Conferencia internacional sobre reducción de homicidios

Ernesto López Portillo
30 mayo 2023

Trascendió que la suma de homicidios violentos en el sexenio actual ya superó lo acumulado en las administraciones federales anteriores. Lo que no trasciende es la conversación pública al respecto y la construcción de salidas rigurosas y creíbles. Las violencias evolucionan, las respuestas casi nunca lo hacen.

¿Por qué una persona mata a otra? ¿Cómo impedir que suceda? Estas dos preguntas bien pueden ser las más importantes entre centenas de cuestionamientos sobre las violencias y las maneras de reducirlas. Pero sucede algo en verdad desconcertante en buena parte del mundo, especialmente en América Latina: vivimos en la región con más asesinatos en términos absolutos y relativos (tenemos ocho por ciento de la población mundial y aportamos entre 3 y 4 de cada 10 homicidios del planeta al año) y sin embargo se habla poco o nada sobre cómo contestar estas preguntas.

México acaso representa el epítome del absurdo: no obstante vivimos crecimientos exponenciales de ese delito (ya sea en el país, en entidades federativas o en ciudades diversas) y aún a pesar de que en algunas partes se prolonga en el tiempo la concentración o híper concentración del mismo, igualmente a nadie o a casi nadie le interesa contestar con rigor por qué se mata la gente y cómo reducir el más grave de todos los crímenes.

La investigación académica desde los centros de educación superior, desde la sociedad civil organizada, los saberes nativos de cada vez más comunidades y la investigación periodística vienen formulando respuestas más complejas, profundas y amplias; pero esos saberes dialogan poco o nada con la llamada clase política y con las burocracias relacionadas directa o indirectamente a las funciones de seguridad, justicia y construcción de paz.

A modo de ejemplo, podemos identificar estudios profundos al respecto (directa o indirectamente relacionados) desde la Criminología, la Criminalística, el Derecho Penal, la Victimología, la Historia, el Derecho, la Sociología, la Psicología, la Antropología, la Medicina (Psiquiatría), el Trabajo Social y otras. Duele aceptarlo, pero aún hoy es casi imposible encontrar gobierno alguno que produzca reportes donde sea posible confirmar la vinculación entre las decisiones y los saberes especializados (muchos gobiernos consideran que el único saber especializado es el de sus operadores, en especial los que han aprendido en la calle).

El resultado es evidente a cielo abierto: mientras la violencia homicida es cada vez más frecuente, diversa, profunda y compleja, como sucede con tantas otras violencias, la conversación pública al respecto es cada vez más banal. Llegamos al punto que cuestionar una política de seguridad que no reduce los homicidios violentos o que no puede comprobar que lo hace, equivale, según la narrativa hegemónica, a la disputa polarizada entre lealtades de proyectos político electorales. Demencial, pero así es: pase lo que pase con las violencias, incluyendo la privación de la vida, la conversación pública ha sido capturada por la lucha por el poder. Es el regalo de ensueño para un gobierno cualquiera: nadie ofrece y nadie exige -o casi- que la política de reducción de homicidios tenga fundamentos.

No lo aceptamos y resistimos todos los días ante tal despropósito. El Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana CDMX multiplica sus actividades y productos entregando a la sociedad información y análisis que propone hacernos cargo colectivamente de construir la seguridad con derechos humanos, la justicia y la paz. Por eso, responderemos por qué una persona mata a otra y cómo impedir que suceda reuniendo a representantes de varias de las más prometedoras y exitosas experiencias de reducción de homicidios de México, América Latina y otras regiones del mundo.

Esta es la primera llamada, primera.