Claudia
Escribí este artículo a la misma hora en que Claudia Sheinbaum llegaba a Los Mochis ayer viernes, así que no pude comentar sus encuentros con los ciudadanos sinaloenses de Ahome y Culiacán. No obstante, haré unos comentarios sobre ella.
La inmensa mayoría de los articulistas y comentaristas en los medios de comunicación de mayor alcance nacional, abiertamente proclives a Xóchitl Gálvez, han encontrado en la virtual candidata del frente opositor que, el haber nacido en una cuna humilde y convertido en una empresaria exitosa y rica, es un mérito que la califica como una mujer emprendedora, de lucha y lista para gobernar este País. Jorge Castañeda, por ejemplo, en su artículo de ayer, que se publica en Noroeste, ya la ve como Presidenta cuando se pregunta si López Obrador respetaría el triunfo de ella. Es evidente que este experimentado político y analista escribe tal conclusión con una clara intención política. Él fue uno de los primeros en proponer que ella debería ser la candidata opositora.
Sin duda, que una persona de origen humilde se convierta en una empresaria rica habla de un esfuerzo importante. Ella escogió la vía de la empresa y la riqueza para salir adelante en la vida. Pero hay otras personas, como Claudia Sheinbaum, que se inclinan por un sendero de vida aún más difícil: renunció a la posibilidad de ser una empresaria, cuando su origen social de clase media le hubiese ayudado a lograrlo, y prefirió ser una científica, por cierto, de primer nivel.
Si ustedes comparan el número de científicas mexicanas con doctorado, obra publicada y reconocimientos internacionales van a encontrar un número reducido, muy inferior al de mujeres empresarias exitosas. Es decir, en México y en cualquier lugar del mundo, optar por la ciencia es una decisión de mucho mayor riesgo en términos de éxitos materiales y de mayor compromiso con la sociedad porque se pone el talento, el esfuerzo, la dedicación, e incluso el sacrificio personal, en pos del saber que beneficie a las personas. Que me disculpen los empresarios, pero su intención primero es la ganancia porque sin ella no existen. Mientras la primera intención del científico es el saber al servicio de la sociedad, y si su saber no sirve a ésta su labor no tiene sentido.
Así que es mero oportunismo y populismo barato decir que una mujer nacida en la humildad y de ancestros indígenas que se vuelve empresaria demuestra más tamaños que una mujer de clase media que se convirtió en científica.
Pero, además, hablando de trayectorias firmes, claras, sin zigzagueos y simulaciones, la prácticamente candidata del PAN-PRI-PRD dice que fue integrante de la Liga Obrera Marxista, que apoyó a Rosario Ibarra de Piedra, quien fue candidata del PRT -el principal partido trotskista en la historia de México- a la Presidencia de la República en 1988; pero después fue candidata a la Gubernatura de Hidalgo representando al PAN-PRD y antes fue parte del Gabinete ampliado de Vicente Fox. Más recientemente fue jefa delegacional en la ahora Alcaldía Miguel Hidalgo representando al PAN, y en la actualidad es Senadora por el PAN, sin ser militante de este partido. Es decir, la ingeniera Gálvez mudó, según sus palabras, de la izquierda a la derecha. Aunque, en recientes declaraciones dijo que era de “izquierda, centro y derecha”. Lo cual es un contrasentido.
Claudia Sheinbaum, ideológica y políticamente, es todo lo contrario: siempre ha sido de izquierda, incluso de familia, en la cual su madre también es científica. Jamás se ha salido de ese signo ideológico con el que empezó a militar en los movimientos estudiantiles. No ha zigzagueado. Es una mujer de una sola pieza. Podrán muchos rechazarla por ser de izquierda, pero ello se respeta y se mantiene en lo que ha creído desde muy joven.
La señora Gálvez es chistosa, ocurrente, anti solemne, malhablada, carismática. La señora Sheinbaum es seria, no es bromista, es solemne, utiliza un lenguaje parco, directo, y no es carismática. Las dos son mujeres inteligentes y luchadoras, pero una ha cambiado de carriles ideológicos y políticos varias veces, y buscó ser rica. La otra se ha mantenido en una sola pista y decidió cultivar el conocimiento científico.
Las dos fueron invitadas a la política profesional sin antes dedicarse a eso. Fox invitó a Xóchitl, y López Obrador a Claudia. La señora Gálvez, sin embargo, no dejó sus empresas y éstas se capitalizaron mientras ellas se dedicaba a la política. La señora Sheinbaum dejó los laboratorios científicos y se dedicó a trabajar en los gobiernos que ha encabezado AMLO.
Las dos se enfrentarán para ver quién es la primera mujer Presidenta de México.
Pues resulta que los simpatizantes de la globalización sin restricciones, los defensores del mercado que rechazan cualquier intervención del Estado en él, los que rechazan el nacionalismo, ahora hacen propaganda, disfrazada de bromas, en favor de Xóchitl, “porque ella sí es mexicana”, y se mofan de Claudia Sheinbaum -porque dicen que es “búlgara”-, debido a su apellido, y que Ebrard es “francés” también por su apellido.
Estas manipulaciones las anticipaba en un artículo de hace tres semanas. Estaba cantado que iban a recurrir a esa propaganda ridícula y anacrónica. Pues, sí, los que han criticado a López Obrador por ser un “nacionalista trasnochado y populista” ahora quieren negar la mexicanidad a dos personas porque no tienen apellidos españoles y únicamente se la conceden a una mujer que tiene un nombre náhuatl. Por fortuna, ni Claudia, ni Xóchitl, ni Ebrard van a recurrir a tales bajezas; pero sus simpatizantes sí lo hacen en las redes y en los grandes medios.
Jorge Castañeda Gutman, él de madre judía-mexicana, como lo es Claudia, dijo en un artículo que a la morenista no la iban a dejar llegar por ser mujer y por ser judía. Seguramente lo escribió porque él ha recibido ataques absurdos por tener una madre judía. Bueno, si bien no ha sido abundante la xenofobia contra Claudia, ya la empieza a ser.
El apellido Sheinbaum no proviene de Bulgaria sino de Lituania. Los abuelos paternos de Claudia llegaron de este segundo país, y los maternos de Bulgaria, de apellidos Pardo y Semo.
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