Ciudadanos pacificarán a Sinaloa
Ecos de paz en 45 días de guerra

Alejandro Sicairos
25 octubre 2024

Quizá la situación de violencia en Culiacán que hoy registra la secuencia ininterrumpida de 45 días represente la oportunidad de articular el proceso de paz positiva que esta vez sí sea concretado con acciones donde el Gobierno atienda lo inmediato, que es la atenuación de las consecuencias a la población a través de mayor eficacia de la fuerza pública, y la jornada a largo plazo y de mayor alcance que corresponde principalmente a la sociedad para construir los cimientos pacificadores con legalidad, valores, oportunidades y respeto a la vida. Algo de luz asoma al tornarse insostenible la prolongada penumbra de la narcoguerra.

Como que el hartazgo ciudadano da lugar a que se exploren las alternativas en las que nunca más cierren las escuelas, paren los negocios, obstruyan las vías de comunicación, despojen el espacio público, priven de la libertad masivamente a personas y dispersen muertos y heridos en la terracería y el pavimento. Insostenible la mentalidad de normalizar los días de zozobra y las noches de insomnio, la impavidez al ver desfilar los ataúdes y la estulticia de familias escondidas bajo las camas como refugio antibalas espontáneo.

Siendo honestos, nunca como hoy se habían puesto a funcionar tantos engranajes ciudadanos que presentan la opción de coexistencia armónica en contraste con personajes o grupos que desde la delincuencia organizada y los adeptos a ésta le apuestan al extravío de la gobernabilidad que le abra pauta a la anarquía generalizada. En tal encrucijada, la gente ajena a la operación de los facinerosos se muestra decidida a abandonar la inacción y empezar el manos a la obra pasando de ser víctimas pasivas a salvadores de sí mismos.

Si el recuento trágico es efectuado todos los días a manera de refrendo de los miedos y los correspondientes apocamientos, al tejido social le compete hurgar en las posibilidades de escapar de las muchas formas de cautiverio que ejerce el narcotráfico y no depender de treguas en terrores y salvajismos que dan sosiego por unas semanas como pax narca que anuncia la repetición y exacerbación de la violencia.

Vale ponderar las alternativas que la sociedad pone a prueba en esta etapa de menor intensidad de la barbarie derivada del choque al interior del Cártel de Sinaloa. Se trata de tenacidades como las que implementa el Congreso del Estado al reunir a cámaras empresariales, colegios de profesionistas y organizaciones cívicas en la campaña “Somos Más Quienes Construimos Paz”, con el objetivo de aglutinar a la población en torno a las emergencias de restaurar el desarrollo económico y hacer que las calles y espacios públicos vuelvan a ser de los ciudadanos.

Otras rutas de escapatoria de la barbarie en que se halla atorado Culiacán y en menor o mayor grado los municipios de Mazatlán, Navolato, Eldorado, Elota, Cosalá, San Ignacio, Concordia, Rosario y Escuinapa, las señala el llamado Gran Acuerdo que nace como iniciativa de Construyendo Espacios para la Paz y convoca a cámaras empresariales, luchadores sociales, universidades e investigadores, a transitar de la actitud que acepta la fatalidad como modo de vida, a la valentía de edificarle porvenires apacibles a los niños del presente y del mañana que son los hijos y los nietos que proseguirán en la brega pacificadora.

Presenciamos por fortuna la participación constructiva de la sociedad como preámbulo del fin de letargos históricos que la delincuencia nos obligó a creer que eran nuestro único destino. El mismo Consejo Estatal de Seguridad Pública, el movimiento Culiacán Valiente, el Festival Cultural de Sinaloa, el beisbol y hasta la música de tambora en labores de sobrevivencia en los cruceros urbanos, son parte del despertar para ocuparnos de desbrozar los atajos hacia el futuro de paz. Somos mayoría abrumadora ante unos cuantos que insisten en la exacerbación de la anarquía para que, cocodrilos a río revuelto, nos devoremos unos a otros y entre todos.

Bienvenida la creciente actitud social que aspira a la paz verdadera y duradera aún en el fragor de la guerra que libran las facciones del narcotráfico. La gente busca manos extendidas, banderas blancas, optimismos viables y, sobre todo, liderazgos fiables que emerjan de la sociedad muy distantes de aves de rapiña que desde los partidos ven a los muertos como carroña reservada para placer de los políticos.

No olvidemos que en cuanto inició esta narcoguerra surgieron las voces cívicas inconformándose porque la bestialidad intentó desplazar a la civilidad. El comunicado ciudadano firmado por 70 organismos de la sociedad, el desplegado de los ex presidentes de la Cámara de Comercio de Culiacán, el pronunciamiento de la Red Ciudadana Anticorrupción de Sinaloa y las dos marchas de Culiacán Valiente, entre otras posturas valerosas, son los ecos del Sinaloa esperanzado.

Si los fusiles nos dieran treguas,

Que permitan oír a la gente,

Podríamos escuchar a leguas,

Los pasos de un pueblo valiente.

Para que salgan los morenista en masa a validar la segunda parte del gobierno de Rubén Rocha, debería tomarles la palabra el Instituto Estatal Electoral a los panistas y ex panistas que ayer solicitaron abrirle al Gobernador el procedimiento de revocación del mandato, ejercicio de evaluación popular a medio sexenio que por cierto el mismo Mandatario impulsó para que lo aprobara el Congreso del Estado. Creen Roxana Rubio, dirigente del PAN, y sus huestes, que Acción Nacional ya tiene los votos suficientes después del rechazo popular que los sufragantes le mostraron en las elecciones de 2021 y 2024. ¿Están seguros que tumbando a Rocha se acabará la violencia? ¿Ya olvidaron que el PAN ha sido patrocinador de la narcopolítica en Sinaloa?

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