Ciertamente...
Septiembre negro estamos viviendo en todo México con el tema de la reforma al Poder Judicial, sobre la cual, los expertos en la materia jurídica y en el terreno financiero, advierten serias consecuencias para el presente y el futuro del país, al considerar que con la mentada reforma, se concentra en el Ejecutivo federal todo el poder, para decidir a su arbitrio, el destino nacional, eventualidad, que por supuesto genera incertidumbre. Por otro lado, para los sinaloenses, el llamado mes de la independencia, ha tomado una coloración negra acentuada con la guerra entre dos de los bandos delincuenciales más fuertes que operan en el solar sinaloense; conflicto que se veía venir, y al cual, poco caso le hicieron las autoridades, mismas que hoy, señalan que los diversos actos de violencia que se han suscitado, están siendo magnificados por los medios de comunicación, y por el propio pánico en el que hemos caído.
Bien a bien no sabemos cuánto tiempo más viviremos con el Jesús en la boca por el conflicto que se traen los señores del narco, quienes, con sus estratégicos movimientos demuestran el por qué se les denomina delincuencia organizada; tampoco podemos medir el alcance que tendrá la reforma constitucional que nos traerá un nuevo esquema bajo el cual, operará el Poder Judicial a partir del inicio de su vigencia. A continuación, entro en ese pantanoso asunto.
Una nueva realidad se nos presenta con la reforma al Poder Judicial, recién aprobada por el Senado, gracias al cambio de ruta del Senador panista Miguel Ángel Yunes Márquez, quién, explicablemente, decidió emitir su voto en favor de la mentada trasformación, impulsada por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y que el cuerpo legislativo no dudó en conseguir su aprobación, como un gesto de premio a su gestión, ofrecido por los legisladores de su partido, junto con otros saltimbanquis, los que con su acción, reiteran que no están al servicio de los intereses del pueblo y de la nación, sino con los de su movimiento político. Vaya a usted a saber qué profundidad puede tener el precipicio que nos espera.
El político veracruzano Miguel Ángel Yunes Márquez, de larga carrera política en su estado natal, no cambió su voto en favor de la causa “morenista” por convicciones ideológicas; lo hizo, porque sobre sus espaldas carga carpetas de investigación por causas penales, algunas de ellas, derivadas en órdenes de aprehensión, acusaciones que de manera individual, también pesan sobre su hermano Fernando y sobre su padre, Miguel Ángel Yunes Linares, quien cuenta con el encargo de Senador suplente de Miguel Ángel.
De ese tamaño y solvencia son las fichas que el PAN, de manera irresponsable, llevó al Senado, y bueno, ahí están las graves consecuencias; el amaño de los Yunes, por supuesto, los librará de acciones penales, en premio a su entrega, que definió el despanzurramiento del Poder Judicial, y con ello, la centralización del poder de la federación en el titular del Poder Ejecutivo federal.
Ciertamente, no es la primera vez que tenemos una reforma de gran calado sobre el Poder Judicial, pero ninguna de ellas, cargada de populismo como la recién aprobada, a manera de ofrenda para Andrés Manuel López Obrador de parte de sus fieles legisladores y adeptos de conveniencia; reforma a la cual, como acertadamente lo dijo el Senador Luis Donaldo Colosio Riojas, le faltó mucho estudio y le sobró venganza. ¡Y que viva México!
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