¿Cómo se captura el valor?
Diseñar nuestras estrategias para generar o multiplicar valor implica realizar en la empresa otros cambios discontinuos consecuentes que no detonarán los resultados si no modificamos el paquete de actividades que permitan capturarlo.
En las organizaciones en crecimiento suelen reproducirse rincones improductivos de mediocre rendimiento, así como actividades que se quedan en la inercia de estrategias anteriores y que demoran en encontrar su nuevo enfoque.
La mayoría de los cambios estratégicos tarda en generar altos rendimientos debido a la lentitud con que todos los elementos involucrados se reacomodan a las nuevas prioridades.
La alineación consiste en la capacidad de responder coherentemente a los requerimientos de los nuevos movimientos estratégicos que se realizan en los ámbitos del mercado y de la estructura de poder.
El alistamiento expedito y ágil de las actividades vinculadas con los cambios estratégicos determina su posibilidad de capturar el valor. Esto es fruto de una serie de decisiones de concentración y abandono de actividades, inversiones y gastos, y de exigir un alto desempeño de los nuevos factores de diferenciación que los hacen sustentables y difíciles de replicar.
Son tres los componentes fundamentales de la Captura de Valor: la alineación de la organización, de los recursos y de la información. Cada uno de ellos conforma un campo de acción para alinear.
Alineación de la Organización. La estructura humana es lo primero que nos toca repasar al implementar nuestras jugadas discontinuas. Nuestra gente, con sus actividades, comportamiento e interacción ha de encontrar cómo reacomodarse para asegurar su flexible alineación. Esto incluye gestionar nuevas responsabilidades y tareas, adquirir otros conocimientos y habilidades y ajustar las políticas y prácticas de personal.
En ocasiones alinear la organización sólo es factible si integramos en ella nuevos líderes que comprendan y se comprometan con las nuevas estrategias.
Alineación de los recursos. Los elementos materiales con que cuenta la gente para hacer su labor habrán de examinarse del mismo modo. Pueden haber cambiado los criterios de calidad, los equipos y la tecnología. Con los cambios podrán requerirse nuevas inversiones o efectuarse gastos que antes no se daban.
La inercia en el manejo de los recursos es inmensa en cualquier organización; es por ello vital que al revisar su alineación aceptemos los cuestionamientos más radicales. Cada peso de gasto, cada instalación, cada equipo, habrá de ser examinado. Igualmente, hemos de escuchar las propuestas de nuevas inversiones y gastos que añadirán valor en el nuevo esquema estratégico que se esté adoptando.
Alineación de la información. Los sistemas de información y control, que deberían ser los más fáciles de cambiar, suelen ser los más resistentes a la transformación. Tal vez por su complejidad, por la dificultad de haberlos instalado originalmente o por el esfuerzo que representa rediseñarlos, los sistemas fácilmente se convierten en un ancla al pasado y tardan en medir lo que ahora necesitamos medir.
Los dirigentes tenemos que guiar el proceso de rediseño de estos sistemas. La información demandada por el crecimiento o por nuevos planteamientos estratégicos seguramente tendrá otros enfoques, prioridades y parámetros.
Las preguntas pertinentes van al corazón de cada proyecto de cambio: ¿cómo vamos a medir el desempeño de la nueva etapa o del nuevo esquema?, ¿cómo le vamos a dar seguimiento a los resultados?, ¿cuáles son las actividades diferenciadoras?, ¿qué conductas queremos ahora reforzar?
La alineación es velocidad de aprendizaje. Una organización que cambia rápido seguramente está conformada por equipos de trabajo alertas, atentos a no perder validez, abiertos a su propia transformación. Nuestras estrategias no pueden quedarse a medias. Necesitamos construir una organización que vea la alineación en gerundio. La captura de valor no es cuestión de estar alineado; la clave radica en estar siempre alineándose.
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