Contagiar paz y esperanza
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@rodolfodiazf
El domingo, el Papa Francisco envió una carta a los sacerdotes de la Diócesis de Roma porque no ha podido reunirse con ellos a causa de la pandemia. Entresacamos algunas ideas de esta carta que se adaptan a la vivencia de cada uno de nosotros.
Como compartió el mensaje en la fiesta de Pentecostés, recordó que la iglesia naciente vivió su propio confinamiento: “Les escribo mirando a la primera comunidad apostólica que también vivió momentos de confinamiento, aislamiento, miedo e incertidumbre. Pasaron 50 días entre la inamovilidad, el encierro y el anuncio incipiente que cambiaría para siempre sus vidas”.
En las palabras del Papa se percibe un sentimiento de que ya pasó lo peor, pues utiliza muchos verbos en tiempo copretérito; sin embargo, conviene tener presente que el virus atacó a Italia antes que a nosotros.
Indicó que todos hemos padecido de manera cercana el flagelo de este virus: “Todos hemos oído los números y porcentajes que día a día nos asaltaban y palpamos el dolor de nuestro pueblo. Lo que llegaba no eran datos lejanos: las estadísticas tenían nombres, rostros, historias compartidas”.
De manera especial, dirigió un pensamiento a los médicos, enfermeros, voluntarios de salud y otros elementales servicios: “Vimos el sufrimiento y la impotencia de los trabajadores de la salud que, extenuados, se desgastaban en interminables jornadas de trabajo preocupados por atender tantas demandas. Todos sentimos la inseguridad y el miedo de trabajadores y voluntarios que se expusieron diariamente para que los servicios esenciales fueran mantenidos”.
El Pontífice señaló que todos debemos contagiar paz y esperanza, confortados con las palabras que dirigió Pablo a los Corintios: “Atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados”, (2 Co 4,8-9).
¿Contagio paz y esperanza?