avanzada del problema.
De sostenerse la decisión del Gobernador Quirino Ordaz Coppel consistente en “exagerar, excedernos en las medidas de prevención”, estamos por ver acciones drásticas que les moverán el tapete a las actividades económicas. En Mazatlán las reservaciones para el asueto de Semana Mayor siguen firmes, pero es posible que las autoridades nacionales o locales cancelen las actividades multitudinarias si la emergencia viene tal como está prevista.
En eso de evitar la sicosis del coronavirus en los ramos productivos el gobierno de Ordaz Coppel ha sido muy cuidadoso. Todo se ha centrado en inducir la cultura de la prevención en la población, ese tejido social sobre el cual caería el peor perjuicio si los puntales económicos de Sinaloa llegan a tambalearse. Vamos viendo. La autorización para efectuar en Mazatlán la Semana de la Moto avisa de un exceso de confianza.

Reverso
El coronavirus anda de viaje,
Y va a llegar como turista,
Disimulando en su equipaje,
El mortífero pase de lista.

Aviso oportuno
La Organización Mundial de la Salud recomienda en los protocolos de reacción frente a pandemias que lo primero a proteger son las estructuras humanas y físicas de salud. Es decir, el personal médico y la disponibilidad hospitalaria son lo primero a blindar porque si tal andamiaje resulta vulnerado se cae toda la armazón que cuida a la población en situación extrema de riesgo. ¿Está actuando en consecuencia la Secretaría de Salud del Gobierno de Sinaloa?
alexsicairos@hotmail.com