Claudia, Marcelo, Adán Augusto...
En dos años más celebraremos elecciones presidenciales, pero los candidatos serán conocidos aproximadamente un año antes.
No obstante, los precandidatos de Morena ya sabemos quiénes son. De la Oposición, el candidato de MC será Luis Donaldo Colosio. De la triada PAN-PRI-PRD no se observa nada seguro; vamos, ni la misma alianza.
De Morena, hay comentaristas y columnistas que aún le ven posibilidades a Ricardo Monreal, así sean mínimas, de ser el bendecido por AMLO. A mi juicio está totalmente descartado y por eso no lo considero en la lista del partido gobernante.
En Sinaloa se dijo mucho y, en efecto, fue evidente que Rubén Rocha había recibido el apoyo del Senador Monreal para obtener la candidatura a Gobernador; por lo tanto, también se ha dicho que el ex Rector de la UAS tenía sus velas prendidas con el político zacatecano para que éste fuera el bueno para 2024. Esto ya no es visible ante el franco deslinde de Monreal de muchas decisiones del inquilino de Palacio Nacional y el abierto descarte que AMLO ha hecho de él. Esto fue más que evidente el pasado 1 de julio en Dos Bocas.
El doctor Rocha ahora se está manejando con más cautela, ha dicho que él va a apoyar al que elija Morena. No obstante, va a ser muy difícil que un Gobernador de Morena no se incline antes por uno de los tres aspirantes seleccionados por AMLO. Debemos pensar que la declaración del personaje de Batequitas es meramente táctica, para quitarse los reflectores preelectorales de encima en un momento donde la atmósfera morena todavía no es diáfana. No quiere precipitarse.
El que sí ya dio un paso arriesgado en su afán de ser candidato a Senador, para después aspirar a la Gubernatura, fue Héctor Melesio Cuén. No aceptó la invitación de Rocha Moya de afiliarse a Morena y, por lo tanto, disolver al PAS dentro del partido oficial, para buscar desde ahí la candidatura al Senado, pensando, quizá, que tal cambio implicaba perder capital político y autonomía, lo que es muy cierto. Sin embargo, tanto como Secretario de Salud y ahora como dirigente real y único del PAS, siguió viajando a la CDMX para desde ahí cultivar alianzas y esperanzas para 2024. Se sintió muy contento cuando lo recibió Adán Augusto pensando que su apuesta es arriesgada pero necesaria, porque lo recibió uno de los suspirantes y se tomó una foto con él. El Gobernador dice que le gestionó la entrevista y Cuén no lo ha desmentido, lo cual no deja de ser un juego raro y oscuro, pero también divertido, porque ambos se dan golpes políticos durísimos y a la vuelta de la esquina se toman un chocolate y sonríen complacidos, confirmando que los políticos profesionales pueden actuar cualquier papel.
Por supuesto que, si el tabasqueño no es la corcholata destapada por su paisano, Cuén daría el brinco hacia quien sea el ungido, pero ya no sería lo mismo porque Claudia o Marcelo, y sus huestes estatales, de ninguna manera lo considerarían en primer plano. Quien apuesta y se equivoca paga las consecuencias.
De los tres mencionados estelarmente por López Obrador, Adán Augusto es, con mucho, el más débil. Las encuestas lo sitúan muy abajo, tiene una experiencia política muy localista y no tiene dentro de Morena las simpatías o seguidores que puedan tener la Sheinbaum y Ebrard. Si lo apoyan es porque creen que AMLO lo va a favorecer y no por él mismo.
Sin duda que el manto de López Obrador es el que va a hacer ganador a cualquiera de los tres, si es que llega a ser el caso, y en eso confían los selectos; pero del trío, Adán Augusto es el que tiene mayor dependencia de AMLO. Y esto es muy peligroso para Morena, porque si mantiene la tendencia disminuyente del Presidente en su aceptación, tanto el candidato o candidata, así como el partido, tendrán que aportar mucho a una campaña y a la suma de votos, y el ahora Secretario de Gobernación no promete gran cosa.
Por otro lado, no está claro, porque con AMLO pocas decisiones políticas son claras, que el candidato a la Presidencia decida o pueda influir en la decisión de quienes serían los candidatos a senadores o diputados federales. En la tradición priista, que AMLO ha seguido muy de cerca, era el Presidente quien decidía las candidaturas de mayor importancia y, si acaso, consultaba al Gobernador si era de su partido o a otros políticos cercanos al Presidente, pero el candidato no tenía mano en decidir otras candidaturas.
Ahora bien, parece que AMLO con tal de mantener el poder es capaz de cualquier cosa, pero no se ve una decisión de racionalidad política dejar que el candidato decida quienes son los candidatos a senadores sin, por lo menos, consultar al Gobernador, porque tiene que haber armonía entre los representantes en el Poder Legislativo y el Ejecutivo estatal.
En el caso específico de Sinaloa se cometería un gravísimo error político si los candidatos a senadores, hombre y mujer, no comulgan con el Gobernador, porque durante los tres años que le restarían a Rocha Moya habría si no un enfrentamiento sí, por lo menos, un marcado distanciamiento. Hablando específicamente de Melesio Cuén, cualquier observador de la política estatal sabe que siendo él Senador se sentiría y actuaría como vicegobernador, prácticamente al margen de Rocha Moya. El ADN de Melesio Cuén no permite otra conducta política que no sea la de todo el poder para él.
Por otro lado, suena fuera de toda racionalidad que AMLO y Rocha le concedan la candidatura de Morena a un político de un partido aliado, cuando quien tiene el poder y la gran mayoría de los votos es precisamente Morena.
Ahora bien, el que sí se pondría inmensamente feliz si Ebrard fuera el candidato es Gerardo Vargas, el cual intentaría por todos los medios ser candidato a Senador.
Si es la Sheinbaum, no es muy visible quién o quiénes en Sinaloa son los aprontados para decir: “mira, Andrés Manuel, yo soy el que mejor le puede ayudar a Claudia”. Lo que sí es cierto es que la jefa de Gobierno ya envió a Ramírez Cuéllar, un cuadro político de primer nivel, para armar su corriente en nuestro estado.
Morenos, hagan sus apuestas.