Contrastante situación la laboral de las mujeres en Sinaloa
El Instituto Mexicano de la Competitividad presentó en mayo de este año, un entregable sobre las condiciones laborales para las mujeres. Un estudio que busca definir y señalar las barreras que enfrentan todas aquellas trabajadoras o buscadoras de empleo con el fin de identificar las fortalezas y retos de las entidades federativas para que las mujeres tengan acceso a empleos mejor remunerados y condiciones laborales más justas.
Una evaluación a las 32 entidades federativas a través de 15 indicadores según criterios internacionales para evaluar las condiciones sobre desigualdad y la participación de las mujeres en el mercado laboral. En esta columna se analiza el caso Sinaloa, que es, como ya veremos un juego de contrastes con datos positivamente sobresalientes y otros de urgente atención.
En el ranking general, Sinaloa se encuentra en la posición número 9 con un buen nivel de desempeño en la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral. La Ciudad de México, Nuevo León y Jalisco son las entidades que ocupan el primero, segundo y tercer lugar en mujeres en el mercado laboral, mientras que Oaxaca, Chiapas y Veracruz se llevan las últimas posiciones.
Pero no se trata solo de tener mujeres empleadas, se trata de que las trabajadoras tengan garantizado el acceso a sus derechos laborales, de educación, salud y seguridad en entornos positivos propios de la actividad. Uno de ellos es la preparación de las mujeres, en este indicador Sinaloa ocupa el tercer lugar nacional, mejorando 3 lugares respecto años anteriores, según el IMCO con datos del Inegi y la SEP el 57.4 por ciento de las mujeres sinaloenses mayores de 18 años tiene educación media superior o estudios mayores. Ciudad de México es la mejor entidad con el 64.1 por ciento de mujeres con estudios mínimos de bachillerato.
Dos rubros importantes son la percepción de seguridad, por un lado el estudio mide el porcentaje de mujeres que dejaron sus trabajos por el temor a ser víctimas de la inseguridad en el transporte público (traslados) y en ese rubro Sinaloa también destaca en positivo en el tercer lugar estatal, en este rubro Yucatán es la entidad en donde las mujeres se sienten más seguras de trasladarse a sus centros de trabajo. En feminicidio y homicidios dolosos contra mujeres, Sinaloa viene reduciendo sus posiciones en el ranking, actualmente es la entidad 11 con 2.3 delitos cometidos por cada 100 mil mujeres. Coahuila es el estado más seguro en ese ramo con 0.8 feminicidios u homicidios dolosos con víctimas mujeres. En los delitos sexuales contra mujeres somos el lugar 12, con una tasa de 6.4 delitos.
Pero no todo son elogios y mejoras, el IMCO detecta una situación verdaderamente grave en Sinaloa. Y tiene que ver con la desigualdad en las labores no remuneradas o labores domésticas, somos la entidad 29 de 32 con trabajo no remunerado en comparación a los hombres. Las mujeres sinaloenses trabajan y además se encargan de las labores del hogar sin apoyo de los hombres. Somos de las entidades más machistas en cuanto al rol de responsabilidades en los hogares.
Se debe revisar también dos indicadores en los que estamos mal, uno de ellos es la brecha salarial entre hombres y mujeres, somos la entidad 23, en cuanto al salario de hombres y mujeres cumpliendo mismas actividades. Y somos también de los peores estados en mujeres que son trabajadoras potenciales y disponibles, pero no activas por múltiples razones. Los estados con menores brechas salariales son CDMX y Jalisco.
La dependencia económica es alta en Sinaloa, el 31 por ciento de las mujeres depende del ingreso de su padre, conyugue, hermano u otras figuras masculinas. Somos la entidad número 25 en independencia financiera de las mujeres. En un contraste positivo somos el estado número 4 en créditos financieros para mujeres y el cuarto lugar en mujeres con vivienda propia.
Analizar este tipo de estudios estadísticos nos ayuda a entender el fenómeno social de la desigualdad más allá de aplausos de paleros y rechiflas de inconformes. A los gobiernos les sirve para replantear el sentido de las políticas públicas; de continuidad en lo que va funcionando y de cambio urgente en aquello que evidentemente está mal. No se trata de repartir elogios a las autoridades por lo que está bien hecho, ni de lanzar culpas entre las instituciones por lo que falta por hacer. En buena medida, visibilizar estos temas ayuda a poner las cosas en su justa dimensión. Luego le seguimos...