Construyendo políticas y entornos para una realidad con canas, arrugas y experiencia

Claudia Calvin
21 abril 2024

¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta de que el futuro de nuestro mundo reposa, en gran medida, en manos de quienes tienen experiencia, canas y arrugas?

Aunque la sociedad contemporánea idolatra a la juventud y expresa una profunda gerontofobia, la verdad es que la creación de un futuro diferente y con oportunidades para todas y todos debe incluir a las personas de TODAS las edades: tanto a las jóvenes como a las de mayor edad.

Es hora de desmontar los mitos sobre el envejecimiento, la economía y las mujeres. El envejecimiento de la población es un fenómeno global inminente. Según la ONU, el número de personas mayores de 65 años alcanzará los 1600 millones para 2050, duplicando los 761 millones de 2021. Las mujeres, además, representan a la mayor parte de la población en edad avanzada.

Contrario a la percepción popular, esta transición demográfica no tiene que ser una carga. Estoy convencida de que representa una oportunidad sin precedentes para el mundo, la política, la economía y la sociedad.

Las mujeres mayores, en particular, tienen un inmenso potencial en todos los terrenos. A pesar de los estereotipos que sugieren lo contrario, sus experiencias y conocimientos constituyen un recurso invaluable para el emprendimiento, la innovación y el liderazgo.

Las personas que integran la economía plateada representan, además, un potencial inmenso en términos de crecimiento y desarrollo. Si todas las personas mayores de cincuenta años de Europa se constituyeran en un sólo país, tendríamos frente a nosotras a la tercera economía más poderosa del mundo.

El reto que representa su inclusión es multidimensional. Hoy quiero destacar el ámbito de las políticas públicas, la importancia de crear un entorno inclusivo y lo que esto significa. Es hora de dejar de pensar en las personas y en las mujeres mayores como botín político y como recurso electoral. Necesitan apoyo y subsidios en muchos casos y en muchos países porque no se les ha tomado en cuenta y porque existen condiciones culturales, económicas, políticas y sistémicas que las ponen en condiciones de vulnerabilidad. Se les debe prestar atención de manera permanente y no sólo en coyunturas político-electorales.

Se debe garantizar no sólo que tengan derecho a una edad adulta con dignidad, salud y respeto, sino que tengan la posibilidad de seguir participando activamente y en función de sus capacidades. Se deben buscar condiciones y políticas que les permitan trabajar cuando lo requieran y necesiten y se deben construir entornos adaptables, seguros e incluyentes para sus condiciones y requerimientos.

¿Cuáles son algunos ejemplos de políticas públicas y propuestas a nivel mundial que han demostrado con el tiempo que no funcionan y sin habérselo planteado en su origen, hoy resultan excluyente para las mujeres mayores?

Las pensiones para el retiro. En muchos países, los sistemas de pensiones no toman en cuenta las brechas de género en el empleo, como los periodos de ausencia del trabajo por maternidad o cuidado de familiares, resultando en pensiones más bajas para las mujeres. Sus niveles de cotización son más bajos no sólo porque sus sueldos tienden a ser menores que los de los hombres, sino porque la intermitencia laboral tiene un costo de largo plazo en el monto de su pensión. Si además se considera que hoy viven más años que los hombres, el monto que reciben también es menor debido a que ese presupuesto bajo debe durarles más años. De acuerdo con el Banco Mundial, las mujeres reciben pensiones entre un 25 % y un 30 % más bajas que las de los hombres. Esto agudiza y perpetúa la desigualdad económica en la vejez.

La salud de las mujeres mayores. Faltan acciones, leyes y decisiones proactivas a favor de las necesidades específicas de las personas y las mujeres mayores, que van desde considerar la menopausia y sus desafíos hasta enfermedades crónicas prevalentes en las mujeres. Si bien no se puede hablar de un grupo homogéneo porque intrínsecamente es profundamente diverso, es necesario visualizar e incluir sus contextos y condiciones específicas. Este reto es tan importante que la ONU estableció la década de 2020 a 2030 como la Década del envejecimiento saludable. Es un llamado a la colaboración entre gobiernos, empresas, sociedad civil, academia, medios de comunicación y la sociedad en general a sumar esfuerzos.

Edadismo, violencia y discriminación. La ausencia de políticas específicas para prevenir y responder a la violencia contra las mujeres mayores, especialmente aquellas que viven en instituciones o dependen de cuidadores -por señalar un ejemplo- las deja en situación de vulnerabilidad. Esto se acrecienta por la invisibilización a la que nuestra sociedad las somete y por los prejuicios y violencia narrativa que existe en torno a este grupo. Frases como: los hombres se ven guapos con canas y las mujeres viejas y feas es una expresión de la normalización de la violencia y discriminación que existe.

Aquí hay consideraciones y ejemplos internacionales que permiten replantear las condiciones en las que las mujeres mayores pueden vivir.

Trabajo remoto. Iniciativas como Connected Women promueven el trabajo remoto de mujeres e incentivan la inclusión digital para permitir a mujeres de diversas edades participar activamente en la economía y tener ingresos.

Jubilación flexible. En países como España se está debatiendo la necesidad de adecuar el sistema de jubilación y hacerlo flexible porque el modelo previo ya resulta inviable e insostenible. Se busca utilizar el potencial senior del país y enfrentar el reto del envejecimiento. Bien diseñado y con perspectiva de género esto puede apoyar a las mujeres y contrarrestar el efecto de su intermitencia laboral en el monto de su pensión.

Senior Lab. Iniciativas como Senior Lab de la Universidad Católica de Chile son un ejemplo de suma de esfuerzos para comprender mejor la realidad de las personas en edad plateada, así como apoyarles en esta etapa de la vida e incentivar su participación en distintas esferas, incluyendo el emprendimiento.

Protección contra la discriminación. Desde hace casi veinte años la OIT ha impulsado cambios en las legislaciones y la promoción de políticas públicas y leyes que eviten la discriminación de personas mayores y reconoce que las mujeres enfrentan mayores condiciones de vulnerabilidad. Los cambios en política pública llevan mucho tiempo, precisamente por ello resulta tan importante hacer esta realidad visible y empezar a actuar ya.

Hay mucho por hacer y muchos ejemplos que pueden considerarse. Lo que quiero hacer con esto es señalar que existe camino por andar, que hay ejemplos en diversas latitudes que vale la pena considerar y que poner manos a la obra no puede esperar más.

Decía Betty Friedan que “envejecer no es juventud perdida sino una nueva etapa de oportunidad y fuerza”. Un punto de partida necesario es construir una nueva narrativa sobre la edad y el valor de las mujeres mayores. Es un paso inicial para la cristalización de un futuro más incluyente, justo, igualitario y equitativo y en el que las personas mayores puedan participar dignamente, siendo respetadas y en el que sus derechos no sean vulnerados por el simple hecho de tener canas, arrugas, experiencia y años acumulados.

Estas son algunas de las reflexiones que presenté durante la presentación del libro Descifrando México. Ensayos desde la perspectiva de mujeres expertas la semana pasada en la Cámara de Diputados. Soy autora del ensayo: La “silverización” de la realidad. Un reto para México.

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Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo

www.mujeresconstruyendo.com

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