¿Cómo se atreven?
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@Aless_SaLo
¿Por qué sucede siempre que sacuden al mundo las más grandes tragedias, y a nadie parece importarle hasta que el rostro de un niño se vuelve su imagen?
Sucedió hasta cierto nivel con la Segunda Guerra Mundial y Ana Frank; con el conflicto civil en Siria y Alan Kurdi, el pequeño de camiseta rosa que terminó ahogado y varado en una playa del Mar Mediterráneo; sucedió con Juana de Arco que no era una guerrera invencible como se cree popularmente, si uno una joven de 17 años que dio la vida por su país y su ejército; sucedió con la opresión que el Talibán ejercía en las mujeres en Pakistán, y a Malala Yousafzai le tuvo que atravesar una bala la cabeza para que todos despertaran.
Sucede ahora con el cambio climático y con la adolescente sueca de 16 años, convertida en ícono mundial, Greta Thunberg.
“No debería estar aquí. Debería estar en la escuela, del otro lado del océano. Me robaron los sueños y la niñez con sus palabras vacías. Estamos en el comienzo de una extinción masiva y lo único de lo que ustedes hablan es de dinero y de cuentos de hadas de un eterno crecimiento económico. ¿Cómo se atreven?”, dijo el domingo durante la Cumbre de Acción Climática de Naciones Unidas con furia y frustración en el rostro.
No lo sé. No sé cómo nos atrevemos o en qué momento nos volvimos tan sinvergüenzas. No sé en qué punto una persona tranquilamente arroja basura en la calle o qué orilla a alguien a no sentir nada, más que indiferencia, al ver imágenes de icebergs de plástico en los polos o pelícanos que murieron por tener los intestinos repletos de residuos.
¿Por qué una niña ha hecho más para movilizar a millones, que los políticos y líderes mundiales? ¿Por qué le importa más a una adolescente, de un país que a comparación del nuestro no tiene problema alguno, que a todos los que vivimos en regiones con muchísimas carencias en materia de energía limpia y conservación de los ecosistemas? ¿Por qué seguimos dejando que sean los más chicos los que carguen con este enorme peso en sus hombros, cómo si fuera su responsabilidad?
Es cierto. Greta no debería estar ahí, pero la obligamos. Tomamos su rostro sin pedir permiso y lo colocamos en un estandarte de revolucionaria, en el que tal vez no quiera estar, pero sintió que si ella no lo hacía, nadie más ocuparía su lugar. Nadie más lucharía por la tierra.
El problema es que las cosas se están saliendo de su control. Aunque ha implorado a la gente del mundo que se enfoquen en el mensaje y no en el mensajero, no la escuchan. Las generaciones (porque no solo es la mía) siempre han estado mucho más obsesionadas con los ídolos en sí, que con lo que hacen, y ahora es peor. Vivimos en tiempos tristemente venenosos y el odio que ha recibido por defender aquello en lo que cree, era de esperarse. “Dispararle al mensajero”, como se dice en inglés, es la manera más trillada pero obvia de lidiar con las malas noticias.
La crisis ambiental es tan real y urgente que odiar al jugador en lugar de al juego es casi la única táctica que les queda a aquellos que rehúsan a aceptarla. Y Thunberg es un blanco fácil. Hacer de una figura joven, tal vez idealista y con poca experiencia la imagen de una campaña tan grande puede llegar a hacer la campaña en sí como joven, idealista y con poca experiencia también.
Y es una lástima, porque ella tiene las cosas tan claro. “En lugar de estar hablando conmigo y con todos los adolescentes que protestan, deberían estar hablando con verdaderos científicos y expertos en la materia”, le dijo a los presidentes y ministros del mundo.
Aunque a costa suya, Thunberg se ha vuelto una figura pública y hasta un producto que consumir, también ha hecho mucho más por darle visualización a un problema monumental que lo que millones de miembros de la humanidad harían en todas sus vidas juntas, si la reencarnación existiera.
Greta misma lo dijo: le quitamos su infancia, y probablemente su inocencia. ¿Cómo nos atrevimos? Pero ella nos dio su voz, y estamos agradecidos.